…además de mostrar en pantalla la portada de estos rotativos. A ningún directivo del Grupo Zeta se le ocurriría dejarse convencer de que la aparición de El Periódico de Catalunya en estos resúmenes de prensa televisados supone un atentado contra su propiedad intelectual. Tampoco, es de suponer, se le podría persuadir de lo mismo en el caso de que lo incluido en un "repaso" a los medios impresos fuera la revista Interviú.
Resulta por tanto sorprendente que desde Zeta se optara por mantener, para el caso de los periódicos digitales y bitácoras, justo lo contrario que para las televisiones. No deja de llamar la atención que se pretendiera hacer desaparecer de la red todas las portadas de Interviú que se mostraran en páginas ajenas a las del propio grupo de medios. Afortunadamente, para ellos y para la libertad de expresión, han decidido dar marcha atrás en tan absurda y costosa cruzada. Los únicos que han salido perdiendo con la rectificación han sido los abogados de la Asesoría Jurídica de las Artes, puesto que ha quedado en entredicho el valor de sus servicios.
Sin embargo, el daño ya estaba hecho para Interviú. La campaña lanzada por el despacho de abogados en nombre de Zeta ha supuesto un fuerte coste en términos de imagen y prestigio para Interviú como revista y para su empresa editora como grupo de medios. De otra manera, seguramente no hubieran dado marcha atrás.
Tal vez deberían, suponemos que ya lo han hecho, pedir explicaciones a los abogados que han contratado. No deja de resultar irónico que entre los servicios de la Asesoría Jurídica de las Artes esté el del "control de reputación", que busca garantizar la buena imagen en la red de sus clientes y cuyo eslogan lo dice todo: "No es necesario crear nuevos contenidos. Es más rápido eliminarlos sin más". Hasta el momento, en los dos casos más conocidos de los protagonizados por estos juristas los efectos han sido demoledores.
Es cierto que han logrado que se eliminen ciertos contenidos. Pero el coste para sus clientes ha sido altísimo. En el caso de Interviú ha sido tan evidente que el propio Grupo Zeta se ha dado prisa en dar marcha atrás. El otro es el de Ramoncín. Si el prestigio del cantante entre gran parte de los ciudadanos era más bien bajo por sus pasadas defensas de la SGAE y el canon, su imagen pública resultó todavía más deteriorada tras contratar a estos abogados y emprenderla contra prácticamente todo aquel que le criticaba o se burlaba de él por internet.
Si algún día decidiéramos preocuparnos por nuestra reputación online, tenemos muy claro a quién no contrataríamos para encargarse de ello.