Cuando Javier Milei subió al poder en diciembre del año pasado, Argentina sufría una tasa de inflación anual superior al 211%. Estaba sólo por detrás de Venezuela y Líbano.
Hazlitt, escribiendo durante la administración Carter, argumentó que el aumento de la inmoralidad pública ya estaba en marcha, y que se derivaba directamente de su moneda libertina.
El Tío Sam se frota las manos del gran negocio que fue prestar dinero usando el señoreaje. Transformó unas toneladas de papel periódico en miles de cabezas de ganado. Un negociazo demencial.
Los gobiernos no tienen intención de aterrizar la deuda. La deuda lleva más de 40 años siendo tachada de «insostenible», lo cual parece ilógico teniendo en cuenta que se sigue incrementando
Los jubilados, considerados estos como la capa poblacional de personas mayores de 65 años resultan ser los más perjudicados por la inflación, ya que la mayor parte de los ahorros de esta capa poblacional suelen hallarse en activos nominales como depósitos y cuentas corrientes. Sufren severas devaluaciones a causa de la inflación.
Es el resultado del señoreaje. Es decir, de producir dinero sin respaldo de oro, en realidad es un sistema de robo sutil y furtivo, de despojarle al ciudadano de sueldo fijo su poder adquisitivo y sin que se percate de ello.
Los altos niveles de precios alcanzados en los últimos dos años se explican de manera significativa por una política de estímulos fiscales y monetarios que no se vio acompañada por un aumento de la producción.
Si más gente invierte en oro, es probable que inspire una competencia creciente para el dólar estadounidense y otras monedas mundiales.
Los gobiernos de estados altamente endeudados no tienen ningún interés en reducir la inflación hasta el 2%, ya que una tasa de inflación moderadamente elevada les beneficia al contribuir a erosionar la montaña de deuda pública sin necesidad de esforzarse en realizar ajustes.
El crecimiento del dinero podría gestionarse de forma que se alcanzara el objetivo de inflación, generando un nivel adecuado de PIB nominal.