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Posición Común, fracaso singular

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Ambos se habían marcado el ambicioso, difícil e inmoral reto de sustituir la posición común sobre Cuba (que molesta al régimen castrista por incluir el diálogo y el apoyo a los disidentes del interior) por un nuevo marco de cooperación con la dictadura totalitaria de La Habana. Para desgracia del inquilino de La Moncloa y su ministro, el resto de gobiernos europeos han optado por la dignidad democrática y no se cambiará la citada posición común.

En un desesperado intento de minimizar su fracaso y de justificar su posición, Moratinos se agarra a la liberación del muy enfermo preso político Ariel Sigler Amaya. Horas antes de que los ministros europeos de Asuntos Exteriores aprueben mantener la posición común, el jefe de la diplomacia española dice esperar que se inicie una nueva etapa en las relaciones con Cuba tras lo que considera el inicio de un "proceso esperanzador" por parte del Gobierno cubano. Es un gesto felizmente inútil, en Europa son demasiados los gobiernos que no están dispuestos a dejarse embaucar por el portavoz español de la dictadura castrista.

El "proceso esperanzador" del que habla Moratinos no es tal. El único responsable del lamentable estado de salud de Ariel Sigler Amaya (uno de cuyos hermanos, Guido, sigue en prisión) es la dictadura castrista. Fue ese régimen el que le encarceló y le maltrató. Según distintos organismos de Derechos Humanos, en las cárceles cubanas siguen encerrados unos doscientos presos políticos, 26 de los cuales están enfermos en situación de extrema gravedad. Ésa es la auténtica cara del sistema totalitario con el que Moratinos y Zapatero pretenden que colabore la Unión Europea.

En política exterior la presidencia española de la UE se resume en un largo listado de fracasos, pero ninguno tiene la importancia de éste. Sin embargo, el mantenimiento de la posición común hacia Cuba no es una derrota de España, sino de su Gobierno. Numerosos españoles rechazan la amistad del Ejecutivo de Zapatero con el castrismo y la colaboración con la dictadura. Para ellos, como para el resto de demócratas europeos y cubanos, ha sido una victoria.

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