Por eso, a muchos observadores les ha sorprendido que la bolsa no se inmutase en su apertura tras la ruptura por parte de ETA de la tregua indefinida. Y no ya por los 35 millones de euros que costará la reparación de los daños sino por los riesgos sobre la estabilidad política y sobre el respeto de la propiedad privada.
La explicación a este hecho paradójico es más sencilla de lo que pudiera parecer. Y es que ETA nunca afirmó que hubiese renunciado a la violencia ni que fuese a abandonar las armas. Mucho menos aún insinuó jamás que fuese a desistir en su objetivo de establecer un régimen totalitario de corte socialista en el País Vasco y todos aquellos territorios que pueda fagocitar. Es más, mientras la Eurocámara, a petición del PSOE, respaldaba el proceso de rendición de Zetapé, ETA dejaba meridianamente claras sus intenciones con el robo de más de 300 pistolas en Francia. De hecho, ETA no ha mentido a los españoles (su alto el fuego era, recordemos, por tiempo indefinido). Quien sí nos aseguró que conocidos terroristas se habían transformado en hombres de paz, y que cada día que pasaba nos iba y nos iría mejor, fue Zapatero. Pues bien, resulta evidente que el mundo financiero se fiaba más de ETA que de Rodríguez Zapatero y que habían descontado el terrible desenlace.
Para Bambi, ni el rearme, ni las cartas de extorsión, ni las bombas colocadas durante su "diálogo", ni la destrucción de negocios eran síntomas de que las cosas fuesen mal para su "paz". Pero si, a principios de noviembre, los altos cargos socialistas volvieron a pedir escolta es porque ese optimismo presidencial no era incompatible con nuevos muertos sobre la mesa de negociación.
En caso de que Zetapé planeara dejarles experimentar el esclavismo marxista-leninista en tierras vascas, su optimismo estaría justificado. Es lo que tiene el incompleto derribo del Muro de Berlín: ya nadie piensa que el socialismo pueda ser más próspero que el capitalismo, pero muchos siguen creyendo que es éticamente superior. Tanto ETA como Zetapé parecen estar de acuerdo en esta falacia. Así que si ETA dejaba de matar, ¿por qué no concederle poner en práctica la utopía comunista? En vista de los hechos, Zapatero tiene que dimitir. No porque ETA haya podido engañarle o esté dispuesto a apoyar la independencia de una región de España sino porque ha jugado con la libertad, la vida y la propiedad de los españoles.