Ahora ya podemos afirmar con rotundidad que todo el Parlamento español es de izquierdas. Ya conocíamos la inclinación colectivista de la totalidad de los partidos políticos, pero con las últimas medidas tomadas por el gobierno del Partido Popular, ahora sabemos a ciencia cierta que ese colectivismo es de izquierdas.
Incluso los que no nos esperábamos nada realmente bueno de Rajoy nos hemos quedado sorprendidos: su medida para reducir el déficit es subir de forma histórica los impuestos al trabajo, al ahorro y a la vivienda. ¡Toma ya! Ha dejado sin discurso y sin palabras a Cayo Lara, coordinador general de Izquierda Unida (Partido Comunista), que viene reclamando desde hace meses que la solución para salir de la crisis es subir los impuestos (en su programa electoral indicaba fijar el IRPF al 50% para el último tramo, Rajoy ha ido más allá colocándolo en el 52%).
Con lo cual el gobierno ya nos está diciendo que la austeridad va a ser privada. El esfuerzo lo van a realizar trabajadores, ahorradores, inversores y autónomos. Es decir, las clases medias que ya están completamente ahogadas y endeudadas.
Pero yendo a la cuestión principal: ¿es efectivo subir los impuestos al trabajo y al ahorro para solucionar el déficit del Estado? Rotundamente no. Nunca lo ha sido y nunca lo será. Y mucho menos en plena crisis bancaria y económica.
Me explico. Primeramente, subir los impuestos no significa recaudar más. Qué duda cabe que los Estados desearían aumentar ilimitadamente los impuestos pero se encuentran que, llegados a un determinado punto, no pueden recaudar más por mucho que sigan aumentando los impuestos. Esta es la intuición que plasmó Arthur Laffer (economista de la oferta) en la curva que lleva su nombre. A partir de un cierto nivel de impuestos, el Estado va a ingresar menos. Este descenso en la tributación se puede deber a diversas causas: destrucción de la producción, porque los proyectos dejan de ser rentables y se abandonan (o ni se empiezan); sustitución de trabajo por ocio; o porque propician el fraude y la evasión fiscal. Conclusión: pensar que aumentando los impuestos se van a incrementar los ingresos del Estado es tan estúpido como asegurar que al elevar los precios en un negocio se van a subir las ventas.
Otro motivo para oponerse a la subida de impuestos es que no sólo no reducirá significativamente el déficit, sino que impedirá la salida de la crisis. ¿Por qué? Porque dilapida la renta de los ciudadanos (supondrá unos 679 euros más de media por persona) y empresas, con lo que evita que salden sus deudas y que puedan reestructurarse financieramente. Despilfarra los recursos necesarios para que la crisis se vaya superando progresivamente. El gobierno debería favorecer el ahorro privado, pero no para consumirlo él, sino para que pueda ser puesto a disposición de los intermediarios financieros y, de esta manera, favorecer la inversión.
Esto roza la obviedad, y posiblemente el gobierno sea consciente de ello. Pero admitirlo conllevaría tomar medidas que no serían de su agrado ni de su conveniencia: medidas de austeridad pública reduciendo el gasto público y eliminando privilegios. Implantar y vivir en la fantasía comunista es más cómodo para todos.
De esta manera Rajoy ha empezado a culminar el sueño comunista… y nuestra peor pesadilla. Sólo le queda la puntilla final: una mala reforma laboral.
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