Si un fenómeno puede lastrar la economía española es el altísimo nivel de endeudamiento de la Administración.
La política y la economía caminan en direcciones opuestas en España. Desde hace meses, el país vive en Cataluña una crisis de gran calado que pone en riesgo la integridad territorial y la estabilidad del sistema constitucional. En el último trimestre de 2017 no faltaron análisis de que esto pondría en riesgo el crecimiento económico, algo que, sin embargo, no ha pasado. De hecho, tanto las cifras más recientes como las previsiones apuntan a un desempeño positivo.
Tras haber rebajado en enero las previsiones de crecimiento para España en 2018 de 2,5% a 2,4% por la incertidumbre política, el Fondo Monetario Internacional (FMI)las corrigió al alza la semana pasada. Ahora las sitúa en 2,8%, lo que hace de España la segunda economía que más crecerá entre el conjunto de las desarrolladas. Tan sólo le superará, según las proyecciones del organismo dirigido por Christine Lagarde, Estados Unidos (Ver más: El FMI predice que España será el país europeo con mayor crecimiento).
Las previsiones del FMI son incluso más optimistas que las del propio Gobierno español. El Ejecutivo de Mariano Rajoy anunció a finales de marzo que el Producto Interior Bruto (PIB) se incrementaría 2,7%, cuatro décimas más que la anterior estimación.
Una de las grandes debilidades de la economía española es el desempleo. No obstante, el desempeño está siendo positivo. En marzo de este año, el número de parados registrados en el Servicio Público de Empleo Estatal se redujo en 47.697 (-1,37% mensual) con respecto a febrero. Eso representa una bajada de 7,56% interanual. Aunque el ritmo de reducción es menor que un año antes, la evolución es buena.
Asimismo, en marzo se superaron los 18,5 millones de afiliados a la Seguridad Social por primera vez desde diciembre de 2008, cuatro meses después de que comenzara la crisis económica. La parte negativa es que el incremento interanual fue de apenas 592.000 nuevos afiliados. Es la primera ocasión desde marzo de 2017 en que el aumento no supera los 600.000 nuevos empleos. Aunque en materia laboral España sigue mejorando, la evolución dista de ser la mejor de los últimos ejercicios.
Pero si un fenómeno puede lastrar la economía española es el altísimo nivel de endeudamiento de la Administración. La deuda pública llegó en febrero de este año a su máximo histórico, al superar 1,14 billones de euros, lo que equivale a 98,3% del PIB, según los datos del Banco de España. Este porcentaje supera en dos décimas el objetivo comprometido por el Gobierno con la Comisión Europea.
El FMI ha alertado sobre esta situación. El director de Asuntos Fiscales del Fondo, Vitor Gaspar, recomendó a España, al igual que al resto de las denominadas “economías endeudadas” de Europa, que “eviten políticas fiscales procíclicas” y que “continúen ajustando sus elevados niveles de deuda, que son fuentes de vulnerabilidad”.
Mejora la percepción de la economía
Al margen de los grandes datos macroeconómicos y de los análisis de los organismos internacionales, otras cifras reflejan las buenas perspectivas económicas de España. Una de ellas es la llegada de inmigrantes, producto de que el país se vea en otros puntos del planeta como un lugar donde prosperar.
De 2000 a 2011 este fenómeno alcanzó niveles sin precedentes. En más de una década se pasó de 924.000 a más de 5,75 millones de extranjeros empadronados, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con la crisis, la situación se revirtió y el 1 de enero de 2017 había en España 4,57 millones de inmigrantes. El año pasado, según los datos que ha publicado esta semana el INE, la población extranjera volvió a crecer por primera vez desde 2012. Aumentó en casi 147.000 personas (3,2% más que un año antes).
También en el comportamiento de los españoles se percibe optimismo ante la situación económica. Prueba de ello es que la compraventa de viviendas creció en febrero 16,2% interanual, tal como reflejan los datos publicados por el INE. Según el barómetro de febrero del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), hay más españoles que creen que la situación económica va a mejorar en un año (23%) que ciudadanos que opinan que irá a peor (18,9%). La mayor parte (53,5%) considera que seguirá igual. Este moderado optimismo sobre la evolución económica contrasta con la percepción de la situación política. 39,6% cree que empeorará, y sólo 5,8% cree que irá a mejor.
Alto riesgo político
La política es sin duda alguna un elemento de riesgo para la economía española. No sólo por la situación creada por el desafío independentista en Cataluña, que ha empantanado a esa región en una permanente inestabilidad y pone en riesgo el sistema institucional español. Ahí está la debilidad parlamentaria del gobierno de Mariano Rajoy, que necesita los votos del Partido Nacionalista Vasco (PNV) para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado (PGE).
El PNV exige al Partido Popular (PP) que ceda la gestión de la Seguridad Social al Ejecutivo autonómico del País Vasco, y también que acepte trasladar a esa región a los terroristas de ETA encarcelados en otros puntos de España. Ciudadanos ya ha advertido que serán ellos los que voten en contra de los PGE si el PP acepta estas condiciones, lo que haría imposible su aprobación.
Se atribuye a Otto Von Bismarck la autoría de la siguiente frase: “Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido”. Aunque muchos dudan de la veracidad de la cita, en estos momentos parece responder a la realidad.
La economía española aguanta con cierta firmeza a pesar de que las circunstancias políticas parecen las adecuadas para conducirla al abismo. Los españoles han aprendido a actuar haciendo suyo el saludo que suele utilizar desde hace muchos años en la radio Carlos Rodríguez Braun, un popular economista y periodista de origen argentino: “Buenos días, a pesar del Gobierno”. Y del resto de los políticos, cabría añadir.