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Por qué se puede (y debe) dolarizar Argentina en el 2024

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Tras el flamante triunfo de Javier Milei en Argentina se ha abierto el debate sobre cómo podría dolarizar la Argentina. Y aunque haya sido la propuesta electoral más comentada, no ha nombrado en su discurso de asunción la dolarización ni se ha avanzado en el primer mes en esa dirección. Parece que son muchas las críticas y supuestas dificultades que se han presentado y que van alargando el proceso. 

Visto desde Ecuador, un país que lleva 23 años dolarizado, el debate parece un deja-vu, pues son casi los mismos los argumentos que se usan en contra la dolarización de Argentina los que se usaron dos décadas ha contra la dolarización de Ecuador. 

Lo llamativo es que la cuestión ya no es por qué dolarizar Argentina. La inmensa mayor parte de los argentinos lo desean, y así lo han demostrado con sus votos y con sus actos, acumulando billones de dólares en sus casas (casi el 50% del PIB, según algunos informes). Al igual que en Ecuador, la cuestión ya no es si dolarizar fue o no una buena decisión, pues es la política pública que suscita más consenso, manteniéndose con unos niveles de popularidad de entorno al 85% sostenidos, muy por encima de cualquier Presidente o cualquier otra política económica.  

Y teniendo en cuenta que nadie ha presentado aún un plan sólido para evitar el caos monetario que es la nación austral a día de hoy (y durante la mayor parte de su historia) que no sea dolarizar, la cuestión tampoco puede ser ya si se ha de dolarizar Argentina, sino cuándo se hará y a qué tipo de cambio. 

Libertad de elección de moneda

Dolarizar es permitir a los ciudadanos que intercambien en la moneda que deseen, es la libertad simétrica a la libertad fundamental de libre comercio: igual que tenemos el derecho de comprar lo que deseemos y acordemos, tenemos el derecho de pagarlo en lo que deseemos y acordemos. Por tanto, desde un punto de vista liberal, la argumentación ética a su favor es obvia. 

Muchos pensamos que la libre elección de moneda, una propuesta de Hayek y que está garantizada en la Constitución en Panamá, es una medida aún superior a la dolarización. Pero creo que es más fácil pasar de la situación actual en Argentina a una dolarización, y de la dolarización a una mayor libertad monetaria, que de la situación actual de Argentina a una libertad monetaria.

El Estado Argentino ha de elegir una moneda para convertir la masa monetaria en pesos, y además para operar pagando sus compromisos y cobrando impuestos. Y al ser el dinero un bien-red y tener el Estado un peso tal en la economía, esa elección afectará a la decisión de gran parte de los ciudadanos. Por tanto, a efectos prácticos la dolarización es más fácil y factible y no habría diferencias sustanciales con un sistema de libertad monetaria, pues la mayoría de los argentinos ya eligen el dólar para sus ahorros y es su principal moneda de transacción internacional. Eso sí, lo ideal sería acompañar la dolarización de una norma que permita el libre acuerdo de la moneda de intercambio entre los compradores y vendedores, así como la libertad para abrir cuentas bancarias en cualquier moneda acordada. 

Exceso de Leliqs

El primer supuesto gran problema es que existen demasiadas “LELIQs” y que, por tanto, primero hay que hacer una limpieza del balance del Banco Central para poder dolarizar. Y así, la primera medida que ha decidido el Ministro Caputo con respecto a su política monetaria ha sido dejar de renovar las LELIQs e incentivar a los bancos a comprar deuda del Estado. 

Aclaremos por qué esto no es ni el supuesto gran problema que tantos creen, ni mucho menos la solución. Las LELIQs son el resultado la pésima política monetaria argentina que provoca la inflación que es eminentemente fiscal. El Estado le pide dinero al Banco Central que es incapaz de decirle que no, por lo que le presta pesos (pasivos de su balance) a cambio de promesas de pago del gobierno de Argentina que acumula en el activo de su balance.

Como todos esos pesos creados ex nihilo se acumulan como masa monetaria que provoca inflación, el mismo Banco Central que los ha creado los intenta retirar de la circulación, cuan bombero pirómano. Y para sacar los pesos de circulación lo que hace es emitir LELIQS, que son préstamos en pesos que hacen los bancos comerciales al Banco Central a corto plazo, normalmente 28 días. Esos LELIQS siguen estando en el pasivo del balance del BCRA, sólo han cambiado una partida de pasivo por otra.

El sistema drena el crédito productivo

Alguien se podrá preguntar cuál es el plan para reducir la masa monetaria tras los 28 días en que se revierte la operación. Y la realidad es que ninguno. A los 28 días se suelen renovar las LELIQS a mayor tipo de interés en un proceso imparable. Los bancos comerciales, por tanto, toman los depósitos de los argentinos que les remuneran pues son útiles para retirar los pesos que crea el BCRA, gasta el gobierno argentino en todos sus programas populistas, entran a la economía argentina, y tienen que retirar de esta manera.

