El gigantesco y efectivo sistema de propaganda creado por los soviéticos sigue resultando efectivo incluso más de dos décadas y media después de la desaparición de la URSS.
Suele decirse que los refranes reflejan la «sabiduría popular», como si esas ideas sencillas que reflejan fueran necesariamente ciertas por el hecho de ser creídas por muchos. Sin embargo, algunos de esos dichos de uso común pueden estar radicalmente equivocados. Un buen ejemplo es aquel tan español de que «no hay mal que cien años dure». Es verdad que resulta muy complicado que una persona sufra algo durante tan largo periodo de tiempo, puesto que por lo general la vida humana es algo más corta. Pero también es cierto que existen males que se extienden por gran parte del planeta y se heredan generación tras generación.
El más evidente ejemplo de que es posible la pervivencia centenaria de un mal lo tenemos en la aplicación efectiva del comunismo (como ideología tiene aún más tiempo). En 2017 se cumplirán cien años desde el triunfo de la Revolución de Octubre, que instauró a sangre y fuego un régimen comunista en el antaño imperio de los zares. Gobiernos totalitarios inspirados en Lenin siguen vivos en diversos puntos del mundo, como Cuba o Corea del Norte. Y, para rematar, fuera de esos países hay quienes siguen proclamando con orgullo su defensa de la hoz y el martillo.
A ningún concejal de una capital europea de importancia se le ocurriría elogiar de forma pública la mussoliniana Marcha sobre Roma o celebrar un aniversario de la llegada al poder de Hitler. Se organizaría, de forma justificada, un escándalo mayúsculo que sólo podría saldarse con su dimisión o destitución. Sin embargo, no ocurre nada si un edil tiene alabanzas para el golpe de Estado leninista y la posterior y sangrienta guerra civil en Rusia.
El responsable de Economía y Hacienda en el Ayuntamiento de Madrid, Carlos Sánchez Mato, felicitaba 2017 en Twitter recordando el centenario de la toma del poder por los comunistas rusos. Se refería a aquellos hechos como «la más hermosa revolución de la historia». Los hechos que tan hermosos le parecen al concejal madrileño y la larguísima dictadura a la que dieron lugar costaron decenas de millones de muertos. El yugo soviético se impuso en la antigua Rusia zarista y después en otros muchos países, dejando un balance multimillonario de asesinatos, innumerables torturas, presos políticos, represión, miedo y miseria en buena parte de Europa y otros continentes.
Sánchez Mato no es ninguna excepción. El comunismo goza de buena salud a pesar de que tras la caída del Muro de Berlín ya nadie pueda decir que ignora lo que ocurre en los países sometidos a la hoz y el martillo. Son muchos los que siguen considerando esa ideología una esperanza y justificando los crímenes contra la humanidad cometidos, en el pasado y el presente, por aquellos que creen en esas ideas. El gigantesco y efectivo sistema de propaganda creado por los soviéticos sigue resultando efectivo incluso más de dos décadas y media después de la desaparición de la URSS.
Pero no es mérito sólo de los comunistas. Es también demérito de muchos aquellos que no comparten sus criminales ideas. Por una parte, a numerosos políticos, periodistas e intelectuales no marxistas les ha faltado firmeza a la hora de denunciar los horrores soviéticos, castristas o maoístas, por ejemplo. Es más, en muchas ocasiones han caído en la justificación o incluso en la legitimación de esas dictaduras. Resultó evidente a la muerte de Fidel Castro. El mismo Mariano Rajoy que envió una delegación de menor nivel al funeral de Václav Havel, todo un ejemplo de lucha por la libertad en Europa, encargó a Juan Carlos I encabezar la representación española en las honras fúnebres de Fidel Castro.
Por otra parte, hay quienes cometen un error distinto a la falta de firmeza ante el totalitarismo marxista. No faltan en las filas liberales quienes equiparan de forma automática a todos los socialdemócratas con los comunistas. Hay incluso quienes meten en el mismo saco a presos políticos de partidos socialistas no marxistas y a sus carceleros castristas o chavistas, por ejemplo. Esto es terriblemente injusto, y sólo por eso no habría de hacerse. Pero no sólo por eso.
Equiparar socialdemocracia con comunismo, y más aún a disidentes democráticos con dictadores marxistas, es un error en el que no deberían caer quienes defienden las ideas de la libertad. Por un lado, da la impresión de que los liberales son un grupo de fanáticos incapaces de comprender matices que son importantes. Así, se transmite una imagen de radicalismo que hará que muchos dejen de escuchar otros argumentos a los que sí prestarían atención de otra manera.
Por otro lado, al hacer esas equiparaciones se provoca que a medio y largo plazo muchos bajen la guardia ante una amenaza totalitaria marxista. Alguien que durante mucho tiempo ha escuchado que el PSOE o incluso el PP (o sus equivalentes en otros países) son lo mismo que los comunistas puede terminar llegando a una conclusión tan peligrosa como equivocada. Esta sería: «Si los socialdemócratas son lo mismo que los comunistas, estos últimos no son tan terribles, así que dejémosles gobernar».
