El 22% del armamento comprado por los países latinoamericanos entre 2011 y 2015 fue vendido por China.
La creciente influencia china en el Pacífico y América Latina no se limita al terreno del comercio de bienes. El gigante asiático se ha convertido en la última década en uno de los mayores proveedores de armas en el continente americano, haciendo una dura competencia tanto a Estados Unidos como, sobre todo, a Rusia. Según un informe del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), el 22% del armamento comprado por los países situados al sur de la frontera de México con EEUU entre 2011 y 2015 fue vendido por China. A diferencia de lo que ocurre con las exportaciones bélicas rusas a la región, en este comercio sí ha tenido un peso significativo la ideología de los gobiernos compradores.
Venezuela es el principal cliente para el armamento chino en la región, en un comercio que impulsó Hugo Chávez y ha mantenido Nicolás Maduro. Solo en el periodo comprendido entre 2011 y 2015, las importaciones de material bélico fabricado por el gigante asiático sumaron 373 millones de dólares (352,6 millones de euros). El Gobierno adquirió, entre otras cosas, artillería autopropulsada y vehículos de transporte de tropas. Estos últimos fueron usados en la represión de las manifestaciones de 2014.
Principal proveedor de Venezuela
Durante los dos últimos años, Pekín ha logrado desplazar a Moscú como principal proveedor de armas a Venezuela, según un informe de la organización Control Ciudadano, si bien Nicolás Maduro quiere mantener las importaciones militares procedentes de ambos países. A pesar de que, debido a la mala situación económica del país, la compra de material bélico ha caído en un 90%, el Presidente venezolano anunció en diciembre que se llegará a nuevos acuerdos tanto con Rusia como con China para seguir adquiriendo productos militares de esas naciones.
Cristina Fernández de Kirchner hizo de Argentina otro importante cliente de la industria bélica china durante una visita a Pekín en 2015. Firmó acuerdos de compra de armamento (blindados, cazas y buques de guerra) por 1.000 millones de dólares (944,8 millones de euros). Sin embargo, numerosos analistas dan por hecho que esta relación está rota desde que llegara a la Casa Rosada Mauricio Macri, que sí sigue comprando material bélico a Rusia.
Otro cliente de China en la región que podría dejar de serlo es Bolivia. En 2009, por 58 millones de dólares (54,8 millones de euros), y en 2012, por 108 millones de dólares (102 millones de euros), cerró la compra de aviones de entrenamiento y helicópteros Harbin Z-9. El descontento con estos últimos aparatos se refleja en varios informes de las Fuerzas Armadas bolivianas, donde se denuncia que empezaron a dar problemas muy pronto y que China no da la suficiente formación a los pilotos y técnicos de mantenimiento.
Uruguay entra en la lista de clientes
Pero si algunos clientes corren peligro, otros se suman a la lista. Es el caso de Uruguay. El presidente Tabaré Vázquez firmó el año pasado un acuerdo de cooperación militar con China, enviado recientemente al Parlamento para su ratificación. En virtud de éste, el país se convertirá en comprador de material para los tres Ejércitos. Además, y como es habitual en los tratos de este tipo que firma Pekín, también hará donación de diversos tipos de bienes de guerra, como equipamientos médicos castrenses o material logístico.
La nueva relación armamentística coincide con la dura negociación de un acuerdo de libre comercio entre los dos países que debería firmarse en 2018. Pekín insiste en que quiere alcanzarlo, pero corre peligro por las reticencias de otros gobiernos de la región como el brasileño.
China no se limita a hacer frente a Estados Unidos en el terreno puramente comercial y en Asia. Quiere extender su influencia en América generando una dependencia militar de los países del ALBA y afines. Esta estrategia tiene como flanco débil, como se ha evidenciado en el caso argentino, los posibles cambios de gobierno en diversas naciones de la región.