Pero la plata que toman con una mano, con la otra, en lugar de ejercer su función de mediador del riesgo y otorgar crédito al sector productivo, prestan ese dinero al Banco Central. Y lo prestan a tipos de interés de hasta el 160% anual, que siempre es menor que la inflación, pues la inflación la generan ellos mismos con este proceso de creación de masa monetaria.

A día de hoy los bancos argentinos tienen 43 billones de pesos en depósitos y sólo 16 billones de pesos han prestado al sector privado (últimos datos disponibles del BCRA). El resto, al Estado. Este es otro de los efectos secundarios de vivir en un desastre monetario, que se drena el crédito productivo, por tanto, se descapitaliza la economía. 

Los argentinos tendrán que pagar por una de estas cuatro vías

Creo que hay que hacer hincapié en el nefasto papel que juegan los bancos en el proceso inflacionario de Argentina (tras el Gobierno y el Banco Central, pero estos son los primeros responsables), pues sin ellos nada de todo este proceso inflacionario se podría haber producido, y ellos no están cumpliendo con ninguna de sus dos funciones principales en un sistema económico sano, que son resguardar los depósitos de sus clientes y canalizar el crédito a los proyectos productivos más seguros y eficientes.

Una vez que entendemos que los LELIQS ya están creados y son cuasi-masa monetaria argentina, se entiende que al final del camino serán los argentinos quienes tendrán que reconocer y pagar esta realidad, les guste o no. Y sólo se puede hacer de cuatro maneras: o lo pagan todos los argentinos con impuestos; o lo pagan los argentinos con la quiebra de los bancos; o lo pagan los argentinos con un mayor tipo de cambio a la hora de dolarizar, o lo pagan los argentinos con más inflación. Pero al final del camino lo pagan los argentinos. 

La primera opción, esperar que el Gobierno de Argentina pague la deuda con el Banco Central de Argentina, es una fantasía, pues es evidente que el gobierno de Argentina es incapaz de cumplir con sus deudas y está en impago contable. Pero aún siendo así, eso sólo significaría que lo pagarían los argentinos con sus impuestos. Y no creo que haya capacidad de subir mucho más los impuestos, o de cargar a los argentinos del futuro con más impuestos. Y si se hiciese, los argentinos estarían descontentos con estas medidas económicas, pues supondría que pagarían más impuestos y recibirían menos servicios del Estado. 

Bail-in

La otra opción es no devolver las LELIQS; pero en ese caso los bancos comerciales tendrían graves dificultades, pues se quedarían con tan sólo papeles impagados para responder a los depósitos de sus clientes, por lo que quebrarían y entonces lo terminarían pagando los argentinos con sus depósitos en los bancos. Ahora bien, yo también creo, como dije anteriormente, que los bancos comerciales son en gran parte culpables de la situación que está atravesando el país. Por ello creo que lo justo sería hacer un “bail-IN”, esto es, no devolver LELIQS por valor del capital patrimonial de los bancos, pues ellos también han de pagar el riesgo tan irresponsable que están asumiendo prestando dinero a un Banco Central quebrado que responde a un Gobierno quebrado.

Esto permitiría dolarizar a un menor tipo de cambio. Creo que esta opción no tendría mayores problemas sobre su solvencia, pues lo más probable es que tras la dolarización se genere tal confianza en la economía argentina y su sistema financiero que todos esos dólares que los argentinos tienen guardados en sus casas aflorarán y se depositarán, recapitalizando así a los bancos. 

La tercera opción es que se cubran los LELIQS con las reservas internacionales que tiene el Banco Central, en este caso el tipo de cambio sería superior. Sería parecido al del tipo de cambio del dólar blue, que es el dólar libre, y que en el fondo no está sino reflejando exactamente esto, cuántos activos reales hay en el balance del Banco Central para respaldar los pasivos exigibles, que son la masa monetaria y la cuasi-masa monetaria. 

Vincular el pago a la dolarización

Creo que hacer el pago en el momento de la conversión al dólar es lo mejor con diferencia. En primer lugar pues es lo más rápido, y permite re-comenzar la economía argentina con valores reales y sin lastres. Pero es que además es cargar sobre la moneda un problema que es monetario, lo más lógico y simple, en lugar de hacerlo sobre lo fiscal o financiero. 

