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La Escuela Austriaca puede ser mainstream gracias a la complejidad

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En las últimas décadas, lo que se conoce como economía de complejidad o complexity economics, en inglés, ha ganado importancia dentro de la economía. Es más, hace ya varios años, algunos de los principales impulsores de esta corriente empezaron a afirmar que la complejidad se convertiría en el nuevo paradigma económico con los años (Colander, Holt, and Jr. 2004; Holt, Rosser Jr., and Colander 2011). Si bien es cierto que esto aún no ha ocurrido, cada vez más trabajos e investigadores se dedican a la complejidad, en detrimento de la teoría neoclásica imperante. En ese sentido, la complejidad se presenta como paradigma alternativo a la economía mainstream, neoclásica. De hecho, proponen fundamentos y teorías muy distintas, donde la complejidad se presenta como superación de muchas de las hipótesis irrealistas de la teoría neoclásica. 

El fenómeno de la complejidad puede ser una ventana de oportunidad para la economía austriaca de cara posicionarse en el mainstream económico o, al menos, mucho más cerca de lo que se encuentra ahora mismo. El motivo reside en la gran similitud existente entre la teoría austriaca y de complejidad que, en algunos casos, pueden llegar incluso a solaparse (ver otros artículos míos aquí y aquí). Una similitud que no solo se observa en los principios sino, sobre todo, en la común critica a la economía neoclásica. Veámoslo más detalladamente. 

Complejidad

La complejidad no es otra cosa que una característica definitoria de un sistema o modelo. Esta característica indica, de forma general, que no se puede predecir el comportamiento del sistema con solo mirar, afectar o agregar el comportamiento de los objetos o agentes individuales que lo componen, pues las relaciones internas del sistema no son lineales. Dicho esto, hemos de aclarar que no existe tal cosa como una única definición de complejidad; no hay una denominación comúnmente aceptada. Más bien, muchos autores han acuñado definiciones de complejidad propias. Tan es así, que el profesor Seth Lloyd llegó a recopilar hasta 45 definiciones distintas de complejidad (Rosser Jr. 1999).

A pesar de no existir una teoría completa y generalmente compartida de complejidad, podemos tomar como interpretación general la explicación dada por Herbert Simon en su obra The Architecture of Complexity

Aproximadamente, yo entiendo por sistema complejo uno compuesto de un gran número de partes que interactúan de manera no simple. En estos sistemas, el todo es más que la suma de las partes, no en un sentido último o metafísico, sino en el importante sentido pragmático de que, dadas las propiedades de las partes y las leyes de su interacción, inferir las propiedades del conjunto no es una cuestión trivial (Simon 1991, 468)

Es decir, de manera sencilla, podemos ahora definir la complejidad como una característica de un sistema en el que el todo es más que la suma de las partes.

La complejidad como movimiento, esto es, el conjunto de trabajos que se centran en estudiar sistemas como la economía de forma no simple, surge primero en matemáticas y física durante la segunda mitad del siglo XX, como una extensión de la teoría de sistemas. Nicolis y Prigogine, quienes se encuentran entre los primeros autores en formalizar la idea de complejidad, sostienen que, desde finales de siglo XIX, la teoría de complejidad ha cambiado profundamente nuestra visión de la ciencia y del mundo. Más aún, afirman que está revolucionando la ciencia, aunque a un ritmo lento, durante décadas y no de forma repentina.

La mecánica clásica representaba el mundo en equilibrio, como si fuese el mecanismo de un reloj. Este equilibrio se alcanza cuando todas las fuerzas en el sistema o mundo suman cero. Por tanto, no hay movimiento o el movimiento ocurre de tal forma que es reversible en el tiempo. En contraposición, la complejidad representa el mundo como un sistema no mecánico, que es dinámico y complicado. En él, los posibles estados de equilibrio o estables de patrones u órdenes son propiedades macro que no se corresponden con las propiedades de las partes que conforman el sistema. En consecuencia a esta nueva visión del mundo: “todas las ciencias se están volviendo más procesales, más algorítmicas, más Turingistas; y menos basadas en ecuaciones, menos continuas, menos newtonianas, que antes” (Arthur 2015, 25). Esto mismo ha ocurrido en la economía, con un paralelismo asombroso a la evolución de la física.

