Zona especial Elon

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Ante el éxito de DOGE en controlar el despilfarro en el gasto público, el Partido Demócrata ha lanzado una campaña centrada en el lema I didn’t vote for Elon Musk. No ha tenido el éxito que esperaban, ya que ha sido aprovechada por multitud de personas, que no eran votantes tradicionales del Partido Republicano, para remarcar que su voto sí ha sido motivado por la promesa de Trump de dar a Elon un papel principal en su administración.

Y es que Elon Musk no es un empresario convencional. Mucha gente ya se está percatando de ello, pero seguramente estemos lejos de ser conscientes del papel trascendental que puede interpretar en los próximos años. Y no solo en su influencia en el actual gobierno de Estado Unidos, sino por proyectos tan interesantes como Starbase. El proyecto de ciudad del espacio de SpaceX en Texas, que busca establecer un municipio autosuficiente cerca de Boca Chica para empleados y familias, enfocado en el desarrollo del cohete Starship, con viviendas, escuelas y servicios esenciales, respaldado por una gran inversión en infraestructura tecnológica.

Fundar una ciudad vinculada a una empresa no es algo nuevo. De hecho, era habitual en otros tiempos, donde la industria era intensiva en mano de obra, y era común que una sola empresa necesitará un ejército de obreros lo suficientemente grande como para formar su propia población. Pero Starbase no solo va a ser una ciudad para albergar a los trabajadores de SpaceX, sino que va a ser una población donde la filosofía del mejor empresario del mundo va a estar presente en cada detalle.

Por desgracia, esto no quiere decir que vaya a escapar de la regulación estatal y federal. Starbase estará supeditada a los burocratas de Texas y de Washington, así que habrá que ver si la filosofía que ha hecho que sus empresas sean exitosas sobrevive a su filtro. Como dijo una vez Ronald Reagan:

Me he preguntado muchas veces cómo serían los Diez Mandamientos si Moisés hubiera tenido que pasarlos por el Congreso de los Estados Unidos.

Para evitar esto, Balaji Srinivasan propuso hace unos días crear la Special Elon Zone (SEZ). Consistiría en dotar a Starbase (o un territorio mayor) de soberanía plena respecto a su regulación. ¿Por qué iba a hacer Texas o Estados Unidos algo así? Por China. El país asiatico está aventajando a Estados Unidos en varios campos. Es una tendencia clara que todos podemos ver, pero que nadie sabe muy bien cómo revertir. La administración Trump está desplegando una política que ataca por dos frentes: guerra comercial y desregulación de sectores claves como la inteligencia artificial, los cripto activos y la energía.

La estrategia tiene dos problemas:

El primero es claro: una guerra comercial puede ser atractiva cuando eres un país tan poderoso como Estados Unidos y compras la filosofía de ser una República, no un Imperio. Incluso puede salir bien a corto plazo cuando te enfrentas a unos líderes mundiales tan mediocres como los canadienses, mexicanos o europeos. Pero no deja de ser una guerra, y en ellas todo el mundo pierde. Por no hablar de las consecuencias imprevisibles que puede traer.

El segundo problema es que aún cuando tus medidas vayan en la buena dirección, si tu enemigo te saca demasiada ventaja, no va a ser suficiente. La capacidad de producción de China no tiene rival. Occidente hace mucho que perdió la batalla, como Alemania va a demostrar en los próximos años. La única forma de revertir la situación es tomar medidas excepcionales. ¿Y qué hay más excepcional que dotar a tus mejores empresarios de libertad plena para hacer aquello que mejor saben hacer?

A mucha gente le puede parecer ciencia ficción, pero cada vez hay más movimientos que apuntan a crear este tipo de zonas. En 2019 se inició el proyecto de Regulación Cero en el estado de Idaho, bajo la dirección del gobernador Brad Little, con el objetivo de reducir la carga regulatoria y fomentar un entorno más favorable para los negocios y los ciudadanos. De momento está siendo un éxito a la hora de atraer población y negocios a su territorio. Si nos vamos un poco más lejos, en Egipto se está impulsando con fondos privados el proyecto Ras el-Hekma, que busca transformar la costa norte de Egipto en una ciudad moderna, con hoteles, resorts, escuelas, hospitales y un aeropuerto internacional.

Nótese que aquí estamos ante algo más excepcional: un país (Emiratos Árabes Unidos) al que le sobra liquidez, acordando con otro país con problemas financieros, el alquiler de un territorio con una inmejorable localización para crear una zona especial de negocios. Egipto mantiene la soberanía, pero Emiratos podrá tener una gran fuente de ingresos explotando la privilegiada costa mediterránea egipcia al estilo de Abu Dabi.

A muchas personas esto les parecerá horrible. Para los estados nación la soberanía de su territorio no es negociable, pero la realidad se empeña en dejar obsoletos los sistemas rígidos que el hombre edifica. Y esta no va a ser una excepción. Adaptarse o desaparecer. Esa ha sido siempre la regla que la naturaleza nos impone. Y, como le gusta decir a Elon Musk: la única regla son las leyes de la física. Todo lo demás es una recomendación.

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