Yo contra mi hermano.
Yo y mi hermano contra nuestro primo.
Yo, mi hermano y nuestro primo contra los vecinos.
Todos nosotros contra el forastero
Proverbio beduino
El proverbio citado refleja una cualidad universal de las relaciones sociales de todos los seres vivos: la vida en sociedad se conforma de continuos procesos de cooperación y competencia que pueden aparecer secuencialmente o de forma simultánea. La historia de las ciencias sociales ha mostrado una resistencia a esta idea, autores como Kropotkin tenían fe en que la regla de lo que rige la evolución es la cooperación y no la competencia.
En la actualidad sabemos que todas las especies cooperan y compiten, intraespecie e interespecie, y que la idoneidad de una u otra estrategia depende del tipo de especie, las diferencias individuales, la expectativa sobre la acción ajena, las condiciones ambientales u orden institucional y los requerimientos de una tarea.
¿En qué consisten?
Cooperar y competir son procesos aparentemente opuestos, ya que en el primero hay una ganancia mutua o ganancias para los cooperadores, mientras que en el segundo puede haber un daño o una situación de suma cero. Sin embargo, como muestra el proverbio, podemos cooperar para competir, cooperar y competir con los mismos agentes simultáneamente por distintos recursos u objetivos, podemos beneficiarnos de la competencia de otros e incluso los competidores pueden beneficiarse de su propia competencia, a pesar de que el resultado final implique una perdida. Las interacciones son complejas, pero la separación de las estrategias es una vía adecuada para el estudio de las relaciones humanas, ya que ninguna se detiene y nunca lo harán. Además, ambos procesos son similares, dan lugar mejoras y requieren instituciones «sólidas», pero «dinámicas» o con cierta capacidad de cambio y adaptación.
Ya el IJM cuenta con un excelente artículo que expone las nociones básicas para entender la cooperación y competencia. Lo que pretendo sugerir en este artículo es que el estudio a profundidad de ambos procesos o estrategias permite combinar de manera efectiva distintas disciplinas, teorías y métodos científicos. Además, permite evaluar y diagnosticar los fallos que pueden presentar dos o más agentes en interacción que buscan competir o cooperar de manera efectiva. Ello permitiría entender por qué no tienen éxito (no cumplen con sus objetivos propuestos) los sistemas políticos, las políticas públicas, las organizaciones caritativas, las empresas e incluso las familias o parejas.
La necesidad de interdisciplinariedad o transdisciplinariedad
En la actualidad, diversas disciplinas estudian la interacción social, pero las separan de una forma muy limitante. Un experto en la cooperación interna de una empresa puede no tener idea de cómo funciona la competencia entre empresas, o un psicólogo que estudia e interviene a las familias, no cuenta con los conocimientos para entender un sistema de copropiedad.
Todo ello a pesar de que esos sistemas están compuestos por humanos regidos por los mismos principios evolutivos que emplean estrategias similares y en los que participan elementos universales como la señales, los incentivos, la reputación, la cultura, moralidad, los recursos escasos, los sesgos, las emociones, etc.
Herramientas para el estudio de la cooperación y la competencia
Entonces, ¿Cuáles son o donde están las herramientas para poder abordar todo proceso de cooperación y competencia, independientemente de si ocurrió en el pasado o el presente, si fue familiar o político, si involucró precios o no? Sin orden de relevancia, pueden ser:
- Psicología evolucionista, individual y social: permite fundamentar antropológicamente el objeto de estudio en el proceso de evolución y entender cómo funciona la identidad personal y social, el comportamiento colectivo, el aprendizaje, la personalidad, etc.
- Praxeología, escuela austriaca de economía y de elección pública: permite aplicar consistentemente el concepto de subjetividad, estudiar los intercambios, los incentivos, el desarrollo evolutivo de las instituciones, dinamismo y el orden espontáneo en los procesos sociales, el valor utilitario de la libertad, entre otros.
- Paradigma de la complejidad: un enfoque que considera los sistemas sociales como entidades complejas y dinámicas, donde las interacciones entre múltiples agentes y factores dan lugar a patrones emergentes y comportamientos no lineales por medio de las interconexiones y la retroalimentación.
