Muchos empresarios son auténticos héroes mientras otros son verdaderos villanos enemigos de los valores de la libertad.
Los defensores de cualquier idea política necesitan una épica que les haga vibrar. Y eso implica también tener sus particulares héroes. Más allá de nombres de personas concretas que son elevadas al particular ‘Olimpo’ ideológico de turno, suele haber siempre un grupo al que se le atribuyen las virtudes más nobles y puras. Para los comunistas y los socialistas de izquierdas clásicos suelen ser los obreros, por ejemplo. Conservadores y democristianos suelen optar, por citar otro caso, por el pequeño comerciante o el autónomo.
Quienes defendemos la idea de la libertad no somos ajenos a esa búsqueda de épica con nuestros particulares campeones. Y no es poco común, en estos casos, presentar como héroes, como modelo a seguir, a los empresarios. Muchas veces se les presenta así, sin matices; cualquier empresario es el héroe liberal. Sin embargo, esto es un error.
Muchos empresarios son auténticos héroes, es cierto, que luchan por sacar adelante su empresa de forma honesta. Y lo hacen además enfrentándose a todas las trabas que la injerencia estatal pone en su camino, desde regulaciones abusivas a impuestos muchas veces confiscatorios. De esta manera transmiten beneficios a la sociedad, generando empleo y riqueza, así como ofreciendo a numerosas personas bienes y servicios que quieren o necesitan. Eso sin tener en cuenta a aquellos que ofrecen algo nuevo que mejora la vida de muchos otros seres humanos.
Sin embargo, muchos otros empresarios –utilizamos ese término en su sentido general, sin entrar en disquisiciones teóricas– distan de esa épica y esa actitud benéfica y a veces heroica. No sólo se alejan de la figura del héroe, sino que en numerosas ocasiones son auténticos villanos enemigos de los valores de la libertad.
Sobran los ejemplos de empresarios que recurren al Estado para que establezca normas que les benefician, limitando por ejemplo la entrada de más competencia. Ocurre, por citar algunos casos, con la energía, las telecomunicaciones, la televisión o los centros comerciales. Sobre ellos ironizó genialmente Bastiat en su Carta de los fabricantes de velas. No faltan quienes se dedican a pedir subvenciones para sus sectores, ahí están los productores de cine pidiendo constantemente ayudas o los fabricantes y concesionarios de automóviles defendiendo la necesidad de planes PIVE o PREVER.
Podemos seguir con los que, como muchas empresas de internet reclamando acciones contra Google, pretenden que las autoridades debiliten al rival preferido por el público. Y, por poner un caso más, están los que buscan y logran que el Estado obligue a otras compañías a financiarles con cualquier excusa, como ocurre con el Canon AEDE.
A estos villanos se suman otros. Es el caso de quienes violan los contratos con sus empleados de las más diversas maneras, saltándose lo pactado para imponer horarios muy superiores, funciones no acordadas entre las partes o no pagando los sueldos. O de los que no hacen los pagos a sus proveedores. El respeto a los citados contratos es una de las claves de la ética de la libertad. O están también los que venden productos o servicios de calidad muy inferior a la prometida a sus clientes, lo que no deja de ser una violación de los contratos de compra-venta.
Al decir que «los empresarios», de forma genérica, son héroes estamos incluyendo en esta categoría épica a todos estos villanos, que en muchos casos son además saqueadores. Nuestro mensaje se debilita de esta manera y causa un rechazo natural en muchos de los que han sufrido y sufren las malas actuaciones de quienes no son precisamente un modelo a seguir. Defendamos el heroísmo de todos aquellos que son portadores de él, pero no se lo atribuyamos a quienes no se lo merecen.
Héroes de la libertad son muchos empresarios. Pero también lo son los empleados que cumplen el contrato con sus empresas sin tratar de trabajar menos de lo debido y numerosos autónomos que dejan la vida saliendo adelante a pesar de unos impuestos confiscatorios y una burocracia asfixiante.
3 Comentarios
Hay dos tipos de héroes:
Hay dos tipos de héroes:
Aquiles/El ideal hecho carne. Ungido por los dioses y con un inexorable destino, desconoce el miedo y todo en él son atributos carismáticos ( El Ché )
Héctor/La carne entregada a un ideal. Con más valor que miedo y con más sacrificio que penalidades ( El obrero )
Comparten el servir a un ideal superior.
Un liberal no tiene un ideal superior al que servir, tan solo unas pocas ideas claras como manual de vida, lejos de la verdad absoluta o la imposición a los demás. No tiene héroes porque nada le aportan.
Quien anhela héroes anhela banderas que puedan seguir las masas, anhela modelos simples que simplifiquen la vida. Un liberal recela de las masas y sabe que la vida es compleja.
Oportuna precisión del señor
Oportuna precisión del señor Chinchetru. Tendemos a esquematizar demasiado, cuando el diablo está en los detalles.
Buen artículo António José.
Buen artículo António José.