No estaría de más que se colgaran esos carteles en nuestros museos, para que la gente se diera cuenta de lo que cuestan las cosas. O, para el caso, de los centros de salud y hospitales.
Lo llamativo de todo ello es que, aunque puede uno entrar sin menear el bolsillo (yo mismo lo hice en una ocasión), la gente por lo general satisface el precio propuesto por el Met, lo que también he hecho yo en varias otras visitas. No es infrecuente el visitante que prefiere pagar más de los 12 dólares.
Ahora el grupo Radiohead ha decidido vender su último disco en su página web. Cualquier aficionado puede descargársela. Pero lo característico del caso es que, aquí también, el usuario elige el precio al que quiere comprar el álbum. Y la los fans están pagando por adelantado por el privilegio de poder descargarse en un próximo futuro las canciones sin tener que recurrir a los programas de descarga gratuita. Yo me he sumado a quienes ya lo han hecho, y he pagado la cantidad hasta la cual me compensa hacerme con sus nuevas canciones, que es algo menos de lo que cuesta habitualmente un disco en la sección de novedades.
¿Por qué lo hacemos? En el caso de Radiohead el comprador por Internet es más virtual que nunca, porque el disco aún no ha salido, si bien es cierto que podrá descargárselo más tarde sin hacer aportaciones voluntarias a las cuentas de estos artistas. Pero hay algo de reconocimiento, de demostración personal de que se valora lo que recibe, ofreciendo algo a cambio. El fundamento de la sociedad es el do ut des, la colaboración por el intercambio voluntario, la reciprocidad. Lo tenemos muy asumido y cuando se nos propone, aunque podamos sacar toda la ventaja, sólo queremos una parte.