El Banco Mundial muestra su confianza en Paraguay con palabras y con hechos.
En cualquier país, la evolución de la economía es sensible a los grandes acontecimientos políticos. Pero no lo es por igual en todos los lugares del mundo. Esto resulta evidente al comparar los acontecimientos en dos naciones suramericanas que se han visto sacudidas en fechas recientes por altos niveles de inestabilidad: Venezuela y Paraguay. La primera de ellas se dirige a una situación de miseria y ruina todavía peor que la que sufre desde hace tiempo. La segunda, sin embargo, tiene ante sí un escenario de estabilidad y crecimiento que tan solo podría ser roto si el terremoto institucional alcanza niveles poco previsibles.
Una de las claves es el comportamiento del presidente paraguayo, Horacio Cartes, ante las recientes protestas de la oposición. Al revés que Nicolás Maduro, Cartes dio una lección a la región sobre cómo hacer política. Tras las manifestaciones (incluyendo algunas extremadamente violentas) causadas por su intento de reformar la Constitución para poder ser reelegido, supo recular a tiempo y optó por la vía del diálogo. El mandatario envió así un mensaje tranquilizador tanto a inversores privados como a instituciones internacionales. Hizo justo lo contrario que Maduro.
Pero las diferencias no terminan ahí. En los últimos años, la evolución económica de Venezuela se ha hundido cada vez más en un abismo que no parece tener fondo. Paraguay, por el contrario, ha tenido un buen desempeño económico que ha merecido los elogios recientes de instituciones internacionales y multinacionales extranjeras. Estos han llegado incluso en plena crisis política.
Buenas perspectivas para 2017
Las cifras macroeconómicas juegan a favor del país, cuya economía creció en un 4,1% en 2016. Según las previsiones de la Encuesta de Expectativas de Variables Económicas del Banco Central de Paraguay (BCP), presentada a mediados de marzo, el incremento del Producto Interno Bruto de este ejercicio se acercará a esa cifra, al alcanzar un 4%, y volverá a ser de un 4,1% en 2018. Los analistas consultados por el BCP estiman además que la inflación cerrará 2017 en un 4%.
Desde el Banco Mundial (BM) se ha lanzado un mensaje de confianza en la economía de Paraguay. El vicepresidente para América Latina y el Caribe, Jorge Familiar, destacó el pasado 30 de marzo el solvente “manejo macroeconómico” y sostuvo que tiene “unas bases y unos cimientos que le van a permitir tener un futuro muy sólido”. La confianza del BM se demuestra también con hechos. Acaba de conceder a Asunción un crédito de 70 millones de dólares (66 millones de euros) para infraestructuras, que viene a sumarse a préstamos anteriores con similar fin por un monto de 500 millones de dólares (472 millones de euros).
Mensajes de confianza desde EEUU y España
Desde Estados Unidos también se mira con optimismo el futuro económico paraguayo. El director ejecutivo para las Américas de la Cámara de Comercio de EEUU, Neil Herrington, mostró a principios de mes su confianza en Paraguay, en especial en lo referido a los sectores agropecuario (es el sexto exportador mundial de carne) y de infraestructuras. Herrington destacó que “existen oportunidades muy atractivas para los inversionistas norteamericanos” y apostó por aumentar las exportaciones paraguayas a su país.
Desde el otro lado del Atlántico también se envían mensajes de confianza. Sacyr, uno de los “gigantes” de ingeniería e infraestructuras, destacó la semana pasada que Paraguay cuenta con una imagen internacional positiva para conseguir financiación privada (por la banca) de sus proyectos de obras públicas. La compañía española es una de las grandes interesadas en esta cuestión, puesto que ha ganado contratos para ampliar dos importantes carreteras y espera hacerse con la gestión del Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi de Asunción.
Si Cartes consigue encauzar la crisis para lograr una salida pacífica y sin nuevos sobresaltos, los acontecimientos recientes no habrán hecho daño alguno a una economía cada vez más sólida y con grandes perspectivas de crecimiento. Todo parece indicar que será así, justo al contrario de lo que ocurre en Venezuela.