Pero por si esta mascarada fuera insuficiente, el Ejecutivo parece dispuesto a echar más gasolina al fuego. Así, este lunes aprobó un plan de carencia de dos años para las hipotecas de los parados. Varios medios de comunicación se han centrado en el hecho de que quienes se acojan a esta medida tendrán que pagar una cuota hipotecaria incrementada a partir de 2011; vamos, pan para hoy y hambre para mañana. Sin embargo, el punto fundamental no es si el plan se adapta mejor o peor a las necesidades de los desempleados, porque nunca fue un plan destinado a ayudarles. La cruda realidad es que, una vez más, el Gobierno ha salido al rescate de la banca utilizando a otros colectivos como cortinas de humo.
Lo primero que debería llamar la atención es que, si este plan de renegociación masiva de las hipotecas es beneficioso para los bancos, ¿por qué no han sido ellos mismos quienes lo han propuesto, sin la intervención del Estado? Y si es perjudicial, ¿por qué apenas se han oído voces críticas? La respuesta parece ser que la carencia habría resultado nociva para los bancos si no contaba con la intervención del Estado. ¿Y cuál es esa intervención que les viene tan bien? Pues ésta: el ICO avala parte de la hipoteca de quienes se acojan al plan.
Sin la intervención del Estado, los hechos habrían discurrido del siguiente modo: Miguel se queda en el paro y no puede seguir pagando su hipoteca, el banco tiene la opción de embargarle o de renegociar las condiciones del contrato modificando el plazo. Sin embargo, ¿para qué va a cambiarle el plazo, si probablemente dentro de unos años Miguel seguirá en el paro? La opción más verosímil sería la primera: el banco se queda con una casa invendible y reconoce en sus cuentas anuales que ha perdido dinero. ¿Resultado? Miguel pierde y el banco también.
¿En qué consiste el plan del Gobierno? Si Miguel se queda en el paro y se acoge a la moratoria, su banco aceptará gustoso la carencia de la hipoteca, porque le dará igual si dentro de dos años Miguel sigue desempleado y no puede pagar. Así las cosas, le embargará la casa para cobrarse una parte de la hipoteca y el ICO le pagará la otra parte. ¿Resultado? El banco gana, y Miguel y los contribuyentes pierden.
Es cierto que la banca, en los próximos dos años, perderá parte de sus ingresos, ya que los parados que sigan el plan del Gobierno sólo desembolsarán la mitad de sus cuotas hipotecarias hasta 2011. Pero se trata de un punto mucho menos problemático para las entidades de crédito que el tener que embargar las viviendas. Primero porque, con o sin plan gubernamental, muchas de esas hipotecas habrían resultado igualmente impagadas, fruto del aumento del paro; y segundo, porque su gran quebradero de cabeza es verse obligados a reconocer que una parte sustancial de sus activos están impagados.
No olvidemos que la banca estadounidense –y parte de la europea– ha quebrado precisamente cuando ha reconocido el repunte de los impagos sobre sus activos. Y no se crea que hace falta que mucha gente deje de pagar para que los bancos entren en bancarrota: con que lo hiciera aproximadamente el 10% de los deudores sería suficiente.
Además, los bancos sobreviven diariamente porque son capaces de endeudarse a muy corto plazo en los mercados interbancarios. Pero esta hazaña la logran gracias a que los bancos centrales aceptan prestarles dinero contra activos de alta calidad. ¿Considera usted que un crédito impagado es un activo de alta calidad? Probablemente no, y los bancos centrales –por mucho que les pese– tampoco están autorizado sa ello. Por lo tanto, un aumento de los activos impagados a los bancos también recorta su acceso diario a la liquidez. El plan del Gobierno evita justamente estos dos problemas. Por un lado maquilla los balances de los bancos (ya que durante dos años esas hipotecas no resultarán impagadas, y a partir de 2011 el ICO respaldará parte de los impagos), y por otro les permite seguir accediendo a la liquidez del interbancario y del BCE.
Sin embargo, tampoco conviene creer que los problemas para los bancos se han terminado. Aun cuando sea uno comparativamente menor, la carencia va a incrementar sus necesidades de liquidez y su dependencia del mercado interbancario y del Banco Central. Lo primero tendería a elevar el Euribor, y lo segundo a depreciar el euro. En cualquier caso, malas noticias para los parados: hipotecas y tasas de inflación más altas.
La peor parte, con todo, se la llevarán los contribuyentes, cuando el ICO tenga que pagar las hipotecas morosas de los bancos, lo que implicará o impuestos más altos o más deuda pública (es decir, impuestos más altos en unos años). Los dos caminos para sufragar las hipotecas apuntalarán la crisis, ya que reducirán el volumen de ahorro necesario para financiar la reconversión productiva que necesita España. Pero mientras tanto los bancos y el Gobierno seguirán sobreviviendo a trancas y barrancas, vampirizando al resto de la población. Lo que se viene a llamar una plutocracia, vamos.