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Cine de atracos

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Ya desde sus comienzos allá por 1.903 con "The Great Train Robbery", la industria del cine ha tenido una gran atracción por los atracos como tema central.

Así, el cine "de atracos", convertido en un género cinematográfico por derecho propio, a veces en conjunción con otros géneros, nos ha deleitado con auténticas obras maestras, joyas para cinéfilos que justifican el nombre de séptimo arte.

Cómo no acordarnos de "Atrapa a un ladrón", con Cary Grant y Grace Kelly a las órdenes del gran Alfred Hichcock, haciendo un inolvidable despliegue de glamour en la Riviera. Del "careto" impasible de Lee Marvin buscando venganza (… y la pasta) en "A quemarropa". Del mismísimo James Cagney "en la cima del mundo" en la inolvidable "Al rojo vivo ", de Raoul Walsh. De Humprey Bogart en "Sierra Alta"

Qué decir de los "atracos del Oeste"… Ya sean filmados por los grandes maestros americanos, como John Ford en "Tres padrinos" o Sam Peckinhan en "Grupo salvaje", o en su versión "spaghetti" con Sergio Leone dirigiendo obras maestras como "La muerte tenía un precio", el western y los atracos siempre han sido una combinación perfecta.

Tan perfecta cuando dicho género se ha tratado desde la comedia, con divertidísimas películas como "El quinteto de la muerte", de Alexander Mackendrick, la italiana "Rufufú" o la española "Atraco a las 3".

La lista es larga: "Atraco Perfecto", de Kubrick; "Bonnie & Clyde", de Arthur Penn; "Heat", de Michael Mann… Obras inolvidables que consiguen tener al público pegado a sus asientos, justificando el precio pagado por la entrada, y que son la prueba evidente de lo que se puede hacer desde el talento, la creatividad y la profesionalidad.
 
El problema es cuando estás tres cosas fallan… Entonces, la industria del cine, en vez de recurrir a la temática "de atracos" como fuente inspiradora de sus películas, decide aplicarla directamente como forma de financiación.
 
Y en España tenemos el ejemplo perfecto, el céntimo cinematográfico, una "brillante idea" propuesta por una asociación de productores de cine catalán, la PROA, hartos de que las subvenciones a fondo perdido se hayan reducido drásticamente, de que se les pretenda cobrar un IVA idéntico al de otros ciudadanos que se tienen que ganar la vida en industrias "no culturales" y de que esos mismos ciudadanos se nieguen a pagar un euro por ver sus pelis (sobre todo, si son en catalán…).
 
Así, PROA dixit:
 
"Cada anuncio en la pequeña pantalla tendría una recarga de 1 céntimo en su precio. Para un anunciante no es nada si emite, pongamos por ejemplo, 400 anuncios en un mes: se queda en cuatro euros. Pero sumados todos, la cantidad podría ser inmensa".
 
Sin duda, esto sí que es auténtico cine de atracos y no lo que hacían Hichtcock, Kubrick y demás…

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