Cuando un accionista observa que el principal responsable de su compañía no es de fiar y que su gestión al frente de la misma conduce a la bancarrota reacciona de dos formas posibles: o bien exige su dimisión o, simplemente, lleva a la práctica el popular dicho de coge el dinero y corre. Por desgracia, no es el caso, ya que el ámbito político carece de los sanos contrapesos propios del libre mercado y la propiedad privada.
El dinero de los contribuyentes está preso, al depender única y exclusivamente de la voluntad personal y partidista de la casta política. Una privilegiada y parasitaria clase social que, pese a anunciarse como legítima representantes del pueblo y defensora del interés general, en realidad, actúa siempre en beneficio propio. Es decir, en clave electoralista.
Por ello, no es de extrañar que Solbes haya insistido en ocultar la realidad a los españoles con una ristra de falacias y contradicciones manifiestas desde que comenzaron a surgir las primeras señales de alerta económica. En un alarde de valentía, el responsable de la cartera más importante del país corrige, por enésima vez, sus propios pronósticos. La ansiada recuperación ya no se espera para 2009 sino para 2010, según nos anuncia ahora.
Además, Solbes avanza que el sistema financiero más sólido del mundo deberá ser rescatado con el dinero de los contribuyentes, mediante la emisión de deuda pública. No sólo eso. El ministro va más allá y propone, incluso, hacer uso del fondo de garantía de depósitos para salvar a entidades de la bancarrota. El citado fondo, pese a ser exiguo y del todo insuficiente frente a las carencias del sistema de reserva fraccionaria propio del modelo financiero actual, es el único colchón con el que cuentan los depositantes para recuperar sus ahorros en caso de quiebra bancaria.
Una propuesta asimilable a la expropiación de las pensiones privadas aprobada por la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, que posiblemente empleará este dinero privado para afrontar los compromisos de deuda pública de su Gobierno peronista. Irlanda tampoco se queda atrás y el pasado diciembre anunció que emplearía las pensiones públicas en un intento desesperado por recapitalizar su banca.
Solbes hará uso del fondo que garantiza parte del dinero de los depositantes para el mismo fin. Atrás quedan ya los cantos de sirena acerca de la supuesta solvencia financiera española y la solidez económica del país. Sin embargo Solbes, y el Gobierno en su conjunto, sigue ocultando la verdad, ya sea por ignorancia o por motivos partidistas. Es igual. España no tocará fondo en 2009 y la senda de la recuperación tampoco llegará en 2010, tal y como ahora prevé el excelentísimo ministro.
La contracción económica avanza a un ritmo real del 5% anual y la caída histórica de la producción industrial, próxima al 20% interanual, avanza una recesión mucho más intensa a lo largo del presente ejercicio. El paro seguirá aumentando y, como consecuencia, se irá agotando el dinero para cubrir las prestaciones por desempleo, con la consiguiente presión sobre el resto de partidas presupuestarias conforme menguan cada vez más los ingresos fiscales de la Administración.
El déficit y la deuda pública serán el recurso fácil al que acudir durante un tiempo pero, según vaya incrementándose el desequilibrio de las cuentas públicas, el Tesoro tendrá grandes dificultades a la hora de colocar sus bonos. Conforme la crisis avance, la estabilidad financiera del país dependerá en última instancia de la voluntad del Gobierno francés y alemán por acudir al rescate del sistema. Si 2008 fue el inicio oficial de la crisis económica en España, 2009 será el comienzo de la crisis bancaria. Esto no ha hecho más que empezar, y con la actual dirección económica el fin llevará años. Una realidad que, en ningún caso, verán en boca de Solbes o alguno de los actuales ministros. Al Gobierno, simplemente, le falta vergüenza y le sobra irresponsabilidad.