Bill Gates no tuvo mejor idea que rodar un vídeo en tono supuestamente humorístico mostrando como será su último día de trabajo. Menos gracia no puede tener. En él vemos como este personaje se dedica a llamar a sus amigos para pedirles un nuevo trabajo, y como uno tras otro van dando larga a sus propuestas debido a su falta de aptitudes para el empleo solicitado. Suponemos que a cualquier persona que haya sido empleada de Microsoft y le hayan despedido, ya sea en Estados Unidos, España o La India, la película de marras le habrá hecho todo menos gracia.
El hombre más rico del mundo, o el segundo según que listados y en que año, se puede permitir la gracieta precisamente gracias a su inmensa fortuna y por ser un retiro voluntario. Debe resultarle muy difícil comprender no sólo las dificultades económicas por las que pasa alguien que se queda desempleado, tampoco debe de llegar a imaginar lo frustrante a nivel personal que resulta la situación para muchos. Sin embargo, él queda a salvo de la Inquisición de lo políticamente correcto y su video no es objeto de protestas por lo más granado de la progresía mundial.
El motivo es simple. Este multimillonario es uno de ellos (recordemos como se ciñó a un discurso multiculturalista para justificar la falta de libertad de expresión en el régimen comunista chino) y son algunos de los más destacados izquierdistas del mundo anglosajón quienes salen en el vídeo. Las amigos a los que Gates pide ayuda no son otros que el director de cine Steven Spielberg, el actor George Clooney, el cantante Bono, el eco-catastrofista y frustrado aspirante a presidente de Estado Unidos Al Gore y dos aspirantes demócratas a la candidatura para llegar a ser inquilino de la Casa Blanca: Barack Obama y Hillary Clinton. Una panda de lo que en España llamamos pijo-progres y en Francia definen con el divertido apelativo de bo-bo.
Todos los participantes en el video se definen claramente con su participación en el "humorístico" cortometraje. Dicen preocuparse por los más pobres, pero no dudan en reírse de la difícil situación por la que pasan quienes no tienen fortunas y contactos como las suyos y se quedan en paro. Como buenos pijo-progres les gusta demostrarnos que son solidarios y no dudan en recriminarnos por no actuar como a ellos les gustaría que hiciéramos (no suelen destacar por su respeto a la libertad individual) pero, como buenos bo-bos, desprecian a las personas.