El PSOE desea rapiñar a corto plazo a ‘los ricos’ para engañar a largo plazo a los pensionistas.
Pedro Sánchez comienza a deshojar su plan de expolio tributario: quiere destopar las cotizaciones sociales y, a su vez, implantar nuevos impuestos sobre la economía digital. Con ello promete volver sostenible el sistema de pensiones garantizando unos niveles de ingresos dignos para los pensionistas. No conseguirá lo segundo, pero sí logrará empobrecer a la población española.
Primero, ¿qué entiende Pedro Sánchez por volver sostenibles las pensiones a un nivel digno? En esencia, eliminar la reforma aprobada por el PP en el año 2013, por la que se desindexaban estas transferencias del IPC y se introducía (ahora a partir del año 2023) el factor de equidad intergeneracional (que recorta las nuevas pensiones en función del incremento de la esperanza de vida). Suprimir esta reforma-recorte de las pensiones conlleva un coste medio del 3,1% del PIB por año: el equivalente a unos 35.000 millones de euros anuales.
Segundo, ¿cuál es la potencia recaudatoria de los dos rejonazos fiscales que ha propuesto Sánchez? Por un lado, la propia izquierda estima que el destope de las cotizaciones sociales proporcionará unos ingresos adicionales de entre el 0,6% y el 0,8% del PIB por año (Podemos estima el 0,6%; UGT, el 0,7%, y CCOO, el 0,8%). Por otro, la famosa Tasa Google del confiscador Montoro confiaba —muy optimistamente— en recaudar una suma inferior al 0,2% del PIB al año. Sumando la potencia recaudatoria de ambos tributos, llegamos, en el mejor de lo casos, al 1% del PIB de recaudación extra. ¿Cómo financiar un agujero anual de 3,1 puntos de PIB con nuevos ingresos de un punto del PIB? Pues, en efecto, no haciéndolo: solo se nos está vendiendo humo pensional para justificar un brutal sablazo tributario. Sánchez, y cualquier otro que venga detrás, recortará las pensiones sí o sí: la cuestión es si, además, parasitará todavía en mayor medida a los españoles.
Tercero, los impuestos no tienen efectos neutrales sobre la actividad económica: siempre que se crea un nuevo tributo, las personas fiscalizadas reaccionan en mayor o menor medida. Verbigracia, si se gravan los salarios, los trabajadores pueden reducir el número de horas trabajadas; si se grava el ahorro, los ahorradores pueden reducir su propensión a ahorrar; si se grava la reinversión de beneficios empresariales, las compañías pueden minorar su ritmo de reinversión; si se grava la cultura, los potenciales consumidores reducen su consumo, etc. En este caso, lo que Sánchez quiere perseguir fiscalmente son los salarios medio-altos y las empresas digitales: en consecuencia, lo que vamos a tener en España es menor capital humano cualificado y menor capital tecnológico-digital (por ejemplo, se estima que la elasticidad de la base imponible con respecto al tipo impositivo podría ser de 2,7 para las rentas medias-altas: esto es, cada aumento de la cotización en un 1% reduce la oferta de sus horas de trabajo en un 2,7%). O, mejor dicho, vamos a tener todavía menos capital humano y capital tecnológico-digital, puesto que España ya es un país europeo mediocre en términos de penetración de la digitalización.
Este despropósito es especialmente sangrante, dado que el Gobierno socialista ha prometido impulsar el aumento de los salarios merced a un incremento de la productividad con inversión en sectores innovadores. En la práctica, empero, lo que propone es mayores impuestos sobre la inversión digital y sobre el capital humano para financiar el pago de unas pensiones que, incluso de ese modo, van a tener que recortarse de un modo muy intenso: es decir, no favorece que vayamos hacia una economía más digitalmente productiva sino hacia una economía que va consumiendo su capital para cargar con el insoportable peso de su fraudulento sistema público de pensiones.
Y cuarto, el ‘pack’ fiscalista de Sánchez no solo conlleva malas consecuencias económicas para España, sino que es frontalmente injusto. Por un lado, el PSOE quiere destopar las cotizaciones sociales sin destopar simultáneamente las pensiones máximas: obligar a los trabajadores a aportar más a un sistema contributivo sin recibir ninguna contraprestación a cambio, esto es, estafar a los trabajadores; por otro, las compañías tecnológicas a las que se desea penalizar con este nuevo impuesto digital ya pagan el impuesto sobre sociedades allí donde poseen sus centros de actividad (sobre todo, EEUU): por tanto, lo que en última instancia se está proponiendo es una doble —y salvaje— tributación contra las empresas digitales.
En definitiva, el PSOE desea rapiñar a corto plazo a ‘los ricos’ para engañar a largo plazo a los pensionistas: ganar las elecciones a dos años vista aun a costa de descapitalizar el país y de perpetuar los desequilibrios estructurales de la Seguridad Social. Nada realmente nuevo: las mismas malas artes con las que han venido encarando el sistema de pensiones durante los últimos 40 años. Total, su nomenclatura ya cuenta con su propio plan privado de pensiones.