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Un plan realista contra la recesión

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España saldrá adelante. Como lo hemos hecho siempre. El Gobierno, lo que tiene que hacer, es permitir que lo hagamos.

It can happen to everyone eventually«. Jon Anderson, Trevor Rabin.

Antes de analizar el plan de choque que necesita España debemos recordar que, como en el pasado, la prudencia y la responsabilidad de la sociedad civil y las empresas nos van a ayudar a salir de esta crisis.

España es mucho más grande que sus problemas y saldremos adelante, como siempre lo hemos hecho. Pos eso tenemos que ser realistas, responsables y cautos.

La lealtad y el patriotismo no implican adhesiones incondicionales y es nuestro deber alertar de los riesgos de caer en un optimismo irresponsable, precisamente, para que salgamos antes y mejor de esta crisis.

¿Qué recuperación habrá? 

Las estimaciones de crecimiento económico se están desplomando a velocidad de vértigo. El cierre, aunque sea temporal de la actividad económica, el transporte y el comercio, va a suponer una recesión inevitable. Se estima una caída del Producto Interior Bruto (PIB) mínima del 1,2% en 2020.

Desde Capital Economics a Goldman Sachs o JP Morgan se calculan auténticos desplomes del PIB en el primer y segundo trimestre que difícilmente van a compensarse con la tan repetida «recuperación en V».

Las economías líderes tienen mucha capacidad para enfrentarse a un shock como éste. No es el caso de España. Los cálculos para Estados Unidos indican que el paro se disparará a un 6,5%, en el caso de Reino Unido a un 7% y en Alemania al 6%.

En España nos enfrentamos a un cierre total de la economía con un paro de casi el 13%. Mucho más importante es recordar que la mayoría de las empresas españolas ya estaban en pérdidas en el último año registrado por la Agencia Tributaria (AEAT) y que la desaceleración en el ritmo de creación de empleo era muy evidente.

El plan Sánchez

El plan que ha presentado el Gobierno parte de tres fallos importantes. Ignora que ya estábamos en recesión, asume un paréntesis de bajo impacto y estima una recuperación rápida y exponencial que no tendrá impacto real en el empleo ni en las cuentas públicas y privadas.

Recordemos que el PIB del cuarto trimestre ya reflejaba una importante desaceleración. Si no hubiera sido por el aumento de gasto público y un sorprendente +53% en «productos de propiedad intelectual», el crecimiento fue negativo en casi todos los puntos, especialmente la inversión (-2,5%) y la demanda nacional (-0,2%).

Este plan incluye medidas que no son tales o ya estaban presupuestadas. Además, parte de un diagnóstico equivocado: que el problema al que nos enfrentamos es de demanda y acceso al crédito y no de desplome de ventas y acumulación de impuestos y costes fijos.

Los plazos

Hablamos de un plan que solo tiene 30 días de duración, y deja de tener efecto -a menos que se prolongue- una vez pasado ese mes. Incluye toda una serie de medidas para mitigar los impactos a familias y trabajadores que, en cualquier caso, ya están en su inmensa mayoría reflejados en la protección que ya estaba vigente.

También es importante entender que, antes de que nada de lo que se ha prometido en el plan se lleve a cabo, se dispararán los estabilizadores automáticos (gasto por desempleo, etc) a la vez que se hunden los ingresos fiscales por el efecto de la desaceleración previa.

No olvidemos que la recaudación por impuesto de sociedades ya estaba cayendo en noviembre de 2019 y que, desde entonces, IVA e IRPF van a sufrir graves caídas. De hecho, es posible que solo los estabilizadores automáticos absorban todo el espacio fiscal que se busca utilizar.

Las dos medidas estrella para comunidades autónomas y Sanidad ya estaban en el cuadro presupuestario. La primera es simplemente dar a las comunidades pagos a cuenta (2.800 millones), y la segunda, 1.000 millones de euros para Sanidad, está ya en los presupuestos y es obligado por Ley.

Es de agradecer que el Gobierno haya rectificado con respecto a los autónomos, que ya podrán solicitar la prestación por cese de actividad. Se han flexibilizado las condiciones de acceso y se corregirán todas las lagunas el próximo martes en Consejo de Ministros, aunque no hacía falta esperar, bastaba con clarificarse en una instrucción de la Seguridad Social. Sin embargo, los autónomos no pasan a vivir tranquilos cuando cese la actividad. Van al paro por desaparición de sus ingresos.

