¿Por qué cierran los parques en Madrid?

Tags :
Share This :

Muchos vecinos madrileños se están encontrando esta primavera y verano con un nuevo fenómeno hasta ahora desconocido, y quizá pionero a nivel mundial. Ya asomó la cabecita el verano pasado, pero parece estar normalizándose y, si no hacemos nada por evitarlo, pasará a formar parte de nuestras vidas. Me refiero al cierre de los parques públicos por causas climatológicas.

Llevo viviendo en la capital casi 40 años, y no recuerdo haberme encontrado un parque cerrado al público. Ahora pasa con la suficiente frecuencia como para que no se me olvide de una vez para la siguiente, y haya decidido escribir este artículo, con cierto tono de denuncia. Como digo, ya no es raro ver a horas no intempestivas, un grupo de personas atónitas, contemplando la puerta cerrada del parque al que han salido a pasear o a llevar a los niños a jugar. Una aproximación para inquirir por las causas de tal cierre revelará poca más información, normalmente un folio con el parco rótulo: “Cerrado por climatología adversa”.

Uno se pregunta en qué consistirá la climatología adversa que fuerza tal cierre, mientras contempla el sol radiante sin nubes y observa la perfecta quietud de los árboles ante la ausencia de una mínima brisa. El visitante frustrado no tarda en darse la vuelta y proseguir su camino hacia otros pagos, pero el más reflexivo se pregunta por las razones de tan nuevo fenómeno, que además solo afecta a los parques públicos.

Según la Asociación Vecinal Retiro Norte[1], a fecha 8 de julio se habían cerrado los parques madrileños ni más ni menos que 25 días en 2025, aproximadamente el 14% de las jornadas. Por comparar con un sitio similar no público, el Parque de Atracciones de la misma ciudad, cerró la última vez en 2023 por un corte de luz. El parque Zoológico, otro lugar comparable, no ha cerrado desde que fuera obligado en 2020 a consecuencia del COVID.

Las razones son fáciles de entender. En los dos últimos recintos, el cierre supone pérdida de ingresos para sus dueños, que es algo que normalmente un empresario no se puede permitir. Imagínense qué empresa podría sobrevivir si perdiera el 14% de sus ingresos por climatología adversa como la que he descrito más arriba. En cambio, cuando se cierra un parque municipal, no se pierden ingresos ni, de momento, votos. Lo único que se pierde son unas horas de trabajo del funcionario de turno, quien quizá sea además el que toma la decisión del cierre, por lo que es muy fácil entender cuáles van a ser sus incentivos para tal decisión.

Es evidente que el escaqueo funcionarial no puede ser la causa última, porque entonces los parques habrían dejado de estar abiertos hace años. No, por supuesto que no. La causa última es la protección del ciudadano, con quien la administración municipal prefiere no correr riesgos. La estancia en un parque, como tantas situaciones en la vida, es causa de riesgos. Si hace mucho viento, pueden caerse ramas; si llueve o nieva, te puedes resbalar; si hace calor, no sé, a lo mejor es más fácil que prenda un fuego.

En la medida en que dichos riesgos sean controlables, lo que harán los empresarios será invertir en el mantenimiento y puesta a punto de las instalaciones, para tratar de reducirlos tanto como puedan. Los empresarios saben que clientes accidentados no son buenos clientes, y que en caso de riesgo cierto siempre será mejor cerrar el parque. Pero también saben que es mejor prevenir que curar, y que el cierre les supondrá frustración a sus posibles clientes y pérdidas de ingresos. Por ello, prefieren gastarse el dinero en hacer su parque lo más seguro posible y evitar cerrarlo al mínimo contratiempo.

Pero el mismo razonamiento no aplica a las administraciones públicas, por la sencilla razón de que tal mantenimiento implica un coste sin la correspondiente expectativa de ingreso. La gestión pública, por su propia naturaleza “filantrópica” de no buscar beneficios económicos, ve cualquier inversión como puro coste, y lógicamente trata de reducirla al máximo. Si a esto unimos el arma de destrucción masiva que es el poder de imponer cosas a los ciudadanos, tarde o temprano se dan cuenta de que la mejor solución para no incurrir en costes es que la gente no use sus servicios. De aquí a buscar causas objetivas que justifiquen el cierre, en este caso de los parques en Madrid, hay solo un pequeño paso, y voila, se explican los 25 días de parques cerrados en 2025.

Pero, ¿por qué limitarse a los parques en Madrid? También empieza a ser un clamor el mal estado de las carreteras en España, que nuestro Gobierno está resolviendo mediante un expediente simple, barato y original: poner una señal avisando del mal estado del firme. Todo sea por la eficiencia de la gestión, porque seguro que así se permiten unos ahorros de fondos que tanta utilidad pueden encontrar en comprar apoyos en el País Vasco, Cataluña y segmentos sociales, como el Verano Joven.

Obvio es decir que tal ausencia de mantenimiento, por mucha señal que se ponga avisando, hará que las carreteras se deterioren más hasta el punto de hacerse peligrosas. ¿Cómo evitar que aumente la siniestralidad sin tener que gastar un Euro en mantenerlas? Prohíbase la circulación por tales tramos.

Todo esto a alguien le puede sonar exagerado y hasta histriónico. Y puede que lo sea. Pero yo no puedo evitar recordar hace 5 años cuando el COVID se extendió por el mundo y a ningún Estado se le ocurrió lo de invertir para ampliar puntualmente la capacidad del sistema sanitario (alguna honrosa excepción hubo precisamente en la Comunidad de Madrid). Todos prefirieron confinarnos en nuestros domicilios y ahorrarse dinero y riesgos: las consecuencias psicológicas y físicas nos las comimos los ciudadanos, como nos comeremos las económicas que a no mucho tardar aflorarán.

En el COVID quedó patente la resistencia de cada sociedad a las imposiciones estatales contra la libertad, y los Estados aprendieron que a veces es más fácil y barato prohibirnos cosas que solucionar problemas. El cierre arbitrario de los parques madrileños no está tan lejos como parece de aquel terrible confinamiento, ni en tiempo ni en concepto. Solo cabe esperar que ahora sí nos resistamos.


[1] https://decide.madrid.es/proposals/39216-cambio-al-protocolo-de-cierre-de-parques-en-verano

Deja una respuesta