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Pon a salvo tu Visa

Publicado en Libertad Digital

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Todo el mundo pudo escuchar como amenazaba a Microsoft, cual matón de barrio, en caso de que el sistema operativo Windows Vista no fuese como a ella se le antojaba. Pues bien, ahora le ha dado por molestar a quienes ofrecen sistemas de pago por tarjeta.

A Neelie y sus compañeros de comisión parece que lo único que les gusta de las tarjetas de crédito es usarlas. Le pasa lo que a mí, que me gusta hacer la compra en el mercado pero me cabrea que el tendero quiera que le pague. La mayoría de nosotros nos aguantamos y pagamos porque aceptamos la propiedad privada y el mercado. En mi caso el dueño de los tomates y las lechugas siempre me pide algo a cambio y a mi me suele convenir el intercambio. Si no me conviene me voy a otro tendero o planto tomates en mi terraza.

Sin embargo, Neelie y sus amigos ven las cosas de otra manera. A ellos les gusta el servicio que ofrecen las empresas de tarjetas de crédito pero no están de acuerdo con el éxito de Visa y Mastercard y no les gusta el precio que acuerdan en el mercado por el servicio que ofrecen. Y como las competencias que les han otorgado a estos comisarios son desmedidas, piensan que tienen derecho a multar, sancionar y exigir bajadas de precio como si se tratara de la poda de unos arbustos de su huerto.

El colmo de la desfachatez es que nos digan que acosan a Visa y a Mastercard porque las tarifas que pagamos por el servicio de usar esas tarjetas de crédito son en la práctica un impuesto sobre el consumo que encarece las compras una media del 2,5% en la Unión Europea. Equiparar el precio pactado libremente por el servicio de las tarjetas de crédito con las expropiaciones forzosas que llevan a cabo los gobiernos es una comparación obscena. Para colmo, eso nos lo cuenta la jefa de un grupo de privilegiados que cobran cada mes un sueldo estratosférico con cargo a las rentas arrebatadas a los ciudadanos europeos mediante todo tipo de impuestos confiscatorios.

Si tanto les preocupan los impuestos que afectan al consumo deberían trabajar gratis por la abolición de todas las tributaciones, porque lo cierto es que siempre los pagamos con cargo al consumo; unos consumiendo menos hoy y otros restringiendo el consumo de mañana. La incompetencia y arrogancia de quienes gobiernan el viejo continente no podría ser más palmaria.

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