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El dinero como tecnología y el Bitcoin como mejora (I)

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El dinero es una tecnología que sirve para transportar valor a lo largo del tiempo y del espacio sin riesgo de contraparte. Si tras un ejercicio de alteración de factores de producción el individuo A genera un valor igual a X y en t1 este solo quiere consumir un valor igual a Y (siendo Y<X), A intercambiará el valor restante, X-Y, por bienes y servicios que me le ayudarán a satisfacer sus necesidades. Para ello, la mejor opción de A es intercambiar el valor de lo que ha producido por dinero, para así poder transportar el valor de X-Y a lo largo del tiempo. Por otro lado, si A produce y quiere intercambiar los frutos de su producción por bienes y servicios, para acceder a la mayor cantidad de bienes es vender el valor de su producción por dinero. Es decir, el dinero vuelve a ser la mejor opción para intercambiar valor, esta vez a través del espacio.

Cuando un bien puede transportar valor a lo largo del tiempo, decimos que este funciona como depósito de valor. Cuando un bien sirve para transportar valor a lo largo del espacio, se le describe como medio de intercambio generalmente aceptado. Estas dos facultades, junto con la de unidad de cuenta son las tres funciones que típicamente se emplean para describir el dinero. No obstante, yo defiendo que la característica esencial y lo que determina si algo es dinero o no es si es el medio de intercambio generalmente aceptado (Salerno 1994, 75)

Todo dinero, como describo en el primer párrafo, funciona como una tecnología para transportar el valor a lo largo del tiempo. Pero esta característica, a pesar de ser necesaria, no es suficiente. Existen bienes que funcionan como depósitos de valor, pero no como medios de intercambio. Esto se debe a que las características que hacen que un bien sea una buena tecnología para transportar valor a lo largo del tiempo no son las mismas que lo convierten en una buena tecnología para hacerlo a lo largo del espacio. Carl Menger en On The Origins of Money (2009, 30–32) enumera estas características dividiéndolas entre los condicionantes para los límites espaciales de la vendibilidad—es decir, cuan buen medio de intercambio es o su liquidez intratemporal—y los límites temporales de la vendibilidad de un bien—es decir, cuan buen depósito de valor es o su liquidez intertemporal—. 

Para Menger un bien será un buen medio de intercambio, es decir, podrá transportar el valor a través del espacio perdiendo poco o nada de este según cinco características. Las características que marcan los límites de la vendibildiad espacial—liquidez intratemporal—son cinco. Primero, el grado de la necesidad del bien pueda estar perturbado en el tiempo. Segundo, cuan fácilmente se pueden transportar los bienes y el coste de este transporte. Tercero, cuan desarrollados están los medios de transporte y comercios de este bien con respecto al resto. Cuarto, por la extensión local de mercados organizados y su conectividad mediante arbitraje del bien en un mercado al otro. Y quinto, por las diferencias en las restricciones impuestas al comercio con respecto a diferentes bienes.

Las características que marcan los límites de la vendibildiad temporal—liquidez intertemporal—son siete. Primero, si existe si la necesidad de estos se mantendrá en el futuro, es decir, si seguirán siendo bienes económicos: un bien cuyas cantidades son inferiores a las demandas de los individuos para satisfacer sus necesidades de este. Segundo, por su durabilidad, es decir, si la integridad del bien se mantendrá a lo largo del tiempo. Tercero, el coste de preservar y almacenar el bien. Cuarto, el tipo de interés. Quinto, la existencia de un mercado de este, es decir, no que empiece a ser superabundante (condición 1), sino que siga habiendo demanda de este—que los individuos sigan creyendo que este bien es útil para satisfacer alguna de sus necesidades. Sexto, que se desarrolle la especulación sobre el mismo, para poder coordinar los precios de este con su posible escasez. Y séptimo, las posibles restricciones a este bien que se imponen a través de medios políticos.

Como vemos, un bien podría cumplir una parte de las características y no otra. Todo bien, para llegar a ser el medio de intercambio generalmente aceptado, primero tiene que ser un buen depósito de valor. Todo bien, para poder transportar valor a lo largo del espacio primero tiene que hacerlo a lo largo del tiempo, porque entre cualquier intercambio siempre va a haber un periodo de tiempo que vaya a pasar entre t1 y t2. Todo bien podrá ser depósito de valor indefinidamente al menos para el depositante original del valor porque para él, al ser el valor subjetivo, este siempre puede mantenerlo. Pero por la misma naturaleza subjetiva del valor, nada garantiza a un individuo que este vaya a ser aceptado—otra manera de entender la liquidez intratemporal es la “aceptabilidad”, cuan generalmente aceptado por otros individuos es que ese bien tiene valor—por lo que un bien siempre puede ser depósito de valor para al menos una persona, pero, al requerir de la aceptación de otros para que algo sea un medio de intercambio, este no tiene por qué llegar a o continuar siéndolo.