Antes de nada, hay que tener en cuenta que las revoluciones en la historia de la economía han seguido a las revoluciones en la historia de las matemáticas, tal y como sostiene Roy Weintraub (2002). Así sucedió con la economía neoclásica, que es la que hoy consideramos paradigmática en economía. Esta surgió a finales de siglo XIX como una adaptación metafórica de las matemáticas empleadas en la física mecánica de mediados de ese mismo siglo (Mirowski 1991). En ese sentido, muchos conceptos económicos se definieron por analogía o paralelismo a conceptos de la física mecánica. Como resultado, la ciencia económica se centró en el estudio del equilibrio, de la economía como sistema mecánico donde las relaciones entre variables son funcionales al estar expresadas mediante ecuaciones, mediante matemática algebraica.

La economía de complejidad apareció a finales de los años 80, en el encuentro organizado en el Santa Fe Institute por el físico Philip W. Anderson, premio Nobel de Física, y el economista Keneth Arrow, premio Nobel de Economía. Allí reunieron a diez físicos y diez economistas para estudiar cómo la economía podía beneficiarse de los últimos avances en física, biología y ciencias computacionales, con lo conocido como teoría de complejidad. De este modo, la teoría de complejidad aplicada a la economía venía a superar los supuestos mecanicistas e irrealistas del paradigma neoclásico, por lo que los economistas de Santa Fe decidieron emprender un nuevo programa de investigación titulado “The Economy as an Evolving Complex System”, en español: la Economía como un Sistema Complejo Evolutivo.

Complejidad y economía neoclásica

Las diferencias entre la economía de complejidad y la neoclásica no se limitan a los fundamentos, a saber, que una teoría es no mecanicista y la otra sí, sino que también están presentes en muchas de las suposiciones teóricas de la economía. Brian Arthur las recoge resumidamente en uno de sus últimos artículos (Arthur 2021)

El hecho de procurar la formalización de la teoría económica a través de las matemáticas hizo que los economistas neoclásicos tuvieran que asumir una serie de hipótesis que muchos tachan de irrealistas, con tal de que la economía pudiera representarse de forma elegante. Los supuestos más comunes de la economía neoclásica son, según Brian Arthur: – Racionalidad perfecta: los agentes afrontan siempre problemas bien definidos, a los que aplican una lógica racional. Cuentan con información suficiente que emplean para optimizar utilidad. – Agentes representativos: poca heterogeneidad entre agentes económicos. Se toma un tipo ideal, conocido como homo economicus, o un pequeño número de agentes representativos. – Conocimiento común: en un grupo de agentes, todos tienen conocimiento sobre un evento económico, todos saben que el resto también lo tiene y todos saben que los otros también saben esto último. – Equilibrio: el resultado agregado o macroeconómico es consistente con el comportamiento individual de los agentes. Las variables económicas se encuentran en equilibrio, en mutua determinación.

Al estar influida por la física mecánica, por el paradigma previo al de complejidad en ciencias naturales, la teoría neoclásica también concibe la economía como una máquina exacta, como el funcionamiento de un reloj, cuyas variables se encuentran siempre en equilibrio. Y aunque este enfoque ha funcionado y ha permitido descubrir conocimiento valioso para la ciencia económica, también presenta serias limitaciones. En esencia, la idea de equilibrio deja fuera la creación de nuevos productos, nuevos mercados, instituciones, estrategias o eventos novedosos. La evolución, creatividad, formación, emergencia o cambio caben difícilmente en la economía estándar. Y, como es evidente, no incluir esos conceptos implica alejarse de la realidad, del funcionamiento del mundo. Por esta razón, muchos consideran que la economía neoclásica se fundamenta en supuestos tremendamente irrealistas. 

Como es relativamente evidente, los agentes económicos no son perfectamente racionales u optimizadores, ni tampoco tienen información perfecta y, en la mayoría deocasiones, tampoco completa. Por supuesto, tampoco es realista asumir la existencia de uno o unos pocos agentes representativos como el homo economicus. Ni los individuos son siempre optimizadores, ni tampoco actúan siempre de la misma manera, de forma homogénea. Por ello, la economía de complejidad parte de las ideas de racionalidad limitada (bounded rationality) y heterogeneidad entre los agentes. Del mismo modo, la idea de incertidumbre es retomada por el paradigma de complejidad, en contraposición a la idea de información completa y perfecta del paradigma neoclásico. 

Sin embargo, sobre todos estos fundamentos analizados hasta ahora destaca otra idea que es central a la hora de comparar la economía de complejidad con la economía neoclásica. Hablamos del concepto de equilibrio. Frente a la noción de equilibrio, la economía de complejidad resalta el dinamismo y el elemento temporal en la economía; destaca los procesos emergentes y autoorganizados que se dan día tras día en la sociedad, y que los modelos de equilibrio no son capaces de capturar.

