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Cinco vías para hacer que el libertarismo avance
Para dar cuerpo a la concepción de la ciudadanía y los derechos civiles, el libertarismo necesita reconocer que «público-privado» y «gobierno-no gobierno» no son uno, sino dos binarios distintos.
Para dar cuerpo a la concepción de la ciudadanía y los derechos civiles, el libertarismo necesita reconocer que «público-privado» y «gobierno-no gobierno» no son uno, sino dos binarios distintos.
Echaremos mucho de menos a David Boaz, pero su tradición y su estilo libertario seguirán inspirándonos y guiándonos.
Frente al maximalismo de Donoso Cortés, quizás el supremo interés, no ya del liberalismo, sino de toda la sociedad, está en que nunca se lleguen a producir los días de las negaciones radicales o de las afirmaciones absolutas.
Argumentar a favor del Estado exige partir del desconocimiento de aquello que hace toda argumentación posible; aquello que es tan, pero tan caro para el libertarismo, la condición de toda argumentación y, por ende, del mercado y la sociedad: la propiedad privada.
Sentadas en la segunda mitad del siglo XVII en sus principales líneas las bases teóricas del liberalismo por autores como el holandés Baruch Spinoza (1632-1677) y el británico John Locke
El liberalismo español tuvo su apogeo durante la Primera República (1873-1874), cuando se elaboró la Constitución de 1873, que establecía un régimen republicano y reconocía derechos como el sufragio universal y la libertad de asociación.
Este artículo fue originalmente publicado por el IEA. Sam Collins, Asesor Principal de Política de la AIE, sostiene que sí: El liberalismo clásico es un movimiento político que se basa
Conseguir la combinación adecuada de elementos liberales y democráticos en la democracia liberal es muy difícil, independientemente de si se prioriza la democracia, la libertad o ninguna de las dos.
El individuo se desdibuja cuando se doblega ante la masa enervada, y cuando se somete, ineludiblemente, a una élite autoritaria.
En 1763 finalizaba la Guerra de los Siete Años de la que España había salido muy perjudicada. El monarca que reinaba en aquella época era Carlos III, hijo de Felipe