Existen diversos planos en los que puede considerarse esta situación. El primero es el más puramente teórico o ideológico: ¿es justo el canon? Lo ha dicho con claridad Mariano Rajoy: no, no es justo que te obliguen a pagar por ser sospechoso de hacer algo. Pero podría pensarse que sería aún más injusto que los autores no recibieran ningún dinero por la copia privada, porque sería devaluar su trabajo y reduciría los incentivos a la creación. No parece que el dinero que reciben por ese concepto los artistas de menor éxito sea suficiente para que la balanza se incline a ningún lado; en cambio, quienes cobran mucho por este concepto ganan mucho más por otras vías.
No existe consenso entre los liberales en torno a la llamada "propiedad intelectual", dentro de la cual se ubican los derechos de autor. Parece claro que debería existir protección ante el plagio o la usurpación de la autoría, porque supone un fraude. Pero más allá las opiniones se dividen. Los hay que consideran, como hiciera Ayn Rand, que el sentido de la propiedad es recompensar por el fruto del trabajo, lo que llevaría a una obvia necesidad de proteger también el trabajo intelectual. Los hay, en cambio, que piensan que la propiedad privada sólo resulta necesaria porque los bienes son escasos, y esa es la mejor y más justa manera de distribuirlos y sacar de ellos el máximo provecho. En tal caso, y dado que las creaciones intelectuales no hacen sino extenderse más cuanto más se copian, el concepto de propiedad no sería aplicable. Tiendo a situarme más en este último campo, y a pensar que debe existir compensación para quienes emplean las creaciones de otros con fines de lucro (por ejemplo, las televisiones que ponen música a los resúmenes de los goles de la jornada, o los anuncios), pero se me hace difícil justificar que deban pagar algo quienes simplemente las consumen para su disfrute personal.
En un plano electoral inmediato, es decir, en lo que se refiere a las próximas elecciones, no habría que perder de vista las casi 1.400.000 firmas recopiladas por la plataforma Todos contra el Canon. El apoyo del PP –en concreto de la diputada Salmones– al canon durante la tramitación de la Ley de Propiedad Intelectual ha hecho mucho daño a la credibilidad de los populares en esta materia. Es más, la presencia de la titiritera del PP en el consejo que elabora el programa electoral hace temernos lo peor. Pero la semana pasada han dado pasos en la buena dirección, sobre todo Mariano Rajoy, que es quien manda y quien cuenta de verdad, al dejar bien clara su postura.
Si finalmente el PP apoya en el Congreso la eliminación del canon tendrá una baza importante, especialmente entre los votantes jóvenes, que son quienes más se preocupan por este asunto y pueden considerarlo determinante a la hora de decidir su voto en marzo. Dado que la mayoría de las encuestas pone de relieve la dificultad del PP entre ellos, la decisión que tome el Grupo Popular en el Congreso se presiente aún más importante. Desgraciadamente, en España el Estado sigue teniendo un halo de legitimidad a la hora de cobrar impuestos, que parecen ser justos para muchos por el mero hecho de imponerlos una mayoría electa. Esa legitimidad, en cambio, no se extiende a organismos como la SGAE, cuyas siglas son posiblemente las más impopulares en todo el país. Colocarse en contra suya no puede sino darle votos a los populares.
Por último, deberíamos considerar qué supondría el fin del canon a largo plazo para los intereses del PP. La mayoría beneficiada por la medida seguramente la olvide con cierta facilidad, como olvidan los que llaman facha al PP y consideran que daña a las libertades que fue este partido quien eliminó el servicio militar obligatorio. La minoría perjudicada seguramente no olvide tan fácilmente. ¿Pero quién es esa minoría? Los titiriteros que apoyan a la izquierda siempre, en toda ocasión y de la manera más clara posible. Que ingresen menos dinero siempre les dificultará encontrar tiempo y plataformas desde las cuales hacerlo, entre otras cosas porque igual tienen que trabajar algo y todo. Además, les haría ver que meterse con la mitad de la población constantemente no sale tan gratis como parecía. Eliminar las subvenciones al cine debería ser el siguiente paso.
¿Alguien de la derecha va a ponerse a llorar por las desgracias de los titiriteros? Pues más bien no. Bueno, quizá la diputada Salmones. Razón de más para apoyar la supresión del canon.