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¿Es visibilizar sinónimo de politizar?

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La visibilización es algo que gusta mucho a los políticos, sobre todo a los populistas y demagogos.

En un mundo global, donde Internet, las redes sociales y los medios de comunicación conectan todo el planeta, el lenguaje y los conceptos se han convertido en una herramienta clave para transmitir e implantar políticas correctas o arremeter contra las incorrectas. La creación de la neolengua, que predijo Orwell en su esclarecedora obra 1984, es un proceso dinámico lleno de modas y tendencias.

Una de esas palabras/conceptos de moda es la de “visibilizar” que, según la RAE, es hacer visible por algún procedimiento o dispositivo lo que normalmente no se puede ver a simple vista, pero que actualmente tiene un uso más metafórico, ligado a hacer patentes ciertas situaciones sociales sobre las que, según sus denunciantes, hasta ahora no ha habido la suficiente atención, manteniendo un quebranto en las sociedades que persiguen cierta perfección social. Así, se debe visibilizar como víctimas de abusos de (ciertos) poderosos y (ciertos) violentos, a enfermos, parias, minorías, grupos sensibles y, en general, a cualquier afectado por cualquier situación que lo políticamente correcto considere inadmisible.

A priori, la visibilización sería un proceso positivo, ya que nos mostraría situaciones de grupos e individuos que están sufriendo algún tipo de perjuicio y del que no seríamos conscientes, al menos con cierto detalle y desde cierta perspectiva. Es básicamente emocional, pues nos muestra el sufrimiento de otros y busca nuestra compasión, e incluso en algunos casos invoca nuestra culpabilidad por no habernos dado cuenta antes o por participar activa o pasivamente en el perjuicio. También buscaría nuestra implicación en la solución, bien como una obligación social o como una expiación. Por tanto, es menos racional, pues la visibilización muestra consecuencias, pero no ahonda en los procesos y las causas, y no es extraño que se acompañe de una explicación sencilla para una situación en la mayoría de los casos compleja. Tampoco es extraño que haya gente que asegure que estamos ante algunos casos de chantaje emocional o exageración.

Pero la visibilización es algo que gusta mucho a los políticos, sobre todo a los populistas y demagogos, porque suele encajar muy bien en sus políticas y programas al ser relativamente fácil asumir la situación y sus “soluciones”, que generalmente terminan ligadas a un presupuesto que puede no llegar[1] y a señalar a los supuestos culpables cuando los haya. Cuando transita por estos caminos, la visibilización liga inmediatamente la solución a la política, alejándola de la sociedad civil, incluso cuando ésta ya ha dado pasos para enfrentarse al problema.

Una vez asumido que un problema debe ser solucionado desde la política, es ésta la que prioriza, favoreciendo la creación de lobbies que se presentan ante las administraciones públicas demandando recursos, peleando entre sí por la atención de los burócratas y por un pedazo del presupuesto, lamentándose cuando no lo consiguen, pero luchando enconadamente para que se legisle a su favor.

Otro asunto que se ve favorecido cuando la visibilización se convierte en parte de política es la homogeneización de ideas. Si el lobby o grupo presenta su caso a través de una perspectiva que entre dentro de lo políticamente correcto, le será más fácil conseguir la atención y los recursos que necesite, pero como contrapartida, esta simplificación le hace perder perspectiva y, no pocas veces, cuando se consigue algo, no es la solución que se buscaba. Pero desde el punto de vista de la política, éste ya sería otro asunto distinto, que generalmente se explicaría por la ausencia de presupuesto. Una perversa consecuencia de este planteamiento puede ser que, si alguien no comulga con la solución o incluso con el planteamiento del problema, se estigmatiza.

Por último, la visibilización a través de la política impide que la sociedad civil aporte sus propias soluciones a cuestiones que, no por desconocidas por una mayoría, vayan a permanecer sin remedio para siempre. De hecho, mientras que en la sociedad, en el mercado, compiten distintas formas para afrontar dichas cuestiones y buscar la mejor alternativa, en política se prueba una de ellas hasta que se cambia la norma, ralentizando todo cuando la elegida no es eficiente.



[1] Cuando se trata de colectivos pequeños, son fáciles de presupuestar, con cantidades más limitadas que otros problemas que afectan a colectivos mayores, y mediante una comunicación adecuada, sacar un rédito político. Pero también es posible que las políticas ineficaces tengan una repercusión negativa mucho más evidente. Tal es el caso de la Ley de Dependencia, anunciada a bombo y platillo por José Luis Rodríguez Zapatero, pero a la que no le otorgó presupuesto alguno, lo que ha repercutido en una imagen muy negativa de las administraciones autonómicas, que presentan dificultades para encontrar recursos.

 

1 Comentario

  1. Muy bueno también este nuevo
    Muy bueno también este nuevo artículo, Alberto.
    Señalo en especial esta frase: […] la visibilización muestra consecuencias, pero no ahonda en los procesos y las causas,


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