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La crítica de Lucas contra los modelos de Lucas

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En 1976 Robert Lucas publica Econometric Policy Evaluation: A Critique, su artículo más importante y famoso y uno de los más influentes del último siglo. En este, elabora una crítica a los modelos econométricos, que posteriormente se conocería como la crítica de Lucas. Según Lucas, dado que la estructura de un modelo econométrico consiste en reglas de decisión óptimas de los agentes económicos y que las reglas de decisión óptimas varían sistemáticamente con los cambios en la estructura de las series relevantes para los tomadores de decisiones, cualquier cambio en la política alterará sistemáticamente la estructura de los modelos macroeconómicos.

Los agentes económicos somos seres reflexivos, es decir, aprendemos nueva información y cambiamos nuestra forma de actuar según los cambios sobre nuestras preferencias motivados por la nueva información. Por lo que, con nueva información, cambiamos nuestra forma de actuar y, con ello, hacemos que cualquier modelo que pretenda predecir nuestra forma de actuar se vuelva obsoleto. Por lo tanto, los políticos no pueden depender de que una relación entre dos variables económicas persista según los cálculos econométricos previos, pues al adoptar la política, la gente cambiará su forma de actuar.

Cambios que alteran los presupuestos del modelo

La inspiración directa de la crítica de Lucas fue la crítica de Milton Friedman y Edmund Phelps a la curva de Phillips. Friedman y Phelps aceptaban la validez de este modelo al corto plazo, pero no al largo, pues los trabajadores ajustarían sus expectativas de inflación a la política escogida, eliminando así cualquier posible efecto estimulador. Robert Lucas transformó este argumento en un principio general que sentó las bases de una gran e importante rama de la macroeconomía actual.

Digo que el artículo donde Robert Lucas presenta la crítica es el más famoso por ser su artículo más citado, y que es el más importante porque supuso un duro golpe para los modelos macroeconómicos del momento. Estos modelos, como describía la crítica, se volvían inútiles cuando la gente cambiaba su forma de actuar. Y esos cambios eran inducidos por la misma política que estos modelos buscaban analizar.

Estos modelos podrían ser útiles prediciendo el curso futuro de ciertas variables económicas si el contexto político, económico y cultural se mantenía constante durante el periodo que comprendía la estimación. Es decir, si no se introdujese ninguna nueva regulación que cambiase cómo actúa la gente, si no hubiese cambios en el mercado, o si no se alterasen las preferencias de las personas. Por tanto, cualquier previsión que se realizase con ese modelo tendría que estar equivocada, pues, cuando se adoptase la política pertinente, los agentes en el modelo cambiarían su forma de actuar para ajustar sus expectativas al nuevo contexto.

La construcción de los modelos de Lucas

Esta crítica es acertada y demuestra los problemas de cualquier intento de predicción con el uso de modelos econométricos. No obstante, la conclusión de Lucas no fue la de relegar el uso de la econometría al estudio del pasado, donde las variables ya no pueden cambiar por el mero análisis sobre ellas. O para intentar falsar teorías, viendo dónde no coinciden con la realidad y ayudarnos a encontrar fallos en su deducción y mejorarla. Las conclusiones del resto del mainstream tampoco fueron estas. Tampoco que los económetras deberían ser más precavidos a la hora de utilizar sus modelos para asesorar a los políticos y los políticos más escépticos a la hora de oír las recomendaciones de los expertos económicos.

La conclusión de Lucas, por otro lado, sí que fue que los modelos tenían que basarse en unos parámetros dados de preferencias, tecnología y limitaciones de recursos (los llamados parámetros profundos) y exigir que todas las afirmaciones originasen de los principios de la teoría neoclásica. Ello simplifica significativamente los modelos para poder utilizarlos con el objetivo de predecir. Se desarrollan, así, lo que llamaremos modelos de Lucas, pero más bien deben ser entendidos como modelos de la nueva economía clásica. Robert Lucas requería que cualquier modelo macroeconómico asumiera explícitamente la racionalidad de cada individuo, y que todas las decisiones tomadas por los agentes en dicho modelo fueran individualmente racionales.

La crítica de Lucas al modelo de Lucas

La dificultad de elaborar un modelo de equilibrio macroeconómico que tomase en cuenta las decisiones óptimas simultáneas de todos los agentes racionales involucrados llevó a Lucas y al resto de la escuela a elaborar modelos con un agente representativo. Sus elecciones óptimas representarían las decisiones de consumo y producción de todos los agentes en el modelo. El modelo de Lucas, por tanto, debe hallar una asignación intertemporal óptima de los recursos dados los parámetros profundos.

No obstante, el modelo de Lucas no se libra de los problemas planteados por la crítica de Lucas. El enfoque de Robert Lucas de asumir equilibrio y optimización a través de expectativas racionales limita seriamente la capacidad de los modelos para explicar la realidad económica, pues ignora la importancia y dificultad de la coordinación entre las optimizaciones individuales. Esta dificultad es lo que diferencia la optimización del agente representativo según unos parámetros con la que se daría en la realidad, que, además, en caso de no poder coordinar las optimizaciones individuales—que sería el supuesto de esperar—no habría equilibrio. Esto se vería agravado cuando introdujésemos cualquier cambio de la política, dificultando todavía más la coordinación de los planes entre los agentes, haciendo a este modelo también víctima de la crítica de Lucas.

Incoherencia o irrealidad

El modelo de Lucas podría teóricamente superar la crítica de Lucas, pero solo con los supuestos irreales mencionados. En la vida real, las suposiciones que requiere el modelo de Lucas no se dan. Toda la economía no es un mero agente representativo que tiene que optimizar para llegar al equilibrio. Somos muchos agentes con preferencias distintas y dinámicas—por lo que pueden cambiar rápidamente, con información acertada, errada o desconocida para nosotros, que buscamos generar nueva información para nosotros que termina difundiéndose a los demás, haciéndoles cambiar sus decisiones de consumo y de producción.

El modelo de Lucas, por tanto, al enfocarse en agentes representativos y equilibrios generalizados, puede pasar por alto la complejidad y la dinámica fluida de la economía real, cayendo en la trampa de la crítica de Lucas al no considerar plenamente cómo las adaptaciones de los agentes a las políticas nuevas alteran fundamentalmente el sistema que intenta modelar.

Ver también

Por qué los ‘superricos’ huyen de Noruega a un ritmo histórico. (John Miltimore).

Lo que pasan por alto las teorías del crecimiento. (Raquél Merino Jara).

Cuando el Estado bloquea la innovación. (Ignacio Moncada).

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