Complejidad y Escuela Austriaca

En anteriores artículos ya mencionamos las similitudes entre la Escuela Austriaca y la teoría de complejidad. Ahora que hemos desarrollado un poco más los pilares de la teoría de complejidad y sus diferencias con la economía neoclásica, vemos con mayor claridad todas las conexiones que la primera puede tener con la Escuela Austriaca. Cualquiera que conozca la teoría austriaca sabrá reconocer que esta también se opone al concepto de equilibrio, apuesta por la microeconomía, resalta nuestra limitada capacidad cognitiva, hace hincapié en la innegable condición de la incertidumbre y rechaza el mecanicismo en economía. Basta con saber que Menger es considerado precursor de la complejidad y Hayek un teórico de complejidad como tal. Las palabras de Brian Arthur lo dicen todo: “nada más publicar las primeras investigaciones sobre complejidad económica desde el Santa Fe Institute, empezamos a recibir cartas de todas partes del país diciendo que lo más que habíamos hecho era simplemente redescubrir la economía austriaca. Y, efectivamente, después de haber leído a Mises y Hayek, puedo decir que eso era esencialmente cierto” (Tucker 1996)

Por tanto, podemos decir que existe una ventana de oportunidad para los austriacos en el caso de que la complejidad se convierta en teoría dominante. No creo que fuese inteligente desaprovechar la oportunidad. ¿Qué implica esto? Estar abiertos a teorías y propuestas que vengan de fuera de la Escuela Austriaca, a otras ideas o métodos, como por ejemplo los agent-based models. Y, cuidado: no es necesario abandonar ningún principio esencial. Al revés, hemos de usar unos fundamentos metodológicos desarrollados y completos para poder analizar y juzgar cualquier innovación que aparezca como potencialmente adoptable. De esta manera, la posibilidad de que la Escuela Austriaca vuelva al mainstream económico se hará mucho más real. 

Referencias

Arthur, W. Brian. 2015. “Complexity Economics: A Different Framework for Economic Thought.” In Complexity and the Economy, edited by W. Brian Arthur, 1–29. New York: Oxford University Press.

———. 2021. “Foundations of Complexity Economics.” Nature Reviews Physics 3 (2): 136–45. https://doi.org/10.1038/s42254-020-00273-3.

Colander, David, Richard Holt, and Barkley Rosser Jr. 2004. “The Changing Face of Mainstream Economics.” Review of Political Economy 16 (4): 485–99. https://doi.org/10.1080/0953825042000256702.

Holt, Richard P.F., J. Barkley Rosser Jr., and David Colander. 2011. “The Complexity Era in Economics.” Review of Political Economy 23 (3): 357–69. https://doi.org/10.1080/09538259.2011.583820.

Mirowski, Philip. 1991. “The When, the How and the Why of Mathematical Expression in the History of Economic Analysis.” Journal of Economic Perspectives 5 (1): 145–57. https://doi.org/10.1257/jep.5.1.145.

Rosser Jr., J. Barkley. 1999. “On the Complexities of Complex Economic Dynamics.” Journal of Economic Perspectives 13 (4): 169–92. https://doi.org/10.1257/jep.13.4.169.

Simon, Herbert A. 1991. “The Architecture of Complexity.” In Facets of Systems Science, 7:457–76. Boston, MA: Springer. https://doi.org/10.1007/978-1-4899-0718-9_31.

Tucker, William. 1996. “Complex Questions: The New Science of Spontaneous Order.” Reason, January 1996. https://www.thefreelibrary.com/Complex+questions%3A+the+new+science+of+spontaneous+order-a017779895.

Weintraub, E. Roy. 2002. How Economics Became a Mathematical Science. Durham: Duke University Press.

1 Comentario

  1. Ahora es cuando se explica que la Escuela Austriaca no es políticamente liberal, ni éticamente liberal (¿existe una ética liberal)?, sino que solo es una manera de explicar el origen y el devenir de una observación experimental al alcance de todos: el animal humano tiene deseos.

    Inmediatamente después surge la pregunta ¿qué hacen los humanos para satisfacer sus deseos? A partir de ahí, ya puede uno devorar toneladas de libros y papers de la escuela austriaca, y sus numerosas referencias.

    Pero cualquier ideología polítca o cualquier praxis política son, en principio, compatibles con lo que dice la Escuela.

    Pero solo será mainstream si el Poder encuentra la manera de usar los resultados de la EA para seguir esclavizando y robando. Si no la encuentra, seguirá siendo lo que es hoy, para siempre.


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