La idea de que el Estado puede crear empleo sostenible y riqueza desviando fondos del mercado a proyectos que los ciudadanos no financiarían voluntariamente, suena a chiste para cualquier persona que haya pasado por un curso de introducción a la Economía.
Hasta ahora sólo conocíamos los datos oficiales de empleo alemán en la industria renovable pero nadie había afrontado el reto de estudiar el coste de oportunidad de las gigantescas ayudas públicas a ese segmento del sector eléctrico. Un equipo de doctores en Economía del Rheinisch-Westfalisches Institut für Wirtschaftforschung ha venido a cubrir esta laguna. El resultado es, como no podía ser de otro modo, un jarro de agua fría para quienes esperaban que el caso Alemán contradijera las leyes de la naturaleza (económica). Alemania uso las mismas herramientas que España para ayudar a las renovables: precios tasados para la producción muy por encima del precio de mercado y obligación de compra para los distribuidores de electricidad.
Los resultados también son bien parecidos a los que se produjeron en nuestro país. Cada empleo verde ha costado a los alemanes la friolera de 175.000 euros, la prima a la producción solar supone ocho veces el precio de mercado de la electricidad, la prima a la energía eólica es un 300% el coste convencional de la electricidad y el coste neto de la subvención solar se estima en algo más de 53.000 millones de euros y el de la eólica en 20.500 millones. Los autores advierten de que si lo que se pretende es reducir las emisiones de CO2, no puede encontrarse una forma más cara. En la actualidad, las formas alternativas cuestan 53 veces menos en el mercado. En resumen, tampoco en Alemania ha sido capaz de hacer milagros con las subvenciones. La supuesta maravilla renovable alemana lograda gracias a las subvenciones públicas no pasaba de ser otro carísimo cuento verde.