Es de agradecer también que se haya flexibilizado la legislación con respecto a los ERTE (expediente de regulación temporal de empleo), que ayudará a las empresas a pasar un socavón y luego continuar adelante.

¿Dónde está la trampa?

El problema del plan del Gobierno Sánchez (pero también de otros Ejecutivos) es que no nos enfrentamos a una crisis de corto plazo por credit crunch (falta de acceso a crédito), sino a un desplome de la actividad por cierre sanitario, de fronteras y empresas que crece exponencialmente.

Nadie va a negar que es necesario tomar medidas de cierre de espacio aéreo y de ciudades, pero en esa misma comprensión, deberían orientar las soluciones a los problemas reales. Para cuando el plan del Gobierno haya cumplido su mes de aplicación, empezarán a cerrarse ciudades y espacios aéreos en todo el mundo que hoy parece que siguen su actividad sin problemas.

Un país que exporta el 33% de su PIB debería ser consciente que el desplome de actividad mundial que hoy afecta, sobre todo, a China y Europa, se va a extender a México, que ha tomado la imprudente decisión de no cancelar eventos y decirle a su población que no pasa nada, Brasil, India, etc.

Ojo a las estimaciones

Por supuesto que se va a encontrar una vacuna, ya hay excelentes noticias desde Seattle, por ejemplo, pero se tardará unos meses en aprobarla y, lo más importante, se tardarán muchos meses en poder fabricar vacunas a escala global. Ese coste, privado y público, no lo estamos estimando.

El impacto económico en la recuperación tampoco se tiene en cuenta. Por eso es tan importante que el Ejecutivo piense en una recuperación en L, lenta aunque esperanzadora, pero no un rápido crecimiento. Si yo me equivoco y es una recuperación rápida, nuestra economía saldrá más fuerte que nunca, si no me equivoco, y vamos a varios meses de lento rebote, no caeremos en una crisis.

La inmensa mayoría de empresas no se enfrenta a un problema de acceso a crédito (hay oferta de crédito a demanda solvente y a tipos muy bajos), se enfrenta al cierre y despidos por cese de actividad. Cero ingresos, pero costes fijos e impuestos acumulados. Muchos negocios se van a encontrar que periodificar sus gastos no soluciona nada. No olvidemos que todavía tenemos unas 80.000 empresas menos que antes de la crisis.

El problema fundamental está en las palabras «movilizar» y «hasta». Movilizar no significa inyectar a la economía, sino abrir un proceso de solicitudes de crédito y de ahí el cálculo de «hasta 100.000 millones». Se puede quedar en nada. Porque el problema no es de avales, sino de la imposibilidad de pedir un préstamo, que es lo que subyace en todo el plan. No estamos en una crisis por falta de acceso a crédito, sino una crisis por desaparición de actividad.

La aportación privada

Asume el plan también 83.000 millones de euros del sector privado, pero nadie sabe cómo y de dónde se van a sacar. Si atendemos a los resultados empresariales del cuarto trimestre de 2019, las empresas españolas -salvo contadas excepciones- presentaron un entorno de beneficios muy débil y con importantes retos.

Adicionalmente, nuestras grandes empresas ya se encuentran con niveles de endeudamiento alto, aunque se haya reducido admirablemente en los últimos años. La estimación de deuda sobre Ebitda para las compañías no financieras es de más de dos veces para 2020 antes de que se revisen a la baja las estimaciones de ventas y beneficios, que van a ser, en España y a nivel global, enormes.

Sea como sea, esos 83.000 millones no están ni especificados ni van a fortalecer a un sector privado aún muy endeudado y unos bancos con una rentabilidad sobre activos tangible bajísima, y que además tiene un porcentaje importante de préstamos de difícil cobro.

El problema bancario

Además, la banca se va a enfrentar a un aumento de la morosidad en los activos ya existentes tanto en España como en el extranjero. Los bancos pueden enfrentarse a esta situación y lo han hecho de manera admirable, pero no van a poder aumentar riesgo en decenas de miles de millones mientras ayudan a sus clientes actuales a salir del escollo. El plan asume una fortaleza de balance en los agentes privados que ni es evidente en las grandes empresas ni es asumible en las pymes.