- Sociobiología: para enfatizar la influencia de la evolución y la genética en el comportamiento social, abordando su valor adaptativo y reproductivo. Partiendo de la síntesis neodarwinista, el gen egoísta, la aptitud inclusiva ampliada, etc.
- Política comparada y economía institucional: Estudiar los diferentes sistemas e instituciones, sus fortalezas y debilidades, para diagnosticar problemas o hacer intervenciones.
- Teoría de juegos y economía conductual o de las decisiones: fundamental entender los sesgos, el proceso de toma de decisiones en juegos individuales, cooperativos o competitivos.
El error de recurrir a un sólo método
Cabe destacar, que limitarse a una metodología específica es un error. La investigación cualitativa, cuantitativa o mixta son fundamentales; al igual que la simulación, experimentación de laboratorio o de campo, e incluso la praxeología, puede constituir fuente de conocimiento por sí misma o complementar estudios experimentales donde no se suele tener una noción adecuada del contrafactual u otros fenómenos no observables. El dato empírico es crucial, pero no se puede hacer buena ciencia sin un razonamiento sistemático, consistente y transparente, que construya los puentes necesarios entre el conjunto de datos para formular teorías que, como es bien sabido, dan sentido a las observaciones y guían las siguientes observaciones.
En síntesis, defiendo que, comprender por qué fallan los intentos de cooperación y competencia a nivel familiar, local, nacional o internacional requiere de un set de herramientas similares, pero la división académica tradicional «psicología, sociología, economía y relaciones internacionales» nos han hecho razonar como si en cada sistema interactuaran agentes de naturaleza distinta.
Limitación en la intervención
No obstante, a pesar de que seamos capaces de dar con un diagnóstico a problemas dentro de esos sistemas, intervenir si requiere estrategias ajustadas a los requerimientos particulares de cada caso. Por ejemplo, una intervención psicológica en una empresa es más concreta y directiva que una intervención psicológica en una familia donde los miembros tienen lazos más profundos; o, una intervención estatal no se gestiona igual que un programa privado de ayuda social. Sin embargo, una política publica no es ajena de los incentivos propios de la democracia y el sistema de partidos, los partidos se someten a selección adversa y conflictos de poder que son únicos, pero no exclusivos de dicho sistema. La política pública tiene consecuencias macroeconómicas, que no se entienden sin comprender el mecanismo de acción microeconómico e incluso el proceso individual de toma de decisiones e incentivos.
En consecuencia, considera que un programa de estudios interdisciplinarios de la cooperación y competencia puede ofrecer los conocimientos y herramientas para entender por qué cooperamos y competimos, en qué condiciones son favorables y en cuáles son adversas. Ello con el objetivo es que estudiantes que desee hacer intervenciones en algún sistema en concreto, ya sea político, privado, local o nacional, afinen sus herramientas para los retos particulares de cada contexto.
Alcance del abordaje
El objetivo final de una propuesta de este tipo es formar profesionales capaces de evaluar, diagnosticar y, en la medida de lo posible, solucionar los problemas de coordinación e incentivos que enfrentan las instituciones, sistemas u organizaciones sociales. Esta propuesta se diferencia de aquellas que estudian las interacciones de cooperación de cualquier actor (animal, humano, inorgánico) desde el paradigma de la complejidad. En este caso, el objetivo es estudiar la cooperación y competencia exclusivamente humana en cualquier ámbito, marco de normas o escala; no porque los actores no humanos no puedan ofrecernos información relevante, sino porque el foco esta puesto en solventar los fracasos cooperativos humanos, que repercuten sobre el humano y el resto de las especies.
Con base en ello, considera que los liberales somos los únicos que podemos crear una formación académica de ese tipo porque entendemos el valor de ambos procesos, el dinamismo y la complejidad de los fenómenos sociales y la libertad del individuo para elegir la estrategia que le convenga y poder iniciar y culminar proyectos de cooperación y competencia libremente en la medida en que lo considere conveniente. Como menciona Capella (2016), «es posible que quienes quieren obligar a otros a cooperar sean malos cooperadores y que quienes quieren prohibir la competencia sean malos competidores», dos imposiciones principalmente fomentadas y ejercidas por antiliberales dentro y fuera del Estado que no entienden que ambos procesos son los pilares del orden espontáneo.
Ver también
Cooperación y competencia. (Paco Capella).
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