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Líderes “inclusivos” frente al paradigma relativista y socialdemócrata

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En su libro Why Nations Fail (2012), Daron Acemoglu y James Robinson distinguen dos tipos de oligarquías de élites, las inclusivas y las extractivas que, respectivamente, diferencian las naciones ricas de aquellas más pobres.

Dado que las elecciones europeas son el próximo 25 de mayo, quizás puede resultar interesante analizar brevemente cómo distinguir los líderes inclusivos de los extractivos antes de decidir a quién votar entre las nuevas opciones electorales que podrían renovar la democracia española en los próximos años. 

1. Líderes "inclusivos"

Para Acemoglu y Robinson, los líderes son inclusivos cuando impulsan instituciones "inclusivas" o positivas para el crecimiento económico y que, por tanto, hacen que las naciones sean más ricas como, por ejemplo, la protección de la propiedad privada, el cumplimiento de los contratos, la separación de poderes, la independencia de jueces y tribunales…

Pueden considerarse líderes "inclusivos" aquellos que dan la batalla por las ideas y actúan para evolucionar el marco institucional hacia una recuperación del "ethos", entendido como el conjunto de patrones de comportamiento, normas de conducta o instituciones morales, que arraiga en la población de un país.

Diferencian correctamente entre el bien y el mal, entre los ciudadanos de bien y los delincuentes, entre la honestidad y la rapiña, entre la nobleza y la vileza, entre el cumplimiento de la Ley y la prevaricación, la corrupción y la malversación de fondos públicos.

Se distinguen por una defensa sin ambigüedades de un paradigma de valores fijos y absolutos, frente al paradigma del relativismo moral y el consenso socialdemócrata, defendido por los antiguos partidos que sostienen un régimen de partitocracia y corrupción. 

2. Oligarquías "extractivas"

Por otro lado, Acemoglu y Robinson sostienen que son líderes "extractivos" aquellos personajes que se dedica a la depredación de los recursos públicos, obtenidos del trabajo y el esfuerzo del resto de ciudadanos.

El lenguaje debe ser preciso y, por ello, entiendo que la denominación más correcta es oligarquías "extractivas" para referirnos a los personajes que se integran en sindicatos, partidos, patronales, asociaciones, fundaciones y grupos de interés que logran tejer una tela de araña para la captación de los recursos públicos del Estado-Administración en su niveles internacional, nacional, regional (autonómico), provincial, municipal,…

En mi modesta opinión, es inapropiado aplicar los términos "líder" o "élite" para denominar a una jauría de personas sin mérito, sin capacidad y sin valores que actúan como hienas y chacales, intentando vivir de los esfuerzos individuales del resto de la población. Cierto que logran dirigir grupos humanos pero, sin embargo, la palabra "liderazgo" está vinculada a características personales y a valores morales "inclusivos" que es conveniente proteger del uso inadecuado del idioma.

Las "oligarquías extractivas" tergiversan el espíritu de la Ley, empeoran las leyes, distorsionan el cumplimiento de las sentencias y rompen el marco institucional para favorecer sus propios intereses. Se caracteriza por personajes sin moral, o con una moral relativista, que potencian las instituciones "extractivas" o negativas, porque deterioran las leyes y el Estado de Derecho, promueven políticas intervencionistas y, en definitiva, "guían" el país hacia la pobreza de la mayoría de los ciudadanos.

Entre otras muchas, por ejemplo, son instituciones extractivas las leyes que deterioran los derechos de propiedad, otorgan ayudas y subvenciones públicas a grupos de medradores de prebendas, merman la calidad de las auditorías de cuentas, fomentan el descontrol en las cuentas públicas, impiden la separación de poderes, consienten la elección de los jueces por políticos, incumplen las sentencias de los tribunales… porque intervienen sobre el normal funcionamiento de un mercado libre y fomentan la corrupción, la prevaricación y la malversación de los caudales públicos. 

3. Acción Humana en el orden de mercado y, también, en el orden político

La acción humana se produce no sólo en el orden económico o, si se prefiere, en el orden de mercado que surge de la interacción en libertad de millones de personas. Nos guste o no, la acción humana se produce también a lo largo de la historia dentro de un orden político con diferentes formas de institucionalización del poder, lo que no puede ser obviado en el estudio de las ciencias sociales.

