Ni los políticos ni los creadores de opinión están dispuestos a buscar un discurso alternativo a los dos predominantes.
Cada vez que se produce un atentado yihadista en Europa o Estados Unidos las reacciones de políticos y medios de comunicación distan mucho de ser homogéneas. En realidad, y en un guion que se repite casi de forma idéntica tras cada ataque terrorista, los mensajes que se envían van en dos sentidos claramente contradictorios.
Por una parte están los que, como primera reacción, tratan de ocultar la naturaleza islamista de la acción criminal. Sobran los ejemplos de terroristas que han sido descritos como meros «perturbados» o similares. Así, pareciera que en el Viejo Continente se estuviera expandiendo una epidemia que afecta a la salud mental de personas llegadas de países musulmanes o hijos de inmigrantes de esos mismos lugares. En otros casos, como en la matanza de Orlando, se describe lo ocurrido como un ataque homófobo sin trasfondo islamista (como si una visión radical del islam no fuera profundamente hostil a los homosexuales).
En ocasiones se ha llegado a discursos directamente delirantes, que demuestran además un profundo desconocimiento de aquello de lo que se está hablando. Cuando en 2012 un «lobo solitario» asesinó a tres niños y un adulto en un colegio judío y a dos soldados en el Sur de Francia, numerosos periodistas españoles corrieron a apuntar a la ultraderecha. Un argumento recurrente para descartar la vía yihadista fue que los uniformados eran de origen norteafricano. Esto era, sin embargo, lo que hacía sospechar precisamente que el asesino fuera islamista, pues para alguien así un musulmán que sirva en un ejército «infiel» es alguien que merece el peor de los castigos.
En otro caso un tertuliano corrió a decir que los asesinos que degollaron a un sacerdote en Normandía no podían ser musulmanes porque habían dicho que actuaban en nombre de «Dios» en vez de «Alá». Desconocía que este último término no es un nombre, sino la palabra en árabe equivalente a God en inglés o Dieu en francés.
Estos intentos de negar el trasfondo islamista de numerosos atentados es contraproducente por varios motivos. Por una parte, impide ver la auténtica naturaleza de una amenaza que resulta casi existencial contra la civilización occidental y además deja decenas de miles de muertos en los países de mayoría musulmana. No se puede combatir de forma efectiva aquello que se niega a reconocer en su auténtica dimensión. Por otra, alimenta justo aquello que se supone que busca evitar: la islamofobia.
La idea que se va extendiendo en amplios sectores de las sociedades europeas y americanas es que los gobiernos y los medios de comunicación ocultan a la población la verdadera dimensión de lo que ocurre. Se llega incluso a generalizar un discurso según el cual los políticos y los periodistas son cómplices de unos musulmanes (dando por hecho que todos son yihadistas) que llegan a nuestros países para imponernos sus costumbres y someternos mediante el uso de diferentes niveles de violencia. De esta manera se crea el caldo de cultivo necesario para que fenómenos como el del Frente Nacional o la llamada alt right estadounidense cobren cada vez una mayor fuerza.
Y es este tipo de ideas el que prevalece en el segundo tipo de mensajes que se envían desde la política y los medios tras un atentado yihadista. Se señala de forma indiscriminada a todos y cada uno de los musulmanes como terroristas en potencia o cómplices de estos. Se simplifica al máximo y se presenta a cualquiera que haya nacido en una familia mahometana como enemigo de Occidente. Esto, además de injusto y peligroso, es un error también por varios motivos.
Por un lado, musulmanes moderados o directamente descreídos pueden acercarse al yihadismo como una reacción ante una sociedad que creen que les margina y les señala como el enemigo. Así, se nutren las filas de aquellos que quieren destruir la libertad en nombre de una interpretación radical de su religión. Por el otro, se renuncia a conseguir aliados en el seno de las comunidades islámicas. Dentro de estas hay muchas personas que rechazan el yihadismo o cualquier versión radical de su fe, aunque por desgracia no alcen con suficiente fuerza su voz. Es necesario que sean valientes y se enfrenten a los totalitarios que actúan supuestamente en su nombre. Pero para ello necesitan verse arropados por el resto de los ciudadanos.
No nos referimos al discurso buenista de que el yihadismo no tiene nada que ver con el islam. Eso es falso. Sí tiene mucho que ver con él, pero no es necesariamente la única vía por la que puede moverse un musulmán. Negarlo es como ocultar que el nazismo, el fascismo o el comunismo son enfermedades propias de la cultura occidental. Lo importante es dejar claro que el terror y el intento de cercenar la libertad es rechazable venga de donde venga.
