El sistema universitario, por su forma de ser, constituye una anomalía que debe ser analizada desde un punto de vista independiente del sistema educativo. Para empezar, no se trata del
Miedo a ser rechazados por sus compañeros. Miedo a los profesores y a las instituciones académicas cuyos miembros predican esas ideologías. Miedo a su integridad física por las bandas de criminales que ocupan y destrozan los campus con sus protestas, asaltando e increpando, insultando y agrediendo, como le pasa a todo aquel que ose nadar a contracorriente.