Trump sabe que su firmeza contra el gobierno de Maduro es compartida por gran parte de los gobiernos del mundo.
Cuando subió a la tribuna de oradores de la Asamblea General de Naciones Unidas, que celebraba este martes su septuagésima segunda sesión, Donald Trumpsabía que las duras palabras que iba a dedicar al régimen de Nicolás Maduro iban a contar con un amplio respaldo entre los gobiernos presentes. La noche anterior mantuvo una cena de trabajo con el presidente brasileño, Michel Temer; el colombiano, Juan Manuel Santos, y el panameño, Juan Carlos Varela, así como con la vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti, y otros representantes latinoamericanos. El tema central del encuentro era lograr una actuación conjunta contra el régimen bolivariano.
El bloque contra Maduro, que se extiende a ambos lados del Atlántico, venía forjándose desde bastantes semanas antes. La diplomacia estadounidense, y las de diversos países de todo el continente americano, han trabajado a fondo durante todo el verano para lograr este objetivo.
El propio Trump habló por teléfono con el presidente francés, Emmanuel Macron, el pasado 4 de agosto. Según informó la Casa Blanca en un comunicado, ambos mandatarios “estuvieron de acuerdo en que el régimen de Nicolás Maduro debe restaurar los derechos de los venezolanos”. Aquella conversación se produjo con motivo de la instauración de la Asamblea Nacional Constituyente en Caracas.
Firmeza americana contra Maduro
Buen ejemplo de la actividad multilateral es la Declaración de Lima del 8 de agosto, suscrita inicialmente por 12 países de todo el continente americano, entre los que no está Estados Unidos, a los que se sumaron otros cinco. Se trata de un texto contundente, que en su primer punto condena “la ruptura del orden democrático en Venezuela”. Los Estados signatarios declaran además no reconocer la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro y confieren toda la legitimidad a la Asamblea Nacional controlada por la oposición, único Parlamento venezolano reconocido internacionalmente. Además, apoyan a Mercosur en su decisión de suspender a Venezuela como miembro y anuncian que no respaldarán ninguna candidatura de este país en cualquier organismo internacional.
Días después de la firma de este documento, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, realizó una gira que le llevó a visitar Argentina, Chile, Colombia y Panamá (todos ellos signatarios además de la Declaración de Lima). Durante este recorrido, el estadounidense logró establecer una estrategia común con estos cuatro gobiernos latinoamericanos para hacer frente a la crisis política, económica y social que sufre Venezuela.
El presidente argentino, Mauricio Macri, ha destacado por su firmeza ante el Gobierno bolivariano. No sólo retiró la condecoración a Maduro que le había concedido Cristina Fernández de Kirchner, sino que también ha hecho duras declaraciones sobre él. En su encuentro con Pence calificó al Gobierno de Caracas como “régimen brutal” y denunció que “el pueblo venezolano está sufriendo y muriendo”.
Su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos, es uno de los mandatarios latinoamericanos a los que más insultos ha dedicado Nicolás Maduro. De hecho, trató de humillarle al decir durante un acto público: “Inclínate, híncate ante tu padre. Soy tu padre”. Por su parte, Santos ha mantenido unas formas más correctas, pero ha mostrado firmeza ante el venezolano. El 11 de julio publicó en Twitter un comentario en el que decía: “Para que haya una solución negociada en Venezuela es necesario que Maduro desmonte la constituyente”.
A mediados de este año, Panamá se sumó a los países que mostraban mayor firmeza ante el régimen bolivariano. Su presidente, Juan Carlos Varela, anunció el 30 de julio que su gobierno no iba a reconocer los resultados de las elecciones a la Constituyente y dijo en un mensaje de Twitter que “Maduro prefirió la confrontación”. Y en agosto, dijo ante los medios: “El Gobierno, en defensa de la democracia, le va a dar asilo político a cualquier persona que defienda la democracia en Venezuela o en otro lugar del mundo”.
Varela hizo esa declaración el 4 de agosto, un día ante de que la chilena Michelle Bachelet dijera que la destitución de la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, “es un paso más en el quiebre democrático y no contribuye a la paz del pueblo venezolano”.
El bloque frente a Maduro no se limita a América Latina. Tras las elecciones a la Constituyente, la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá (país signatario de la Declaración de Lima), Chrystia Freeland, dijo que “se está robando al pueblo venezolano sus derechos democráticos”. Además, declaró: “Debe responsabilizarse por sus actos a las personas que están socavando la democracia y los derechos humanos en Venezuela”.