Ambas posturas mayoritarias ante la creciente ofensiva yihadista son igual de erróneas y peligrosas. El «buenismo» impide actuar con firmeza cuando hace falta al tiempo que hace crecer la islamofobia. El discurso acríticamente antimusulmán conduce a recortes de libertades y alimenta las filas islamistas de forma simultánea. Por desgracia, parece que ni los políticos ni los creadores de opinión están dispuestos a buscar un discurso alternativo a los dos predominantes. Y, mientras tanto, la amenaza contra nuestra libertad y nuestra seguridad no deja de crecer.
10 Comentarios
«Dentro de estas hay muchas
«Dentro de estas hay muchas personas que rechazan el yihadismo o cualquier versión radical de su fe…». Versión radical de su fe? Los versos del Córan literalmente incitan sus seguidores a la violencia! Contra los no creyentes, los homosexuales y aquellos que abandonan la religion. Los países occidentales cometen un grave error en permitir la presencia y crecimiento de este cancer. Existen moderados? Si, pero se vuelven mudos ante la presencia de el elemento mas violento de su religión.
Sinceramente creo que la
Sinceramente creo que la opinión pública esta muy perdida es este tema. Todas las religiones son violentas, Deuteronomio es básicamente un manual de genocidio. El problema de fondo en los ataques terroristas no es otro, (como bien señala el ex-congresista republicano Ron Paul) que la presencia de tropas extranjeras en oriente próximo. Ni mas ni menos. Un ejercicio interesante es buscar las tres razones que Bin Laden enumeró como motivo del ataque del 11-S y quedarse asombrado de que nada tenía que ver con la religión. Obviamente los terroristas actuales lavarán el cerebro de sus suicidas con la religión, pero el núcleo del asunto es otro. Desde Sikes Picot la zona es un polvorín, solo «apaciguada» a golpe de dictadores, si te los quitas del medio y tratas de implantar la visión de las cosas de occidente, pues tienes esto; caos en oriente y terrorismo y deuda pública en occidente. Si saben inglés les recomiendo leer a Ron Paul.
No me parece que el budismo
No me parece que el budismo sea en particular violento, excepto en Sri-Lanka o Thailandia donde está asociado a concepciones nacionalistas. En el nucleo de muchas religiones esta el tema moral, la compasión, el amor al prójimo; pero como las iglesias se transforman en instituciones humanas (demasiado humanas) dificilmente evitan caer en intereses corporativos y mostrar todas la miserias humanas. Pero no son en esencia más violentas que el ser humano en general para cualquiera que conozca la historia y muchas ofrecen el contrapeso de la compasión (variable según la religión y el fanatismo/tolerancia propio de la corriente o época. No dejan de ser menos violentas ni menos fanáticas que las ideologías, que no dejan de ser «religiones humanistas».
No me ha podido parecer más
No me ha podido parecer más apropiado y ecuánime el mensaje, en particular porque expresa con bastante exactitud lo que pienso yo, pero no lo podría expresar tan bien. Siempre quedará la duda de la actuación concreta, la aplicación del principio a la acción.
Huntington, en «El choque de
Huntington, en «El choque de civilizaciones»; Giovanni Sartori, en «La sociedad multiétnica»; Michel Onfray, en «Pensar el islam»; José Luis Rodríguez Pardo, en «El Estado islámico»; el poeta Adonis, en «Violencia e Islam»; Naipaul, en «Al límite de la fe»; Ayaan Hirsi Ali, en «Reformemos el islam»; Bernard Lewis, en «El lenguaje político del islam»; Ibn Warraq, en «Por qué no soy musulmán»; y muchos otros, sostienen que es imposible –o casi imposible– la coexistencia pacífica, libre y respetuosa con el laicismo entre el islam y la civilización occidental.
Así pues, ¿podría decir por qué califica usted como de» extrema derecha» a los europeos que piensan como estos autores? ¿Son también ellos (los autores) de extrema derecha? Gracias!
