Sin embargo, en una insistente demostración de irresponsabilidad política, Zapatero sigue haciendo oídos sordos a las advertencias lanzadas desde el Banco de España y el Banco Central Europeo. ¿Resultado? El déficit del Estado (diferencia entre ingresos y gastos) se ha triplicado en mayo con respecto a abril, hasta provocar un agujero próximo a los 20.000 millones de euros en las arcas públicas, equivalente al 1,78% del PIB.
Los recursos no financieros (ingresos) ascendieron a 45.358 millones de euros durante los cinco primeros meses del año, mientras que los empleos no financieros (gastos) del Estado se situaron en 64.901 millones. Pero lo relevante no son tanto las cifras sino su evolución. Así, los ingresos, vía recaudación fiscal, se hundieron un 24,9% hasta el pasado mayo con respecto al mismo período de 2008. Por el contrario, el gasto público crece a un ritmo del 13% interanual, según los propios datos de Economía.
Y el problema es que la brecha no tiene visos de reducción a medio plazo. Como consecuencia, el Gobierno está tirando de deuda pública para compensar la drástica caída de los ingresos tributarios y, así, poder mantener sus compromisos como, por ejemplo, el pago de las prestaciones por desempleo. Es decir, las arcas públicas se enfrentan ya a un acuciante problema de liquidez. No obstante, en los últimos 12 meses el Tesoro ha colocado cerca de 100.000 millones de euros en el mercado de bonos y se esperan otros tantos, como mínimo, para el próximo año.
Ante tal presión, Salgado & Company se han puesto manos a la obra con el fin de aumentar la recaudación. Si la primera subida ha afectado a los tributos indirectos, todo apunta a que los siguientes en experimentar modificaciones al alza serán, sin duda, los directos y los que gravan el capital, esto es, el ahorro.
Se trata no sólo de una política insostenible, sino de una estrategia destinada al suicidio colectivo. Imagínese por un momento la gestión de Zapatero aplicada al ámbito de la economía doméstica. En una familia de cuatro miembros, tres de ellos (padre, madre e hijo mayor) trabajan, aportando recursos periódicos al sostenimiento del hogar, como las cuotas de la hipoteca, el préstamo del coche y el pago de las facturas. La crisis deja en el paro a uno de ellos, restando en un 25% ó 30% el volumen total de ingresos que percibía dicha familia.
Pese a ello, no sólo se obstinan en mantener el nivel de gastos anterior sino que, alegremente, deciden viajar todos juntos al Caribe para celebrar la buena nueva y, por si fuera poco, renuevan su antiguo coche aprovechando las ayudas públicas que ofrece el ministro Sebastián. No obstante, malo será que en unos meses, como mucho, la economía no mejore y vuelvan a surgir oportunidades de trabajo, tal y como afirma el presidente Zapatero en el telediario de TVE.
Pero mientras espera, su nivel de gastos ya ha crecido un 15% anual, y como la familia en cuestión no dispone de ahorros, acuden al banco para solicitar un crédito con el que sufragar tales "necesidades básicas". ¿Cuál sería la respuesta del banquero? En este caso es amigo por lo que, sin atender a la lógica, accede. A cambio, eso sí, de un buen aval para cubrir el préstamo. Ahora bien. ¿Y si el padre que se ha quedado en paro no encuentra trabajo ni en un año ni en dos? Es más, ¿y si durante ese período el hijo mayor también se queda sin empleo? ¿Y si, aún así, la familia mantiene e, incluso, incrementa su nivel de gastos? En este caso, es seguro que el banquero perderá un amigo pero, cumpliendo su obligación, ejecutará el aval y la familia entrará en quiebra.
En lugar de recortar gastos, Zapatero está siguiendo justo la receta contraria. Al fin y al cabo, su banca de confianza (el Tesoro) avalará todos los dispendios habidos y por haber mediante la emisión de deuda pública, ya que el Gobierno cuenta con un aval muy potente (la recaudación de impuestos futuros). Pero, ¿y si la crisis se prolonga más allá de las previsiones optimistas del Gobierno? ¿Y si el paro en España alcanza los seis millones de parados? Los ingresos fiscales serán entonces todavía menores. ¿Y si en este contexto las necesidades de gasto se disparan otros 100.000 ó 200.000 millones, tan sólo como resultado del rescate bancario? Tarde o temprano los acreedores dirán basta. El coste del crédito explotará e, incluso, podría llegar a cerrarse.
Lo que necesita Zapatero no es, pues, una chequera sino unas tijeras de tamaño jardín para aplicar un recorte drástico en los Presupuestos Generales del Estado, al igual que todos los presidentes autonómicos y autoridades locales de este país. Y después, bajar impuestos para fomentar el ahorro y aliviar la carga fiscal de familias y empresas. Por desgracia, esto no va a ocurrir… La poda la realizará otro. Y ésta será por imposición, sin recomendaciones o sugerencias de ningún tipo.