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Los insultos de Nicolás Maduro a Juan Manuel Santos responden al manual básico del dictador

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Para sacar adelante su acuerdo con las FARC, Santos trató de mostrar a Maduro como un socio confiable.

Si existiera un libro de aprendizaje básico para ser autócrata, que podría titularse Dictadura para Dummies, uno de sus capítulos sería: “Ten un enemigo exterior a mano”. No existe, ni ha existido, tirano alguno que no haya usado ese recurso. Consiste en señalar a alguien (un gobernante extranjero, un supuesto ‘poder internacional’, una potencia foránea…) como una fuerza hostil siempre dispuesta a inmiscuirse en los asuntos internos del propio país e incluso agredirlo. El objetivo es incentivar el instinto tribal del ‘ellos contra nosotros’, las más bajas pasiones nacionalistas en beneficio propio.

Hugo Chávez, siguiendo el ejemplo de Fidel Castro, recurrió mucho a esta técnica. Sus dardos iban dirigidos especialmente contra los mandatorios de EEUU, especialmente George W. Bush, y de Colombia, sobre todo Álvaro Uribe, junto con el expresidente del Gobierno español José María AznarNicolás Maduro ha seguido en esto los pasos de su mentor político. Sus ‘enemigos exteriores’ favoritos son los gobernantes actuales de esos mismos tres países: Donald TrumpJuan Manuel Santos y Mariano Rajoy. El inquilino del Palacio de Miraflores no pierde ocasión alguna para insultarles y dedicarles palabras que pretenden ser humillantes.

A pesar de esa peculiar ‘trinidad’, en los casos de Trump y Rajoy no existe una enemistad tan profunda como con Santos. El mandatario español es un hombre poco dado a entrar en polémicas personales con gobernantes extranjeros, algo que en general se evita en la tradición diplomática europea. El estadounidense sí es de formas más estridentes, aunque algo menos que las de Maduro, pero en última instancia Venezuela no le queda tan cerca como Cuba ni tiene un programa nuclear como el de Corea del Norte. El presidente colombiano, sin embargo, es diferente.

La enemistad política y personal entre Santos y Maduro es ya una tradición política latinoamericana. Viene de antes de que ambos llegaran a la Presidencia. Comenzó en 2008, cuando el primero era el ministro de Defensa de Álvaro Uribe y el segundo ocupaba el cargo de canciller a las órdenes de Hugo Chávez. El ataque colombiano contra un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano abrió una crisis diplomática entre Colombia por una parte y Ecuador y Venezuela por otra. En las semanas posteriores, cuando la tensión en la zona se disparó, Maduro dedicó a Santos calificativos como “mentiroso”, “antivenezolano”, “provocador” y “tirapiedras”. Llego a decir de él que “quiere llevar a Colombia a un enfrentamiento bélico con nuestro país”.

Un socio para las negociaciones con las FARC

El ascenso de Santos al poder en 2010 supuso una relajación en las siempre tensas relaciones entre Colombia y el Gobierno chavista de Venezuela. El entonces recién estrenado inquilino de la bogotana Casa de Nariño llegó a decir que Chávez era su “nuevo mejor amigo” y apostó por mejorar la relación bilateral entre sus países. Cuando Maduro llegó, en 2013, al Palacio de Miraflores, Santos ya había puesto en marcha el proceso de negociaciones con las FARC, y era consciente de que necesitaba la participación del régimen chavista. El mandatario puso así todo su empeño en dejar atrás su mala sintonía pasada con el presidente venezolano, cuya reacción fue en el mismo sentido.

Sin embargo, en los años siguientes no faltaron episodios que ponían en riesgo las buenas relaciones e intercambio de insultos y acusaciones. Especialmente tensa fue la crisis de 2015, cuando Maduro ordenó cerrar la frontera y se deportó a 1.000 colombianos residentes en territorio venezolano. Los dos presidentes intercambiaron entonces reproches. El colombiano dijo que “la revolución bolivariana se está destruyendo a sí misma”. El venezolano aseguró que estas declaraciones “han sido las peores ofensas contra Venezuela”.

Aunque se recompusieron las relaciones, y Santos logró su deseado acuerdo con las FARC, se trató de un ‘idilio’ ya de corta duración. La crisis económica, política y social que vive Venezuela trastocó todo de forma definitiva. El presidente colombiano se convirtió desde abril en uno de los mandatarios más activos en la denuncia de la represión chavista. El 20 de abril de este año publicaba en Twitter un mensaje en el que afirmaba: “Hace 6 años se lo advertí a Chávez: la revolución bolivariana fracasó”. Maduro respondió con una amenaza: “Voy a sacar todas las grabaciones y todos los secretos del proceso de paz para que se sepa lo que se ha burlado el proceso de paz de Colombia”.

Una larga lista de insultos

Desde entonces, la relación de insultos que Maduro ha dedicado a Santos no ha dejado de crecer. Este verano, acusó a Bogotá de preparar planes junto con México y la CIA para derrocarle. Sin entrar más a fondo, afirmó: “La historia vuelve a repetirse, y hay que estar muy atentos a estas sanguijuelas traidoras”. Durante los últimos meses le ha dedicado muchos más improperios. Algunos de ellos son:

“Fuera tus manos de Venezuela presidente Juan Manuel Santos, fracasado”.

“¿En Venezuela se produce droga para exportar a Colombia? Es Juan Manuel Santos quien la exporta y la envía al mundo y la envía a Venezuela”.

“Inclínate, híncate ante tu padre. Soy tu padre”.

“Atención hipócrita Juan Manuel Santos que tanto despotricas de Venezuela y tan destruida tienes y en la miseria a nuestra hermana Colombia”.

El último ejemplo, por el momento, se produjo este martes. En una estrategia calcada de la castrista, Maduro busca un responsable externo a la falta de medicamentos de su país. En este caso sería Juan Manuel Santos que, según él, habría prohibido su exportación a Venezuela. En un acto público ofreció esta versión de los hechos y dijo: “Trágate tus medicinas y tu droga, y tu cocaína. Hay que ser bien malvado para negar… Y bien hipócrita, ¿verdad?”. Añadió: “Prepárate Santos, ojalá puedas vivir cien años, Santos, para ser la pesadilla tuya cien años, porque aquí la revolución va a seguir mandando”.

Para Nicolás Maduro, Juan Manuel Santos es el máximo ejemplo de ‘enemigo exterior’ que el manual Dictadura para Dummies le recomendaría tener siempre a mano. Le sirve para alentar los sentimientos nacionalistas de parte de los venezolanos. También le es útil para culparle de una mala situación interna que tan sólo es responsabilidad del chavismo. Incluso es el espantajo perfecto para acusarle de proyectar complots contra él y contra el país. Cualquier respuesta que dé el colombiano, por moderada que sea, será expuesta como un insulto intolerable para todos los venezolanos.

Santos debe evitar caer en provocaciones. Eso sí, debería reflexionar sobre su responsabilidad en haber llegado a este punto. En su búsqueda de contar con apoyos para sacar adelante el acuerdo con las FARC, trató de mostrar a Maduro como un socio confiable. No lo es, y nunca lo ha sido. Toda su actuación, hacia dentro de Venezuela y hacia el exterior, se dirige a afianzar y acrecentar su poder dictatorial.

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