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Ignorar para permanecer: la política al estilo ‘no landing’

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La inflación y las subidas de tipos han traído consigo la expectativa de que la economía debería mostrar una recesión, crisis o periodo des inflacionario o deflacionario. Y el debate ha girado en torno a si presenciásemos un aterrizaje duro donde habría una reducción de la tasa de los fondos federales sobre las reservas bancarias al iniciar la recesión o un aterrizaje suave donde la tasa se reduciría a tiempo para evitar la recesión.

Sin embargo, la realidad es que están optando por no aterrizar, bajo un modelo de políticas que se anulan mutuamente y mantienen el crecimiento, la inflación, el empleo, la deuda, la liquidez, los tipos altos y el gasto público, por lo tanto, no hay aterrizaje ni limpieza de las malas inversiones. Los tipos bajarán, pero no porque se haya controlado la inflación.  El juego de correr la arruga hacia adelante está dominando el escenario económico, político y social.

El no aterrizaje Económico

La economía, tanto en América como en Europa, está inmersa en un bucle de deuda, inflación y gasto público que no tiene como detenerse y no existe ninguna disposición honesta a detenerlo, aterrizarlo o desenfrenarlo.

Deuda pública: Los gobiernos no tienen intención de aterrizar la deuda. La deuda lleva más de 40 años siendo tachada de «insostenible», lo cual parece ilógico teniendo en cuenta que se sigue incrementando, y el sistema, su crecimiento y sostenimiento, es cada vez más dependiente de esa deuda.

El endeudamiento público excesivo es perjudicial: ralentiza la economía, debilita al sector privado, incentiva la inflación, conlleva la subida de impuestos y hace que el sistema sea más vulnerable a las subidas de tipos y a los cisnes negros.

La deuda de los Estados debe valorarse por los agentes económicos del sector privado, pero su solvencia y utilidad como reserva es relativa a la de la deuda de otros Estados. Por lo que, de alguna manera, empeorarse juntos los protege. Además, el endeudamiento público es una política distributiva a favor del gobierno, quien es el primero en beneficiarse a costa de perjudicar a los asalariados y ahorradores.

Inflación: Si la deuda no aterriza, mucho menos la inflación o pérdida del poder adquisitivo de la moneda, porque dichos mecanismos son la vía para impagar progresivamente la deuda. Ello implica que son las clases medias y bajas quienes terminan pagando los excesos políticos.

Dominancia fiscal

La dominancia fiscal es una consecuencia de lo anterior y, a su vez, realimenta el problema. El banco central no ha alcanzado nunca una independencia real, y el sistema político presiona para capturarlo a través de elegir a sus dirigentes, atacarlo o vulnerarlo a través del Tesoro o presionarlo políticamente; por ejemplo, al exigirle que haga lo necesario para evitar que Trump gane las elecciones, evitando que haya una recesión antes de las elecciones.

De esta forma, se alcanza una situación en donde la política fiscal (gasto e impuestos del gobierno) domina o influye sobre la política monetaria (control de la oferta monetaria y tasas de interés). En consecuencia, las decisiones sobre el gasto público y la recaudación fiscal tienen prioridad sobre los objetivos de la política monetaria, como controlar la inflación o estabilizar la moneda.

El no aterrizaje político

Más allá de la política monetaria y bancaria, podemos mencionar otra variedad de arrugas que se están corriendo políticamente:

  • Los sistemas de pensiones de reparto en países como España, Italia y Grecia enfrentan problemas debido a la disminución de la tasa de natalidad, el aumento de la esperanza de vida y la baja productividad. Con menos trabajadores y más pensionistas, la sostenibilidad financiera de estos sistemas está en riesgo. Y como es bien sabido, este sistema es políticamente muy costoso de desmontar o solventar, por lo que solo le queda resultar impagado gradualmente por diversas vías.
  • El Medicare y Social Security en Estados Unidos, un sistema fallido al que se le han aplicado trapos calientes para no atender el problema de raíz por medio de su liberalización. Las proyecciones indican que los fondos actuales podrían ser insuficientes para cubrir todas las obligaciones futuras, requiriendo posiblemente aumentos en los impuestos o reducciones en los beneficios.
  • El programa de transición energético de Alemania (Energiewende) que resulta insostenible, ya que aumenta el precio de la energía, afecta negativamente la competitividad de la industria alemana y genera un escenario innecesario de dependencia energética.

Consecuencias

La estrategia política de «ignorar para permanecer» está extendida en todos los ámbitos del intervencionismo. Cualquier nueva regulación o programa social a menudo se sostiene a pesar de sus efectos nocivos. Admitir y corregir errores se ha vuelto una práctica casi inexistente; en su lugar, el foco está en buscar culpables, distraer a la opinión pública y compensar falsamente el daño con políticas al estilo «bono cultural». Es probable que la inflación no regrese a niveles anteriores, y este ajuste en los criterios no sorprenderá ni acarreará grandes costes políticos. La inflación siempre se puede atribuir a nuevos culpables. Cuando un shock externo sacuda el sistema, será difícil para la mayoría darse cuenta de que, en primer lugar, el sistema nunca debió haber estado tan tensionado. Nos hemos acostumbrado a un mundo donde no puede pasar nada porque cualquier evento dispara la inflación.

Ver también

¿Y si estalla la deuda pública? (Manuel Llamas).

Tomarse en serio la deuda. (Juan Ramón Rallo).

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