Europa contra el régimen bolivariano
Al otro lado del Atlántico, en Europa, también se han podido escuchar discursos similares. Prueba de ello es el éxito obtenido por el presidente y el vicepresidente de la Asamblea Nacional venezolana, Julio Borges y Freddy Guevara, en su gira por cuatro capitales del Viejo Continente.
Los líderes opositores consiguieron el apoyo firme del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy; el presidente de Francia, Emmanuel Macron; la canciller alemana, Angela Merkel, y la primera ministra británica, Theresa May. Macron fue en ese momento uno de los mandatarios más duros con el régimen bolivariano, al que tildó de “dictadura”. Y ahora lo ha vuelto a ser.
En su intervención de este martes ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Macron tuvo en esta materia, al contrario que en muchas otras, un discurso similar al de Trump: “En Venezuela, la acción colectiva -de la comunidad internacional- tiene que mantener el respeto a la democracia, el respeto a todas las fuerzas políticas y no ceder ante las tendencias dictatoriales que hoy se dan”.
Un duro discurso de Trump
El presidente de Estados Unidos dedicó unos cinco minutos, de un total de poco más de 40, a condenar las actuaciones del Gobierno venezolano y a reclamar firmeza ante él. No dio pie a interpretaciones que pudieran augurar una intervención militar, y optó claramente por las presiones políticas y económicas. De hecho, en los primeros momentos de su discurso Trump ya había dejado claro que “no queremos imponer nuestra forma de vida sobre nadie, sino que brille para que todos la vean”.
El retrato que hizo de Venezuela fue contundente: “La dictadura socialista de Nicolás Maduro ha infligido un terrible dolor y sufrimiento al buen y noble pueblo de ese país. Este régimen corrupto destruyó una nación próspera, imponiendo una ideología fracasada que ha producido pobreza y miseria por doquier donde se ha tratado de probar”.
Trump añadió: “Para colmo, Maduro ha desafiado a su propio pueblo hurtando el poder de sus representantes elegidos para mantener su régimen desastroso. El pueblo venezolano está hambriento y su país está colapsando. Las instituciones democráticas se están destruyendo. Esta situación es totalmente inaceptable, no podemos seguir siendo meros observadores. Como amigos y vecinos rigurosos, nosotros y los demás tenemos el objetivo de ayudarles a recuperar su libertad, recuperar su país y reestablecer su democracia”.
El inquilino de la Casa Blanca, que anunció que su país puede ampliar las sanciones económicas que ya aplica contra el régimen bolivariano, hizo además un guiño al resto de la comunidad internacional: “Quisiera dar las gracias a los dirigentes presentes en esta sala por haber condenado al régimen y por haber ofrecido apoyo al pueblo venezolano”. Esa afirmación no era un brindis al sol, Donald Trump había subido a la tribuna de oradores sabiendo que su firmeza contra el gobierno de Maduro es compartida por gran parte de los gobiernos del mundo.
Bravuconadas y soledad de Maduro
Nicolás Maduro ha respondido al discurso del mandatario estadounidense con insultos y acusaciones. Según recoge el periódico oficial venezolano El Correo del Orinoco, ha dicho: “Donald Trump ha amenazado de muerte al presidente de la República Bolivariana de Venezuela, a este presidente humilde y obrero, yo no soy magnate estafador, y por eso seguiré aquí de pie mandando con este pueblo”. No ha explicado, eso sí, cómo ha llegado a la conclusión de que las palabras de Trump contenían dicha amenaza. Además, se ha referido al inquilino de la Casa Blanca como “el nuevo Hitler de la política internacional” y supremacista racial contra los venezolanos.
A pesar de todas sus bravuconadas, destinadas sobre todo a consumo interno venezolano, Nicolás Maduro está en una creciente soledad internacional. Tan sólo el presidente de Bolivia, Evo Morales, sale en su defensa. Nadie más se ha expresado contra las duras palabras que Trump ha dedicado al régimen bolivariano. Muy al contrario, el estadounidense subió a la tribuna de oradores de la Asamblea General de la ONU sabiendo que gran parte de los gobiernos del mundo comparten lo que dijo contra el Ejecutivo de Caracas.
En lo referido a la república bolivariana, el presidente de EEUU fue el portavoz de gran parte del resto de América y de Europa. La comunidad internacional parece haber entendido al fin que la causa de la democracia en Venezuela no es un mero asunto interno de sus habitantes.