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El mito de Kyoto

Publicado en Libertad Digital

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Sin embargo, el gobierno piensa perseverar en el fiasco con el nuevo Plan Nacional de Asignación de Emisiones 2008-2012. Cuatro mitos extendidos por políticos, el lobby ecologista y algunos empresarios sin escrúpulos están tapando los ojos del público.

El primer mito consiste en la afirmación según la cual los EE.UU. están aislados en su rechazo a restringir obligatoriamente las emisiones de CO2 mediante Kyoto. Nada más lejos de la realidad. La verdad es que sólo hay 26 países que se han comprometido a racionar frente a más de 150 que no lo han hecho.

El segundo mito afirma que Kyoto es vital para detener el calentamiento global. Lo cierto es que no lo es. Es más, en caso de que realmente estemos asistiendo a un peligroso calentamiento del planeta provocado por el hombre, algo que los científicos siguen sin ver claro, el protocolo de Kyoto no puede cambiar las cosas. Y es que su efecto estimado por los expertos, en el hipotético e ilusorio caso de que todos los países cumplieran el compromiso pactado, es de una ínfima reducción de 0,07 grados centígrados.

El tercer mito nos cuenta que el coste será reducido. Se trata de una mentira nada piadosa. Justo antes de poner en marcha el mercado de derechos de emisiones a comienzos de 2005 Narbona aseguró que el coste nunca sería superior a 85 millones de euros anuales para toda la industria. Pasado un año las empresas españolas han tenido que pagar casi 300 millones; 3,5 veces más de lo que la ministra prometió que sería la factura máxima. Y eso no es nada. Diversas proyecciones del actual incumplimiento record de nuestro país (48% por encima del compromiso) al periodo 2008-2012 arrojan cifras cercanas a los 2000 millones de euros anuales. Para colmo, ha habido empresas papeleras, cerámicas y cristaleras que han sido cerradas por las administraciones públicas por no contar con los absurdos derechos de emisión.

Por último, la mitología imperante dice que no hay otra forma de afrontar el problema del calentamiento. Tonterías. Entre 1997 y 2003 mientras que España incrementó las emisiones en un 24%, EE.UU. tan sólo añadía un 0.007% a las suyas. Mientras España y Europa fracasaban aplicando el método coactivo del racionamiento que distorsiona toda la economía, EE.UU. confió en el crecimiento económico, la acumulación de capital y el incremento de productividad que permiten una reducción espontánea de las emisiones gracias al avance tecnológico. Una vez más el mercado puede ayudarnos a solucionar lo que el fanatismo ecologista sólo está empeorando.

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