Un año después de la creación del movimiento Black Lives Matter, Michael Brown moría tras el disparo de un policía. Es una historia como tantas otras, pero esta causó un enorme revuelo en los Estados Unidos. No era Michael Brown, ni era Darren Wilson; se trataba de todos los negros del país, víctimas de todos los policías blancos. Aquel agosto de 2014 queda para la historia social de los Estados Unidos. Las protestas por la muerte de George Floyd han llegado a tanto por el antecedente de Brown, y por la polarización política en el mandato de Donald Trump. Cualquier historia sobre la politización de las relaciones entre razas en los Estados Unidos tendrá que pasar obligatoriamente por los acontecimientos que desembocaron en la muerte de Michael Brown.
Los medios de comunicación lo hicieron en su momento. Hoy, Michael Brown es una referencia en los departamentos de documentación de los medios, un punto de partida para los analistas, una encrucijada para estudiosos de toda laya. Uno de ellos es Shelby Steele. Licenciado en Ciencia Política y en Sociología, es la encarnación de la evolución de muchos negros en los Estados Unidos. Su abuelo paterno nació esclavo en Kentucky. Su padre fue camionero, y su madre trabajadora social. Su hermano gemelo Claude tiene una brillante carrera universitaria.
El interés de Steele por el caso de Brown es fácil de entender. Es un experto en la comunidad negra en los Estados Unidos y le ha dedicado varios libros. El último se titula White guilt: how blacks and whites together destroyed the promise of the civil rights era. Su obra sobre el joven negro no es un libro, sino un documental basado en su investigación del caso, y dirigido por su hijo, Eli Steele. Busca dar respuesta la pregunta ¿qué mató a Michael Brown? Pues así se llama el documental: What killed Michael Brown?
No parece una pregunta pertinente, ya que sabemos cuál es la respuesta: el racismo institucional mató a Michael Brown. Darren Wilson sólo apretó el gatillo. ¿Cuántas veces se habrá impuesto una fábula conveniente a la ideología del momento y que nada tiene que ver con la realidad? Aquí está Disidentia para dar testimonio de multitud de ejemplos. Y este es uno más.
De hecho, para Steele, “Michael Brown representa, más incluso que Trayvon Martin, Freddie Gray y otros, la distorsión de la verdad, de la realidad”. Brown, se dijo y se dice, ha sido “ejecutado”, “asesinado”. Su caso fue, dice Steele y recoge Jason Riley en un artículo en el WSJ, “un apabullante ejemplo de la verdad poética, de las mentiras que una sociedad puede asumir en la búsqueda del poder”. En el “microcosmos” de las relaciones entre razas, dice Steele, “la verdad no tiene ninguna opción. Está sofocada por las políticas de victimización”.
Su documental revive los hechos, acude a las pruebas forenses, a los atestados policiales, a las consideraciones del jurado, y todo indica que Darren Wilson no se saltó la ley, que actuó siempre dentro de ella. Y que su comportamiento entra dentro de los protocolos de la policía, y se explica por ellos y las circunstancias del caso, sin la necesidad de añadir una animadversión racial de la que no hay pruebas.
Steele también revisita Ferguson, la ciudad que vio nacer y morir a Brown. Una ciudad anegada por la solidaridad del movimiento negro, y tocada por la varita de las políticas progresistas que iban a elevar a la comunidad negra por encima de su realidad de 2014. Pero el autor no ha encontrado nada de eso. El crimen está en alza (en un país en que el crimen desciende), las casas por tanto valen menos, y la educación produce hoy la misma desesperación que entonces.
Amazon Prime, que iba a incluir este documental en su catálogo, optó por retirarlo. Adujo que el documental no alcanzaba sus estándares de calidad, que es como se llama al, este sí, racismo institucionalizado. Lo explica el autor en una entrevista, así: “Usted se ha atrevido a tratar a los blancos en América como seres humanos, y no como verdugos. Y nosotros, como una gran empresa, hemos invertido en la corrección política de ver a los negros como víctimas. Usted les ve como algo más complejo que eso. Y eso es intolerable”. Y añade su visión de la victimización como estrategia para acceder al maná del Estado: “Esta es la idea de que los negros son las víctimas de los blancos. Y esta es nuestra avenida, como minoría, a los beneficios públicos, al poder […] Somos víctimas de la maldad de los Estados Unidos. Y esto nos confiere una autoridad moral que nos otorga un poder en bruto. Y utilizaremos ese poder para extorsionar a instituciones como Amazon, que necesitan nuestro visto bueno para que su marca pueda presentarse como inocente de racismo”.
Un documental bien hecho, a cargo de un autor reconocido, y cuyo propósito es restituir lo que ocurrió frente a lo que llama “verdad poética”. La censura no tenía sentido, y Amazon Prime ha acabado por rectificar. La polémica ha beneficiado al documental, como pasa siempre, y ha entrado como una bala en las primeras posiciones.
La moral de la cancelación ha afectado también a la Hoover Institution, think tank al que pertenece Shelby Steele, y que está vinculada a la Universidad de Stanford. Parece que la veterana institución va a capear el temporal. Sería una desgracia que un centro de pensamiento que ha alzado la voz contra la corrección política acabase cayendo en ella. En definitiva, el pensamiento poético tiene un lado brutal, que nada tiene de poético. Pero en este caso su poder no ha sido suficiente para acallar una importante voz de los Estados Unidos.