La echan de la Biblioteca por ser mujer. No por haber estado tocándose el incunable tres años seguidos, acusación que no se sostiene a la vista de los éxitos rutilantes de su gestión, entre los que ella misma destacó la organización de un concierto de hip-hop (¡la Virgen!) y el hecho de que a su primer ágape navideño acudieran setecientos progres gorrones en lugar de los doscientos habituales en años anteriores.
Pero no debe preocuparse la insigne escritora catalana, faro de la progresía española en su vertiente más radical. Una persona con sus conocimientos y su prestigio tiene ante sí un horizonte de posibilidades laborales de lo más variado. Permítasenos aportar alguna idea al respecto.
- Coordinadora de programas para el fomento de la lectura de prensa.
- Profesora de Introducción a la Sagrada Escritura en la Universidad Pontificia de Comillas, donde podrá continuar sus prometedoras investigaciones sobre el personaje de Barrabás y su facilidad para el teletransporte.
- Directora de un ciclo de Seminarios sobre el papel de la mujer en la política española, con especial atención a la figura de Clara Campomanes, o Cantimpalo, o como se llame.
- Responsable del departamento de investigación criminal de la policía, especializado en el contrabando de obras de arte.
- Embajadora de España en Caracas.
- Redactora de manifiestos de intelectuales comprometidos.
Cualquier cosa menos tomarse unas merecidas vacaciones después de estos tres años de actividad febril, en los que apenas ha tenido tiempo para insultar a la media España que no se resigna a progresar adecuadamente. El mundo está agonizando y sólo los intelectuales de izquierda pueden cambiarlo. Continúe en la brecha Doña Rosa. El futuro de la España plurinacional depende en gran parte de personas como usted.