La recuperación se dará, pero no podemos pensar que hostelería, automóvil agricultura, industria de maquinaria y componentes y autónomos van a ver sus ventas recuperarse milagrosamente tras el paréntesis. Desafortunadamente, muchas empresas ya están recibiendo cancelaciones de pedidos para noviembre, diciembre y enero. Los efectos de este estimado paréntesis, incluso si es así, van a ser muy importantes.

Las medidas de crédito, liquidez y ayuda son adecuadas para los que ya hubieran podido sobrevivir antes de este paquete de medidas. La liquidez era inmensa, los tipos bajísimos y los bancos hacían todo lo posible por prestar. Nos estamos olvidando, precisamente, de los que han hecho sus deberes y viven mes a mes, sin grandes activos que usar para cubrir un préstamo y sin músculo para enfrentarse a meses de caída de ingresos. Porque esos, los que más van a sufrir estos meses, ya estaban ahogados a impuestos el año pasado.

Mis propuestas

Algunos miembros de los partidos del Gobierno han mencionado el concepto «economía de guerra». Y creo que es una estimación correcta. Para una economía de guerra no puede haber una administración de bonanza.

Lo primero que debería anunciar el Gobierno ante este reto que se presenta es una reducción drástica a cero de todas las partidas no esenciales de los Presupuestos, subvenciones innecesarias, gastos duplicados y una reducción de ministerios y altos cargos acorde al momento.

Lo segundo es una exoneración completa de impuestos durante el periodo de crisis a las empresas y autónomos. Cero ingresos, cero impuestos. Esto permitirá que, unido a unas líneas de liquidez sin coste durante 12 meses -no avales en préstamos, líneas de liquidez- permita sobrevivir al desastre de aumento de capital circulante que muchos van a sufrir.

El Estado ya va a consumir todo el espacio fiscal que conceda la Unión Europea y más gastando. La idea es que esa enorme liquidez a tipo real negativo que le llega al Estado sirva para algo eficaz, no para aumentar desequilibrios estructurales en gasto corriente.

Esto no es pedir al Estado que intervenga, es pedir al Gobierno que deje de intervenir tanto, no expolie durante un cataclismo empresarial sin precedentes, y se una en la responsabilidad y austeridad a los que están luchando cada día por sobrevivir.

¿Por qué? Si el Gobierno se empeña en mantener los pocos ingresos fiscales que pueda rascar de la inflexibilidad anunciada por el Ministerio de Hacienda, va a poner en peligro los ingresos de 2020 y los de 2021 y 2022, porque va a cercenar las bases imponibles por recaudar un poco este año.

El dominó de las quiebras

Si, por recaudar un poco más de lo que queda, y a pesar de tener liquidez ilimitada del BCE y flexibilidad absoluta de la Comisión, el Gobierno se empeña en mantener unos impuestos que no se van a poder pagar porque no hay ingresos ni beneficios, genera un doble negativo. El dominó de quiebras de empresas y caída de empleo tardará años en recuperarse y, con ello, las bases imponibles y los ingresos.

Además, el crecimiento potencial se cercena porque mantenemos una fiscalidad normativa desproporcionadamente alta, como recuerdan la CEOE y el Círculo de Empresarios, y no atraemos la poca inversión que podría llegar tras la recuperación. No puedes hacer economía de guerra considerando que todos tienen margen menos la enorme estructura administrativa.

Crítica constructiva

Desde la crítica más leal y la responsabilidad, les ruego que eviten los sesgos ideológicos, escuchen el drama de autónomos, pequeños y medianos empresarios, y recuerden el error que supuso intentar solucionar el problema económico de España con avales y aumentando déficit vía gasto. Los avales del ICO de 2009-2011 reflejaban un 83% de morosidad… y eso que se daban basados en criterios de solvencia y sostenibilidad del negocio.

Un enorme shock de cierre económico no se soluciona con más deuda, y usando para esa deuda y enorme aumento de riesgo el balance del sector privado, sino con medidas urgentes de oferta que respondan a la realidad de las empresas de España y, con ellas, de sus trabajadores.

España saldrá adelante. Como lo hemos hecho siempre. El Gobierno, lo que tiene que hacer, es permitir que lo hagamos. Porque el Estado somos los ciudadanos y los contribuyentes. El Estado no es el Gobierno. El Gobierno está para facilitar, no elegir ganadores y perdedores.

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