La mayor parte de quienes lean esta columna saben de sobra quién es Carlos Alberto Montaner, ese admirable escritor, periodista y activista por la libertad para la isla con quien tengo el privilegio de compartir páginas virtuales.
Además de ser los dos cubanos (uno en el interior, otro en el exilio), ambos comparten el honor de ser objeto de una dura campaña de difamación del régimen comunista y sus palmeros en el resto del mundo. De hecho la última oleada de ataques a la imagen de Montaner desde La Habana tenía como uno de sus objetivos iniciales tratar de desprestigiar a la bloggera, como el propio escritor señala en un reciente artículo. Resulta totalmente surrealista pretender, como hacen los secuaces de los hermanos Castro, que un colaborador de Libertad Digital, el que sea, tiene la capacidad de hacer que El País le otorgue un premio a alguien, en este caso Yoani Sánchez.
En el caso de Montaner, el odio que le tiene el castrismo viene de muy lejos y parece inextinguible, como demuestra que todo lo referido a su persona siga molestándole tanto. Parece que no se esperaban el manifiesto de apoyo firmado inicialmente por ciento cuarenta personas –entre las que figuran personalidades del nivel de Mario y Álvaro Vargas Llosa, Havel, Aznar o Lacalle, y que ya suma más de trescientos firmantes, algunos de la talla de André Glucksmann o Adam Michnik– y que tan mal les ha sentado. Al menos eso es lo que se desprende de la nueva arremetida escrita en Granma por un franco-canadiense entregado al régimen de La Habana.
Lo de Yoani Sánchez es diferente. Les ha empezado a molestar hace poco tiempo. Posiblemente al principio el Gobierno de La Habana no intentara actuar contra ella y permitiera acceder a Generación Y desde la Isla para aparentar un aperturismo que pudieran vender esos medios occidentales siempre tan ansiosos de poder hablar bien de los hermanos Castro. Sin embargo, una vez que la prensa extranjera habló de ella, bloquearon el acceso a la bitácora desde Cuba. Pero no fue suficiente. El País le concedió el Premio Ortega y Gasset, y la respuesta de las autoridades comunistas fue impedirle salir de su país para venir a España a recogerlo.
Pero ni así lograron que se dejara de hablar de ella. Crearon un blog escrito por un supuesto Yohandry (un nombre que trata de llevar a la confusión) para tratar de contrarrestar la influencia de Yoani Sánchez, pero no lograron su objetivo. Por eso inventaron una fantástica y demencial historia de conspiraciones, espías y grandes corporaciones (¡Prisa como un tentáculo de la CIA!) en la que metieron con calzador a Montaner. Es posible que si no encarcelan a la bloggera, tan incómoda para ellos, se deba tan sólo al daño que haría eso a la falsa imagen de aperturismo que trata de mostrar Raúl Castro.
Carlos Alberto Montaner y Yoani Sánchez son dos dignos ejemplos de lo que más odia la dictadura comunista: cubanos que fuera o dentro de la mayor de las Antillas no aceptan que sus compatriotas y ellos mismos no puedan ser libres. Dos auténticas voces de la libertad.