Lo que hay que entender es que la dolarización es, sobre todo, un proceso de sinceramiento de la economía. Y en ese sinceramiento hay que reconocer la realidad: los LELIQS son masa monetaria drenada temporalmente, o sea, cuasi-masa monetaria. Pero esa masa monetaria ya existe, ya se ha creado y no va a desaparecer. Por tanto, creo que el tipo de cambio al que se debe dolarizar debe contar con ellos, y eso hace que se acerque mucho más al tipo de cambio del dólar blue (que está ya por encima de los 1000 pesos por dólar) que del dólar oficial, así sea el anunciado por el Ministro Caputo (que ha sido de 800 pesos por dólar).  

Por dónde va el Plan Caputo

Me parece evidente que no se puede contar con que el Gobierno de Argentina cumpla con sus compromisos de pago. No lo creo yo, y no lo creen los acreedores internacionales que sitúan el riesgo país en torno a los 2000 puntos. Peor aún ahora que el plan de Caputo parece que es acumular como deuda propia toda la masa monetaria acumulada en las LELIQs, de tal manera que sólo se cargará con más deuda, esto es, más incertidumbre e impuestos futuros, una situación fiscal ya quebrada. 

Ahora bien, hay una diferencia radical entre un “default soberano” en un país con moneda propia y un “default soberano” en un país dolarizado. Pues en un país con moneda propia el Gobierno presionará al Banco Central para emitir moneda para poder pagar, de tal manera que la quiebra también la pagarán los ciudadanos con inflación y pérdida de poder adquisitivo. Algo que ya ha ocurrido en Argentina.

Sin embargo, en un país dolarizado, la quiebra del Estado no es la quiebra de los ciudadanos, ni de sus bancos, ni de sus empresas ni de su moneda. De tal manera que puede declarar un “default” el Estado, y eso simplemente implicaría que no pueda pedir prestado en los mercados internacionales, largos juicios de embargos internacionales o disputas. De hecho, los datos en Ecuador son muy dicentes a este respecto. Pues aunque ha subido el riesgo país hasta los 2000 puntos, la financiación de las empresas privadas no se ha visto apenas afectada. 

La dolarización es una quiebra

Claro que una declaración de quiebra tendría consecuencias sobre la financiación del gobierno de Argentina en el futuro, pero teniendo en cuenta que ya no tiene financiación alguna en mercados libres pues su credibilidad está por los suelos, y que el plan de Milei es reducir el tamaño del Estado para lograr un déficit cero, sería simplemente afianzar esa medida. 

Algunos dicen que Milei no puede dolarizar pues no cuenta con los dólares suficientes, lo cual es evidentemente falso. La cuestión de los dólares disponibles en la Reserva internacional lo que dilucida es a qué tipo de cambio se puede dolarizar, pero no si se puede o no. Y la respuesta es que sí se podría dolarizar al tipo de cambio del dólar blue. 

No hay panaceas, pero…

Y algunas voces arguyen que no se puede dolarizar pues cuenta con “reservas internacionales negativas”, lo cual es no entender qué es la dolarización. La dolarización se ha de plantear como la quiebra del banco central, y por tanto hay que analizar el balance del Banco Central partida a partida como una quiebra ordenada, qué partidas del activo hay disponibles para pagar qué partidas del pasivo en qué prelación. Y por eso tan sólo interesan tres partidas para la dolarización, en el activo las reservas internacionales, pues son las realmente disponibles. En el pasivo, la masa monetaria en pesos que hay que cambiar, y como ya hemos explicado anteriormente, las LELIQs.  Claro que el balance de un banco central es mucho más complicado que esto, pero éstas son las partidas fundamentales para llevar a cabo la dolarización. 

La dolarización no es una panacea, no es un milagro económico, no es la solución a todos los problemas de Argentina. La dolarización es una medida monetaria que permite solucionar de raíz el problema monetario que es la inflación. Que es, a día de hoy, el principal problema económico de Argentina.  

La dolarización no requiere de condiciones previas, no requiere de tener la economía saneada, ni requiere de tener equilibrio fiscal. La dolarización requiere tener los conceptos claros y voluntad para ello. 

Ver también

¿Cuánto cuesta dolarizar una economía? (Santos Mercado).

Dolarización venenosa. (Santos Mercado).

Reflexiones ante la carta de 200 economistas que se oponen a la dolarización. (Adrián Ravier).

Dolarizar Argentina es posible y deseable. (Adrián Ravier).

Dolarización en Argentina. (Santos Mercado).

Una propuesta para dolarizar la Argentina sin devaluación ni aumentar la deuda. (Adrián Ravier).

Respuesta a tres grupos críticos de la dolarización argentina. (Adrián Ravier).

La dolarización como herramienta de cambio: lecciones del milagro ecuatoriano. (Adrián Ravier).

En Argentina no basta con el equilibrio fiscal. (Adrián Ravier).

Dolarizar Argentina es posible e imprescindible. (Adrián Ravier).

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