Juan Fernando López Aguilar, eurodiputado del PSOE, dijo en una entrevista concedida a este diario que la crisis actual «no es consecuencia de ningún accidente ni de ningún error de cálculo bienintencionado, sino de una política miserablemente antisocial». Estoy totalmente de acuerdo con estas palabras del señor López Aguilar, pues es cierto que la terrible crisis que vivimos no ha sido por un error de cálculo, sino por un problema de imposibilidad de cálculo, que sucede en los antisociales sistemas socialistas, como demostró Ludwig von Mises en 1920.
Mises explicó que en las economías socialistas planificadas centralmente, donde no existe la propiedad privada, la libertad empresarial y los precios de libre mercado, es imposible realizar el cálculo económico y están abocadas al fracaso. El origen de la crisis estuvo en uno de los mercados más intervenidos del mundo, el mercado financiero. Frente a lo que algunos creen, el sistema financiero actual nada tiene que ver con las sociedades libres o capitalistas, sino que está totalmente planificado a través de los bancos centrales.
Son estos los que tienen el monopolio del dinero y los que decidieron expandir y abaratar el crédito, creando así una burbuja financiera que distorsionó totalmente nuestras economías, como explica el economista Juan Ramón Rallo, director del Instituto Juan de Mariana, en su libro «Una alternativa liberal para salir de la crisis». Esta burbuja de crédito barato fue la que inundó nuestra economía de dinero y la que hizo que casi todo el sector privado se lanzara a invertir y consumir endeudándose, lo que originó una burbuja productiva que hizo crecer falsamente la economía de nuestro país.
Este falso crecimiento inundó de dinero las arcas públicas, que entre 2001 y 2007 consiguieron incrementar sus ingresos en 175.000 millones de euros, y creó la burbuja pública al incrementar el gasto en 150.000 millones de euros, como hizo el Gobierno de España al que perteneció el señor López Aguilar. La burbuja financiera y la productiva han sido pinchadas, pues ya no se regalan créditos, los precios se están ajustando y la deuda privada se reduce a pasos agigantados. Sin embargo, la pública, la originada por políticos irresponsables como los que gobiernan en nuestras Islas, que se empeñan en mantener abiertas innecesarias empresas públicas que despilfarran cantidades ingentes de dinero, como Radiotelevisión Canaria, Visocan o Gesplan, entre otras, no sólo no se ha pinchado, sino que se quiere mantener a base de exprimir a impuestos a los ciudadanos.
Sin duda, esta política es «miserablemente antisocial», pues nada tiene que ver con la cooperación social que surge en las sociedades libres. Por ello, debe ser «combatida por otra política que prime el crecimiento y la creación de empleo», como aseguró en su entrevista Juan Fernando López Aguilar. Esa política no es otra que la de pinchar la burbuja pública reduciendo el gasto e incrementar la libertad de los canarios, bajando los impuestos y liberalizando los mercados para así reactivar nuestra maltrecha economía y crear empleo.