Si entendemos revolución no como un cambio violento de las instituciones sino en su acepción más general de cambio rápido y profundo, la única revolución que podría calificarse como tal en España sería la liberal. Si Podemos ganara las elecciones o llegara al Gobierno por ser la principal fuerza de una coalición de izquierdas, sería un terremoto político, qué duda cabe. Pero aunque llevara a cabo el programa chavista que tanto tememos muchos, no habría cambio de rumbo alguno. Sería, como diría Mafalda, el continuose del empezose de la socialdemocracia española.
Cuando la gente habla despectivamente del PPSOE, muchas veces se refiere a la corrupción, pero en otras a que sus políticas, al menos las económicas, no se diferencian demasiado entre sí. Como sucede en tantos ámbitos, calificar algo como muy diferente o casi igual depende más del observador que de los hechos. Pero es cierto que las políticas de la historia democrática española, con distintos matices, han estado dentro del consenso socialdemócrata, de la idea del Estado del Bienestar, del Gobierno Niñera que nos cuida a todos de la cuna a la tumba. Naturalmente, ha fracasado, pero no será porque todos los partidos que han pasado por el Gobierno no lo hayan intentado con todas sus fuerzas.
Subir los impuestos a los ricos y apretar las tuercas contra el fraude es algo que ya ha hecho Montoro. Abandonado por imposible el tema de la renta básica, repartir el dinero de los demás con distintas excusas es algo que llevan haciendo PP y PSOE desde siempre. Preferentistas e hipotecados ya han visto cómo la Justicia y el PP cambiaban las normas para favorecerles en sus problemas. Hacer quitas de la deuda no es muy distinto, al menos a efectos de dejar de pagar parte de lo que se debe, a las devaluaciones de Solchaga. El control estatal de los medios privados no deja de ser una institucionalización de lo que han hecho desde Felipe González hasta Soraya. Y así podríamos seguir hasta el infinito.
Se esté de acuerdo o no con él, este sí que sería un programa realmente revolucionario, un auténtico cambio de rumbo. Por eso es un programa que ni PP, ni PSOE ni Podemos apoyarán nunca. A los políticos lo que les interesa es tener cuanto más poder, mejor. Les conviene que el Estado esté presente en todos los sitios posibles y que sus decisiones sean arbitrarias para así poder meter mano. Desde decidir qué medios pueden emitir en qué sitios, para conceder y recibir favores, hasta decidir qué obras acometer y quién se encarga de ellas, para poder cobrar su 3%. Pero que no se preocupen, que esta revolución no va a llegar. Ya se han encargado de demonizarla a través de la prensa socialdemócrata, que es toda, y la educación pública. Normal. Les va la vida en ello.