



La universidad española: a pesar del Gobierno
A muchos políticos se les llena la boca hablando de excelencia universitaria y no se atiende a la realidad.
A muchos políticos se les llena la boca hablando de excelencia universitaria y no se atiende a la realidad.
No he leído un análisis global y más o menos neutral del problema de fondo: los incentivos y las expectativas.
Los sistemas educativos producen demasiada gente que “sabe” y poca que no sabe que no sabe lo que hay que saber.
Parece que -por fin- asistimos a movimientos de rebelión contra la manipulación del idioma y de la enseñanza.
Frente a la inmersión lingüística catalana, la solución no es la obligación de estudiar en castellano.
Ni los nacionalistas catalanes, ni los vascos, ni los librillos autonómicos. Nada que no deseen los padres para sus hijos.
La reforma de Cristina Cifuentes no elimina, sino que multiplica y empodera la estalinista burocracia universitaria a la hora de controlar la creación de universidades.
Con todo lo que se habla de paro juvenil o fracaso escolar, es extraño lo poco que se suelen emparejar ambas cuestiones.
El gobierno de una comunidad autónoma no debería traficar con las licencias universitarias como pretende hacer Cifuentes.
El proceso educativo no puede encararse a través del empleo de la fuerza.