Un ejemplo son los diamantes, que son un buen depósito de valor, pero un mal medio de intercambio. Una característica del buen dinero es que sea divisible. Diremos que un bien es perfectamente divisible cuando este no pierda porcentaje de valor equitativo al porcentaje de división de la unidad que sufre. Dos medias onzas de oro valen lo mismo que una onza, pero dos medias piezas de un diamante valen menos que una pieza entera. El oro, por esta y otras características fue un buen dinero: fácilmente maleable, divisible, muy durable, con un alto valor unitario—es decir, una unidad de onza de oro poseemucho valor, por lo que con poco movimiento transfieres mucho valor—, fácil atesorabilidad—se requiere poca seguridad y espacio para mantenerlo—, fraccionable y fácil de desatesorar—con alta demanda—.

Por tanto, defiendo la postura que la auténtica característica del dinero es que sea el medio de intercambio generalmente aceptable. Que sea un buen depósito de valor aumentará la liquidez del bien. Esto será una causa de que un bien llegue a ser dinero. El bien que emerge como dinero es aquel bien que sufra un menor decrecimiento en su utilidad marginal. La ley de utilidad marginal nos dice que un individuo valora con menor intensidad cada unidad adicional de un bien que ya posee (Huerta de Soto 1992, 50; Menger 2007, 125). El activo real—bien que no es el pasivo de otro agente—de cuya utilidad marginal mengue con menor intensidad, es decir, el que ostente una mayor liquidez intra e intertemporal, será el que mejor mantenga su valor y el que el mercado utilice como dinero (Menger 2009; Fekete 2017, 28). Por tanto, podemos definir dinero como ‘‘todo activo real que, debido a su superior estabilidad de valor, los agentes económicos emplean para intermediar entre el momento de venta y el momento de compra o entre el momento de compra y el momento de venta’’ (Rallo 2019, 108).

Que el bien con mayor liquidez opere como unidad de cuenta es la consecuencia de que este sea dinero: los individuos fijan los precios en ese bien porque quieren que se les pague en este, ya que es el bien que estiman les proporcionará mayor liquidez para transportar el valor. Esto hará que los agentes lleven su contabilidad en esta unidad. Pero esta “función” no es más que un indicador de qué es aceptado como medio de intercambio en una economía.

Volviendo al oro, este bien fue el dinero de la mayoría de las economías durante cerca de un siglo (1821-1914). Esto fue gracias a sus características entre ellas, además de las anteriormente mencionadas, su escasez natural. No obstante, el oro dejó de ser dinero, hasta nuestros días en los que nos encontramos huérfanos de un buen dinero mediante el que poder transportar valor entre nosotros y para nuestro futuro. Esto se debió principalmente a la intervención estatal. Los países que formaban parte del patrón oro clásico lo abandonaron principalmente para deshacerse la restricción que este ofrecía ante su capacidad de endeudarse y afrontar los coses de la Primera Guerra Mundial. Los estados eliminaron la convertibilidad de su moneda en oro, requisaron el oro en manos privadas y, aunque a veces intentaron volver, siempre fue con restricciones sobre las reglas clásicas. Esto, sumado a la capacidad de confiscación del oro y otras cualidades que hacen que lo alejan de lo que podríamos entender como un dinero perfecto, hacen que otros bienes, en este caso intangibles, como el Bitcoin, empiecen a ser mejores alternativas para el próximo buen dinero. 

En la segunda parte explicaré por qué el Bitcoin podría llegar a ser un bien que ostentase unas características que lo volviesen un bien más dinerable que el oro, tanto por el lado de la liquidez intratemporal, como intertemporal. Expondré cómo creo que esto podría ser posible, enumerando así algunas flaquezas que podría tener el Bitcoin que creo que están superadas y otras que creo que o se están superando o que lo harán.

Referencias

Fekete, Antal E. 2017. Critique of Austrian Economics in the Spirit of Carl Menger. Aarschot, Bélgica: Pintax cvba.

Huerta de Soto, Jesús. 1992. Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial. 5th ed. Madrid, Spain: Unión Editorial.

Menger, Carl. 2007. Principles of Economics. Auburn, United States: Ludwig von Mises Institute.

———. 2009. On The Origins of Money. Auburn, Estados Unidos: Ludwig von Mises Institute.

Rallo, Juan Ramón. 2019. Una Crítica a La Teoría Monetaria de Mises. Madrid, España: Unión Editorial.

Salerno, Joseph T. 1994. “Ludwig von Mises’s Monetary Theory in Light of Modern Monetary Thought.” The Review of Austrian Economics 8 (1): 71–115.

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