Es una religión totalizante y
Es una religión totalizante y anclada en los valores de la Edad Media,cualquiera que no este con ellos es un apostata. Ser un apostata quiere decir a ser tratado en peores condiciones que los creyentes con unas leyes penales que imponen en los países donde son mayoría con una condena a muerte por blasfemia y gravísimas penas en Arabia Saudita por tenencia de un símbolo de otra religión. Toda la cultura y el código civil estan impregnados de su religión. Un ejemplo robar entre ellos es una falta grave pero no si se hace a un no creyente.etc
Algunos han intentado una apertura como en 1923 Mustafa Kemal en Turquia,otros reformarlo pero finalmente su esencia es que no admite la occidentalización ni reformas.
Uno de sus éxitos es la moral liviana para los hombres que incluso en el paraíso tienen ventaja sobre las mujeres.
Un gran artículo Antonio!
Un gran artículo Antonio!
Y para los islamófobos, recomiendo el libro de Mustafa Akyol “Islam without extremes, a Muslim case for liberty”.
Un islamofo es alguien que
Un islamofo es alguien que tiene miedo racional al Islam. Yo le tengo miedo y aso (que le vamos a hacer, me gusta la libertad). Pero después de analizar su libro sagrada, las practicas y la personalidad de su profeta, la ley que les debe ordenar (sharia) y el hecho de que en su lugar sagrado (Meca, en AS) y allí donde son mayoría la regla general es la aplicación de tal ley… es cuando concluyo que, desde el punto de vista de mis valores, es algo a temer y a rechazar. En este caso, que no es irracional ¿En que categoría entro yo?
En nombre de la libertad de combatió contra la Iglesia. Hoy, domesticada la Iglesia, se nos pide comprensión ante una religión mas peligrosa que aquella. Bien, es usted ecuánime y equidistante. «El discurso acríticamente antimusulmán conduce a recortes de libertades y alimenta las filas islamistas de forma simultánea». Vaya usted a los «radicales» con un discurso critico antimusulman, a ver a cuantos reconduce y a ver cuantas libertades nos devuelve.
Lo que pretende el terrorismo
Lo que pretende el terrorismo yihadistas en Occidente es precisamente crear islamófobos, vencer nuestro auto control y lograr que nos dejemos llevar por las emociones. Porque de esa manera, aunque nuestro sentido común es plenamente consciente de que no todo musulmán es una amenaza para Occidente, si el miedo y la rabia nos dominan, no nos importará meter a todos en el mismo saco y atacarlos por igual. Pero ese será nuestro error, pues habremos logrado que lo que es una minoría ruidosa, se expanda como la pólvora. La victoria contra el yihadismo, no será una victoria solo de Occidente, lo será de toda la humanidad, pero en ello jugará un papel clave el mundo musulmán.
Como en todas las guerras, la victoria no se alcanza sólo a través de las armas (técnica), sino también a través de la logística (dinero, materiales y recursos humanos) y la logística depende entre otras cosas de la propaganda (de la legitimación y la batalla de las ideas); que puede incrementar la predisposición de un país a luchar, resistir y sacrificarse en aras de la victoria. Pero que sí está mal orientada, también puede incrementar los recursos del enemigo. Así que de lo que se trata, es de orientar al país hacia la meta correcta, que deberá lograr la victoria absoluta al menor coste humano, económico y moral. En resumen, no enfrentarse a los 1300 millones de musulmanes, sino solo a los más fundamentalistas, mientras se apoya y respalda las interpretaciones islámicas más modernas y liberales (como la del turco Mustafa Akyol) que no está sólo.
Hace años asistí en un curso
Hace años asistí en un curso de verano universitario a una experiencia interesante. Se trataba de dar la oportunidad a cristianos,musulmanes,budistas hinduistas y tibetanos de exponer durante las jornadas de mañana los principios y esencias de sus creencias y por la tarde someterse a preguntas y criticas de los estudiantes. Todo discurrió con normalidad hasta la llegada del turno a los musulmanes que habían pedido ser los últimos. Por la mañana hablaron de sus creencias dejándome muchas dudas que esperaba fueran aclaradas por la tarde. El ponente judío que encandilo al auditorio el martes hablando de su religión y la relación con la ética me advirtió su extrañeza de que los musulmanes aceptaran discutir en público sobre sus principios. Efectivamente en su turno de tarde condicionaron su charla a que nadie dudara de sus creencias esenciales dando entrada a unos clérigos amenazadores que repitieron no tolerarían preguntas blasfemas. Dado que casi todo el auditorio abandonamos la sala,incuso el moderador del curso ignoro que paso y que tipo de preguntas se permitieron.