Los enemigos de los pobres se han reunido este domingo en Madrid y otras partes del mundo. “Pobreza cero”, exigen quienes nada han hecho para reducirla. Nada bueno, se entiende. Si algo destaca de esta convocatoria, además de lo exiguo del número de participantes en comparación con las tres últimas manifestaciones madrileñas, es que lo más pobre de la misma ha sido su mensaje.
El planteamiento no puede ser más indigente. Tras dar varios datos sobre la pobreza en el mundo de cuyo origen no dan noticia, pasan a decir que “Pese a los esfuerzos realizados durante décadas, la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando”. Esto es rotundamente falso. Como ha recordado oportunamente Andrés Gil, el economista español Xavier Sala i Mantín ha dirigido el estudio mejor elaborado sobre la pobreza y las desigualdades en el mundo, que concluye que “La tasa de pobreza medida por el umbral de un dólar/día ha caído del 20% al 5% en los 20 últimos años. La tasa correspondiente al umbral de los dos dólares/día ha caído del 44% al 18%. Hay entre 300 y 500 millones menos de pobres en 1998 que en los años setenta”. Los protagonistas de esta reducción de la pobreza sin precedentes en la historia humana son los llamados tigres asiáticos, la India y China. Todos ellos tienen en común las reformas favorables al libre mercado y la apertura de sus productos al exterior. En suma, el capitalismo y la globalización.
En 1979 salió una estadística de esas que captan la imaginación del público. “El 20% de la población mundial posee el 80% de la riqueza, y el 80% de la población se reparte el 20% restante”. Hoy las cosas han cambiado, y el 20% de la población posee el 75% de la riqueza mundial, por lo que las desigualdades no solo no han aumentado, sino que se han reducido. Y lo han hecho, porque lo que se ha extendido en estas dos décadas y media ha sido la fuente de creación de riqueza, el capitalismo, que es lo que verdaderamente está mal repartido. No olvidemos que si el 20% de la población mundial posee el 75% de la riqueza ¡es porque la han producido! Si los países ricos son precisamente los más capitalistas parece de sentido común que lo que hay que hacer es extender ese modelo, como se ha hecho en las últimas décadas, no acabar con él.
Pero es precisamente eso lo que pretenden quienes han organizado la manifestación. Dicen que “las razones de la desigualdad y la pobreza se encuentran en la forma en que los seres humanos organizamos nuestra actividad política y económica. El comercio internacional y la especulación financiera que privilegia las economías más poderosas”. Luego es la globalización, que ha logrado arrancar a millones de vidas de la pobreza, y no esta última, con la que quieren acabar quienes se han juntado este domingo. ¿Cuál es su alternativa? La misma que Kioto, un gobierno mundial. Dicen: “es imprescindible avanzar en la consecución de una gobernanza (sic) global democrática y participativa”.
El modelo que proponen es el que más pobres ha dado a este mundo: el socialismo. Llegan a pedir la protección de “los servicios públicos de liberalizaciones y privatizaciones”. En Corea del Norte, agujero del mundo en el que se llevan sus ideas de forma más perfecta, el número de muertos por inanición se cuenta por millones. Y no hablemos del ecologismo. Tiene como verdadero anatema la creación de riqueza, a la que achacan todos los males imaginables. Especialmente los imaginables, porque la verdad es que de la creación de riqueza solo se derivan bendiciones.
Los movimientos ecologistas y antiglobalización, verdadera alma de esta convocatoria, no ven a la pobreza como amenaza, sino todo lo contrario. Observan con pavor que a medida que avanza el capitalismo lo hace la riqueza y la pobreza remite. En un mundo en progreso su mensaje pierde importancia. Y su bestia negra, las sociedades libres, se ven fortalecidas. No les permitamos que entorpezcan la globalización, el libre comercio internacional, que es la principal fuerza liberadora de nuestro tiempo.