Skip to content

Todos los negritos tienen hambre (y frío)

Publicado en Libertad Digital

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

El Gobierno de Sánchez ha evitado comprometerse a recibir más barcos.

“Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto», reza el Evangelio. A juzgar por su primera semana en el Gobierno, el evangelio socialista dice exactamente lo contrario. Toda la atención informativa se volcó con la oferta de acogida que Pedro Sánchez hizo al Aquarius y sus 600 inmigrantes recogidos en las costas de Libia. Había más periodistas que inmigrantes en el puerto de Valencia. Mientras, como todos los años cuando llega el buen tiempo, Salvamento Marítimo se hartó de rescatar pateras. De hecho, durante ese mismo fin de semana rescataron casi a tantos como los que Sánchez escogió salvar con su intervención divina para aparecer como el bueno de la película.

Desde 2015 los barcos españoles han salvado a más de 15.000 inmigrantes. Pero no ha sido noticia, al menos positiva, hasta que hemos tenido un presidente de izquierdas. Que Mariano Rajoy estuviera en el Gobierno era incómodo para la narrativa, ya que la gente de derechas somos por definición monstruos sin entrañas. Así que Jordi Évole hacía reportajes en los que afirmaba que sólo las ONG socorrían en el mar, obviando el inmenso trabajo de los funcionarios que se encargan de hacerlo, y por supuesto dejando a un lado las cada vez más convincentes acusaciones de que, intenciones al margen, lo que están haciendo es ejercer de cómplices de las mafias de la inmigración. Ahora, en cambio, el payaso en todos los sentidos Pepe Viyuela asegura haberse sentido orgulloso de ser español por primera vez. Y todo es paz y alegría.

En esto, como en todo, se cumple el criterio en el cual descansa la certeza de ser de izquierdas, con perdón de Jean-François Revel; un criterio muy simple, al alcance de cualquier retrasado mental: considerarse, en todas las circunstancias, de oficio, pase lo que pase y se trate de lo que se trate, moralmente superior a los demás. Esa actitud de la que ya se burlaba el gran éxito de Glutamayo Ye-Yé, de una época en que los músicos tampoco tenían que ser progres por decreto. «Tú pones tu granito que yo ya pongo el mío». A esto se reduce el pensamiento político de cada vez más gente, a considerar que el mundo se arregla si todos somos tan guais como Lennon cuando cantaba el «Imagine», y que si no estamos ya así es porque existen esos otros malvados que se niegan a aportar a la montaña de la felicidad universal. Usted y yo.

Así, menos de una semana después de hacerse la foto en el puerto de Valencia, de leer a innumerables idiotas burlarse de la fantasía del efecto llamada, el Gobierno de Sánchez ha evitado comprometerse a recibir más barcos. Lo importante ya se ha conseguido. Ya tienen la imagen de un Gobierno bondadoso y amigable con los inmigrantes africanos, lo cual les evita la engorrosa e irritante tarea de ser realmente bondadosos y amigables con los inmigrantes africanos. Se puede ser favorable a abrir las fronteras a los que quieran venir, pero eso puede conllevar cierto coste electoral y las críticas de nuestros socios europeos. Se puede poner por delante los sentimientos humanitarios a las consecuencias prácticas, pero eso tendría a largo plazo consecuencias similares. O se puede hacer ver que eres la mejor persona del mundo y luego continuar con las políticas de la derecha a la que oficialmente desprecias. Porque ya no serán políticas despreciables, al estar los buenos al mando. Y a eso se reduce todo.

Más artículos

Populismo fiscal

Cómo la política impositiva del gobierno de Pedro Sánchez divide y empobrece a la sociedad española El nuevo informe del Instituto Juan de Mariana evalúa la deriva de la política