Después de la Revolución Francesa (1789), el proceso de institucionalización del poder [1][2] ha involucionado en los siglos XX y XXI hasta la constitución del Estado Minotauro, señalaba Bertrand de Jouvenel en su obra Sobre el Poder. Historia Natural de su Crecimiento, y que devora la vida, la propiedad y la libertad de los ciudadanos en favor de las oligarquías "extractivas" que controlan el poder político.

Recientemente, el catedrático Roberto Centeno señalaba que: "el castigo de los hombres buenos que no se ocupan de la cosa pública es ser gobernados por hombres malvados".

Sin embargo, ante situaciones de grave deterioro institucional, como la actual, los ciudadanos pueden actuar con seriedad para, responsablemente, elegir entre las tres alternativas posibles:

a) En primer lugar, pueden decidir abstenerse, lo que contribuye a mantener el "statu quo" imperante, porque no derriba gobiernos ni regímenes políticos; si bien sirve para deslegitimarlos, si supera más de la mitad del censo electoral.

b) En segundo lugar, pueden optar por sostener el régimen de oligarquías extractivas que dilapida los recursos públicos y deteriora la actividad económica del país, lo que ocurre cuando la tela de araña de ayudas, subvenciones e intereses públicos, tejida por sindicatos, patronales y partidos políticos, moviliza el voto del amplio colectivo de personas, dependientes de los presupuestos públicos para subsistir con las aportaciones (impuestos) de los demás.

Esto es lo que está ocurriendo en países como Argentina, Italia, Portugal o España. Una mitad del país termina viviendo a costa de la otra mitad y, por dicho motivo, las personas más preparadas emigran a otros países, en donde prevalece el orden de mercado por medio de un marco institucional más evolucionado y menos "extractivo" respecto de los recursos privados de las empresas, familias y personas.

c) En tercer lugar, pueden votar a líderes "inclusivos" que impulsen la recuperación de los valores morales propios de una sociedad civilizada (o abierta), la regeneración de la democracia con un marco institucional más "inclusivo" y, también, la reducción del tamaño del Estado-Administración, porque es lo que permite que prevalezca el orden de mercado sobre el orden político u oligárquico.

Los líderes inclusivos se caracterizan por defender las "instituciones morales" que, como señalaba el premio Nobel de economía de 1974, Friedrich Hayek, en su obra La Fatal Arrogancia, permiten la existencia de una sociedad civilizada (o abierta) como, entre otros, el respeto por la vida, la propiedad, la familia, la libertad de pensamiento y culto, la libertad de empresa, el comercio libre, el dinero de calidad o el principio de consentimiento de los ciudadanos ante las subidas de impuestos y el endeudamiento.

En definitiva, cuando la corrupción es generalizada entre la casta política, la regeneración de las instituciones sólo puede ser realizada por líderes "inclusivos", que se encontrarán en las nuevas formaciones políticas que opten por la democracia interna y la financiación transparente. No puede encontrase en los partidos que defienden el régimen político preexistente, cuando se encuentran deteriorados por la corrupción o cuando adolecen de ésos requisitos de transparencia en la gestión y de apertura a la sociedad civil.

Al igual que en otros países, los ciudadanos españoles pueden identificar los líderes "inclusivos" en los nuevos partidos políticos que deben cumplir sus promesas de valores morales, regeneración democrática y reducción del tamaño de las administraciones públicas.

Los ciudadanos también encuentran líderes inclusivos en las organizaciones no-gubernamentales, que se financian privadamente y que promueven el cambio del actual paradigma de valores morales relativistas y social-demócratas por un paradigma de valores morales fijos y de economía de mercado. Así, en España, con los matices de integrar grupos heterogéneos y con las diferencias propias de sus diferentes objetos sociales, se pueden encontrar líderes inclusivos entre otros, en asociaciones como: Instituto Juan de Mariana, Centro Diego de Covarrubias, Hazte Oír, Citizen Go, Vota Valores, Profesionales por la Ética

Estas asociaciones se caracterizan porque no mantienen los cánones ideológicos de la corrección política ni los lugares comunes del consenso socialdemócrata, no medran del presupuesto público y, de modo general, promueven reformas escalonadas o hayekianas de la Constitución y las leyes para que, entre otros, se garanticen los derechos individuales (vida, propiedad y libertad) y arraiguen la separación de poderes, la independencia judicial, el cumplimiento de la Ley y una organización territorial racional en España. 

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