La melancolía no es la única opción: la otra es seguir leyendo.
Tituló El País: “El 71 % de los españoles pagaría más impuestos para sostener las pensiones”. El subtítulo era: “El 65 % de los encuestados cree que se debe combatir la desigualdad social aun a costa de una mayor tributación”.
Cabe lamentar que se aplaudan las cadenas, y deplorar que haya personas que aún crean que los impuestos se pagan “para” financiar pensiones, cuando es evidente que se pagan porque son obligatorios.
El Estado nos arrebata nuestros bienes a la fuerza, y después gasta conforme a criterios políticos, al revés que el mercado, en donde pagamos libremente, y lo hacemos si deseamos aquello que compramos. Lo de subir los impuestos para pagar pensiones (se suele añadir “dignas”, como si conservar nuestros bienes no fuera digno) es un chantaje del poder, que recurre a excusas para desactivar la resistencia popular, como la de “combatir la desigualdad”, un truco para justificar la opresión tributaria. No hay nada de malo en que nuestra vecina sea más rica que nosotros, si se ha enriquecido honradamente.
Sin embargo, la melancolía no es la única opción: la otra es seguir leyendo. Y la lectura del artículo de El País introduce desde el principio matices para contrarrestar la depresión. Resulta que los más partidarios de subir los impuestos son los votantes de la izquierda, mientras que los más reacios son los jóvenes, que resultan ser los que más prefieren pagar menos impuestos aunque las pensiones sean menores.
Donde entendieron que el asunto es complejo fue precisamente en El País, que publicó un editorial reclamando “un nuevo pacto intergeneracional”. Toda la monserga de la izquierda por “un nuevo contrato social” tiene como objetivo superar este gravísimo problema: que la juventud no comparte la tomadura de pelo de que más impuestos resuelven todos los males. De ahí la inquietud del diario, porque “el futuro depende de un gran acuerdo político para recuperar a los jóvenes”. Léase: recuperarlos para el voto de izquierdas con el camelo del contrato social, que sólo pretende consolidar el poder político.
En efecto, si tantos españoles estarían dispuestos a padecer todavía más sablazos fiscales, como propone la izquierda, ¿cómo es posible que voten cada vez más a los partidos del centro y la derecha que proponen bajar los impuestos?