Nadie, o casi nadie, va a echar de menos a Nicolás Maduro, que se ha convertido en el apestado del continente.
El anuncio de que Donald Trump no acudirá a la Cumbre de las Américas que se va a celebrar en Lima es el colofón a toda una serie de sobresaltos y polémicas previas al encuentro. El presidente convocante, Pedro Pablo Kuczynski, no ejercerá de anfitrión por haber renunciado a su cargo días antes. Y lo ha hecho por verse inmerso en posibles casos de corrupción, un asunto que va a ser uno de los ejes centrales de la reunión continental de jefes de Estado y de Gobierno. A esto se suma el veto a la presencia de Nicolás Maduro, quien amenazó con acudir a pesar de no estar invitado para terminar diciendo que no irá. En una clara contraprogramación al inquilino de la Casa Blanca, el chavista anunció la intención de no viajar a Perú horas después de que lo hiciera Trump a través de su portavoz.
La razón dada por Trump para no acudir a la Cumbre, seguir los acontecimientos relativos a Siria tras el supuesto bombardeo con armas químicas en la ciudad de Duma por parte de las fuerzas de Bashar Al-Assad, resulta verosímil. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha dicho que “no descarta” un ataque contra las fábricas y depósitos de este tipo de armamento en el país árabe en los propios días. Ha explicado que para llevar a cabo esta acción hay que profundizar en los contactos con Washington y Londres, por lo que resulta factible que el mandatario estadounidense centre su agenda internacional en esta cuestión.
Aunque la de Lima tiene el numeral ocho, en realidad es la décima Cumbre de las Américas que se celebra. A las ordinarias hay que sumar la extraordinaria que se celebró en Monterrey (México) en 2004 y, antes, la dedicada al Desarrollo Sostenible que tuvo lugar en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en 1996 (entre la primera de Miami y la segunda de Santiago de Chile).
El antecedente de Bill Clinton
En la Cumbre de Santa Cruz de la Sierra, la polémica llegó por la ausencia de Bill Clinton, quien precisamente había sido el convocante de la que se había celebrado en la ciudad de Florida dos años antes. Tal vez por las críticas que recibió, sí acudió a la siguiente. Desde entonces, en todos estos encuentros panamericanos de jefes de Estado y de Gobierno ha estado presente el presidente de EEUU.
Nadie, o casi nadie, va a echar de menos a Nicolás Maduro, que se ha convertido en el apestado del continente, pero sí a Donald Trump. Aunque oficialmente todos los mandatarios que acuden a estos encuentros lo hacen en pie de igualdad, el estadounidense estaba llamado a ser uno de los grandes protagonistas. En su lugar irá el vicepresidente Mike Pence. En la capital peruana se encontrará con mandatarios a los que ya trató personalmente en sus respectivos países. En agosto de 2017 realizó una gira que le llevó a Panamá, Colombia, Argentina y Chile. Allí se reunió con Juan Carlos Varela, Juan Manuel Santos y Mauricio Macri. También lo hizo con Michelle Bachelet, pero ella ya no está en el poder.
El presidente peruano y anfitrión de la Cumbre, Martín Vizcarra, ha restado importancia a la ausencia de Trump y ha mostrado optimismo con la presencia de Pence. “Esto quiere decir que Estados Unidos ratifica la importancia de participar en este evento”, señaló antes de añadir que “en consecuencia, va a respaldar todos los acuerdos a los que se llegue”, según informa la web de la jefatura del Estado de Perú.
En términos de imagen es cierto que Trump hace un desplante al resto de los mandatarios del continente (los únicos países ausentes serán Venezuela,cuyo presidente ha sido vetado, y Antigua y Barbuda, que ha declinado la invitación). Pero a efectos prácticos no hay mucha diferencia entre que acuda Trump o su ‘número dos’. Que esté presente uno u otro no implica en realidad un mayor o menor interés del Gobierno de EEUU por el resto de la región. No hay que olvidar, por ejemplo, que Pence ha sido muy activo en impulsar un frente común frente al régimen de Maduro. De hecho, ese fue uno de los ejes de su gira latinoamericana en 2017.
Santos necesitaba ilustrar el apoyo de EEUU
Tan sólo se verá afectado el ego de algunos mandatarios, que pierden la oportunidad de lograr una foto con el presidente de EEUU. Da igual quién esté al frente de la mayor potencia del mundo, y las antipatías o simpatías que genere, en todas las cumbres internacionales es habitual ver cómo los presidentes de numerosos países hacen lo posible por lograr una instantánea en la que se les vea junto al que se considera el hombre más poderoso del mundo.
El más afectado va a ser Juan Manuel Santos. Cuando apura la etapa final del mandato su popularidad está por los suelos. Según las sucesivas oleadas de la encuestadora YanHaas, a lo largo de este año la aprobación de Santos ha oscilado entre 14% y 15%. En este ambiente, una foto con Trump sería un respaldo a su gobierno y, sobre todo, a su acuerdo de paz con las FARC. Se queda sin ese posado, pero la cosa es incluso más grave para él.
Trump no sólo ha cancelado su asistencia a la Cumbre, ha hecho lo mismo con el viaje que tenía previsto a Bogotá. Y en este caso ni tan siquiera será sustituido por Mike Pence. Santos tendrá que conformarse con reunirse con el vicepresidente de EEUU en Lima.
Juan Manuel Santos había tenido hasta ahora en Trump y su Gobierno un firme apoyo internacional. Han actuado de forma coordinada en lo relativo a Venezuela y Colombia se ha convertido en el gran receptor de la ayuda exterior estadounidense. El desplante de Trump es una mala noticia para el actual inquilino de la Casa de Nariño, que necesita un respaldo exterior que no tiene en su propio país.
Tal vez Trump esté preparándose ya para el relevo en la Presidencia de Colombia, sobre todo si se tiene en cuenta que el mejor situado en las encuestas para llegar al cargo es Iván Duque, que rechaza el grueso del legado de Santos.