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¿Y a mí por qué no me pagan?

Publicado en Libertad Digital

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Y sin embargo yo, que también he aportado mi granito de arena para contrarrestar la histeria colectiva provocada por botarates como Al Gore, jamás he recibido ni un mísero sobre repleto de dólares como, según insinúa El País, ocurre con mis compañeros y hasta ayer amigos.

Acabo de enviar un correo electrónico a los presidentes de Shell, Texaco, British Petroleum y Exxon acusándoles de discriminación y exigiendo los pagos atrasados que me corresponden, exactamente en igual cuantía que el resto de mercenarios de la devastación mundial a beneficio de las empresas petrolíferas.

En mi ingenuidad, he estado escribiendo artículos defendiendo una postura escéptica sobre el origen antropogénico del calentamiento global, simplemente porque la charlatanería interesada me produce una repugnancia espontánea. No acepto lecciones de moral de quienes se hacen ricos provocando el miedo a través de la utilización de datos manipulados cuando no, directamente, de mentiras flagrantes, dicho sea sin ánimo de señalar.

Los progres son incapaces de entender que alguien les lleve la contra simplemente por amor a la verdad. Su reacción inmediata, cuando alguien les contradice, es buscar las causas ocultas de que esa persona no acepte su discurso como una verdad revelada. Ellos, claro, están libres de cualquier sospecha de que existan otros intereses disfrazados tras su actitud inquisidora. Al Gore, por ejemplo, invierte el dinero esquilmado a los idiotas europeos, a razón de doscientos mil talegos la performance, en fondos de inversión especializados en energías renovables. Pero Su Goricidad no tiene ningún interés en promocionar estos negocios acusando a las petroleras de las mayores atrocidades; es simplemente una excentricidad de su asesor financiero (todo icono progre necesita uno) en la que él no tiene nada que ver.

Por cierto, los mayores productores de sistemas de energía alternativa son precisamente empresas filiales de las grandes petroleras, así que también Su Goricidad está siendo pagado por quienes amenazan la vida en la Tierra. En definitiva, que aquí todo el mundo cobra por opinar sobre el cambio climático excepto yo. ¡Exijo igualdaz!

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