Ante el comunismo, como ante otras amenazas totalitarias, hace falta valor y claridad en la denuncia; pero también es necesaria la inteligencia. Tan erróneo es ser timorato como ser exagerado. Si no lo comprendemos, el mal puede cumplir mucho más de cien años.
6 Comentarios
En argentina con el peronismo
En argentina con el peronismo vamos pasando los 70
«Equiparar socialdemocracia
«Equiparar socialdemocracia con comunismo» pues si, considerando que 1) los paises comunistas eran oficialmente llamados «socialistas» 2) segundo eyos, el comunismo era una etapa final del socialismo, que aun no hayan logrado 3) los partidos socios da la internacional socialista se llaman a vezes «socialdemocratas» y «socialistas». de hecho, en paises con mas de un idioma como en suiza, se llaman aun «socialista» en frances y «socialdemocraticos» en aleman.
hay varios grados de socialismo, dependente de la proporcion de economia que es socializada, pero los principios son los mismos.
JANO, lo que dices es verdad
JANO, lo que dices es verdad pero tambien es verdad lo que dice Antonio.
En alguna ocasión he deslizado expresiones como esas de que el socialismo y el comunismo son lo mismo…. y la cara que me han puesto quienes, además, son más proclives al socialismo, era de chiste….
Y claro, se acabó la conversación.
Otra cosa es en el momento en el que se enrede el debate, en el que el socialista de turno pretenda darte lecciones se le haga entrar en dudas sobre el verdadero objetivo de todo socialismo y el cómo se pudiera moderar el mismo…. Y entonces si, se le puede poner con la espada en la pared y conseguir que empiece a razonar….
El uso debe ser comedido.
El comunismo mató tanto que
El comunismo mató tanto que se quedaron sin esclavos.el socialismo esclaviza y no se dan cuenta.es la rana. en el agua tibia y muere contenta.
Si abominable es no
Si abominable es no distinguir entre estalinistas asesinos y socialdemócratas contenidos, como Rajoy, también supone un error ignorar o rehuir que ambos atacan los derechos individuales, aunque por supuesto en muy diferente medida.
¿Son comparables robo y asesinato? Evidentemente no en cuanto a gravedad, pero sí se puede y se debe señalar que tan delito es uno como otro. El problema es siempre la manipulación y tendenciosidad con que se destacan y enfatizan determinados aspectos de la realidad mientras se ocultan y disimulan otros. Contémoslo todo sin sesgos ni omisiones interesadas y nada se nos podrá reprochar.
Bien está recordar la contraproducente manipulación de equiparar sin matices la inmoralidad de comunismo y socialdemocracia, siempre que tampoco olvidemos el vicio contrario de soslayar sus notables conexiones, porque ambos comparten veneración por la violencia contra el individuo, si bien los comunistas resultan más coherentes y expeditivos con ella.
El mal no se limita al comunismo, a fin de cuentas una mera socialdemocracia exacerbada o extrema, y contentarse con que el monstruo no se desarrolle del todo no sólo parece vano consuelo, sino grave irresponsabilidad, pues una vez que admites la agresión ¿por qué no un poco más? La germinación de los entes deviene lógica y natural y no su súbita frustración inexplicada o arbitraria. La socialdemocracia reanima un comunismo que la realidad impugna, y es imposible librarse de él contemporizando con aquélla.
Por eso no me ha convencido el artículo. Creo que no se puede combatir inteligentemente el comunismo transigiendo con su precursor objetivo para no caer antipático. ¿Seríamos tan exquisitos con presuntos sembradores, culposos si no dolosos, del socialismo nazi o fascista? Que se lo pregunten a Donald
Bueno… Al hilo de lo que
Bueno… Al hilo de lo que dice Antonio José…. so voy a contar una cosa….
He estado forzando la máquina en un debate sobre el problema de la subida de la luz y cada vez que podía acusaba a los defensores de la «Pobreza Energética», de la nacionalización del sistema eléctrico, de las subvenciones de todo aquello que pudiera sonar a socialismo de … socialistas.
Y me he pasado igualmente el debate llamando socialistas a las dictaduras….
Oye…. ni me han rechistado.
Es mas, tengo la sensación que en el fondo les molesta todo eso. Que comparen el socialismo con la dictadura.
Vale, nosotros lo tenemos claro, pero habría que preguntarse…. ¿porque se han inventado eso de «progresistas»?
Pues deciros que no perdáis ocasión.
Que lo intentéis, con tino, no siempre es mi caso, pero que en el momento en el que veáis que puede ser adecuado…. adelante.
El socialismo es totalitario por definición.
Habrá que decirlo.