El Estado nunca puede ser neutral o representarnos a “todos”, sino solo a una parte, mayoritaria o no, de la población.
Es el fracaso de la política como un juego de ajedrez con el electorado.
Existe un componente social y cultural que acaba por movernos para tratar de lograr el respeto en el círculo con el que entablamos nuestras relaciones.
Día a día convivimos con “dictadores” sin que nuestra libertad se vea alterada por ellos.
Kavanaugh está siendo acusado de un delito sexual imposible de probar o desmentir.
La amenaza secesionista ha ido creciendo, a medida que la apelación a la nación histórica iba cediendo a la propia Constitución.
España, como cualquier país, necesita un Gobierno con una línea de actuación coherente.
Todas estas aventuras judiciales se reducen a lo de siempre: política.
Luces y sombras, bajo el prisma del liberalismo, en los valores y principios de Pablo Casado.
Ahora Casado no tiene tiempo para jugar con las contradicciones, como Sánchez o Iglesias.