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Sin empresas no hay recuperación ni sector público que valga

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La mejor política social es crear empleo, y la peor política pública es ignorar a las empresas y tratarlas como cajeros automáticos. Los aristócratas del gasto público olvidan que no existe sector público sin el sector privado, y que viven de él.

Es aterrador que la destrucción de empresas no sea noticia diaria en titulares. Con datos de junio de 2020, España tiene menos empresas que antes de la crisis de 2008, 126.000 empresas menos que en junio de 2019 y en estos doce meses hemos perdido 85 grandes empresas.

El Banco de España ha alertado que una cuarta parte de las empresas españolas se encuentra hoy en quiebra técnica, con obligación de disolver la sociedad. Este porcentaje se elevaría hasta casi el 30% en el caso de que la agonía económica se alargue en el tiempo, algo que ya es más que probable.

No es solo el turismo. Según el Banco de España, están en riesgo de cierre a fin de año el 25% de las empresas en el sector manufacturero, el 23% del sector de construcción, el 30% del comercio, el 40% del sector del automóvil, y el 24% del sector del transporte. El porcentaje de empresas con patrimonio neto negativo se eleva al 15%.

¿Cuáles han sido las medidas del Gobierno ante una crisis brutal creada por el incompetente cierre forzoso más agresivo e inútil de la OCDE? “Aparentar, silenciar y extender” (Pretend, Gag and Extend), me decía un inversor norteamericano.

«Aparentar, silenciar y extender»

Primero, aparentar que hacían algo. Anunciar enormes avales para endeudarse para pagar impuestos en el futuro. Unos avales que, como puede entender cualquier persona que haya pedido una hipoteca con aval en su vida, no hacen que dejes de deber el dinero o de tener los mismos problemas. Segundo, silenciar. Todo aquel que no haya alabado las maravillas del Gobierno ha sido silenciado, ninguneado y torpedeado mientras el Gobierno se rodeaba de gente que le dijera que “sí, presidente, la economía se va a recuperar en V en mayo”. Tercero, extender. Todas las medidas son patadas hacia delante mientras aplican la política del avestruz, meten la cabeza en el agujero de oro de su ministerio y esperan que todo pase.

En esta columna ofrecimos propuestas para evitar un colapso. Salir fortalecidos de la crisis sin pedir un rescate, un pacto por la industria serio, un plan realista contra la recesión.

Extender el problema es lo peor. Prolongar hasta fin de año la agonía de las empresas al borde de la quiebra como si no pasase nada no es una medida de apoyo a empresas, sino de querer ignorar la realidad. Ofrecer como solución endeudarse para pagar impuestos seis meses después no es una medida de apoyo, sino orientada a tirar balones fuera mientras se pueda. Los ERTE, que no son una medida de este Gobierno, que existían desde 1995 y se flexibilizaron gracias a la reforma laboral de 2012, no son una panacea. Son una condición necesaria pero no suficiente porque han ignorado el problema de cierre empresarial.

El gran error del Gobierno ha sido aferrarse a su ridícula estimación de una salida de la crisis rápida e indolora y no revisar sus errores ante la evidencia de la magnitud del desastre. Desde abril se les advirtió del desastre que se avecinaba en el turismo, y la ministra de economía nos decía que la recuperación iba a ser “robusta”. Se extendieron 4.200 millones de ayudas tarde y mal, de las cuales el 93% eran préstamos, y el turismo se enfrenta a 98.000 millones de pérdidas según el sector. Lo peor ha sido que esa falta de previsión y esa combinación de arrogancia e ignorancia nos han llevado a donde estamos ahora. Solo les falta intentar prohibir las quiebras como pretendían en Argentina.

Ignorar y frivolizar la destrucción empresarial es letal. Sin empresas no hay empleo, sin empleo no hay recuperación, y sin empresas y empleo no hay sector público, ni ayudas ni toda esa ristra de medidas mal llamadas “sociales” que se han inventado.

La medida propaganda estrella

La vergüenza máxima se refleja en la medida propaganda estrella, el Ingreso Mínimo Vital. En vez de fortalecer los mecanismos que ya existían -todas las Comunidades Autónomas tenían renta mínima de inserción- o lo que realmente funciona, facilitar la creación de empresas, atracción de inversión y el empleo -de eso ni hablar- montaron un dispositivo propagandístico que no reduce la pobreza y encima no lo pagan. Cuando se aprobó repetían machaconamente que beneficiaría a 850.000 hogares (2,3 millones de personas) y hasta el 7 de agosto solo se han aprobado 3.966 solicitudes de 510.000 peticiones, de las que la mitad se denegarían, según las estimaciones del propio ministro Escrivá.

Es decir, que la medida propaganda estrella iba a llegar en el mejor de los casos a 255.000 hogares, ni el 30% de la cifra que repetían a bombo y platillo y en cualquier caso ni se da ni se paga.

Nos dicen que es porque la Administración está colapsada. Culpar a los funcionarios es algo muy típico de los políticos que fingen defenderles.

Los más de 10.500 trabajadores de la Seguridad Social son competentes, capaces y eficientes como para procesar y aprobar mucho más que 3.966 solicitudes (además de las 71.000 dadas de oficio). Lo que esconde esta medida propagandística es la evidencia de la utilización de la excusa del “colapso administrativo” para tapar una realidad mucho más evidente: ni pensaban pagarla ni tienen dinero.

Sin sector privado no hay sector público. Sin empresas no hay empleo. Sin inversión, empleo y crecimiento no hay ayudas ni subterfugios “sociales”.

El Gobierno, que se ha pasado el año amenazando a empresas e inversores con enormes subidas de impuestos y ataques a la seguridad jurídica, debería darse cuenta de que está al servicio de los contribuyentes y creadores de empleo, no al revés. O empiezan ya a tomar medidas serias para evitar el cierre empresarial en cadena al que nos vemos abocados, o la excusa del colapso de la Administración no les valdrá ante el desastre de empleo al que nos enfrentamos.

Ahora nos dirán que todo esto no tiene nada que ver con ellos. Más ministerios, más asesores y comités de expertos que nadie, pero nunca -nunca- son responsables de nada. Fascinante.

Menos mal que no iba a dejar a nadie atrás. Se están llevando por delante a empresas, autónomos y sectores industriales.

La única política social es preservar y fortalecer el tejido empresarial y crear empleo. Imprímanlo y pónganlo en la puerta de cada uno de los ministerios.

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